De vidas y millones

Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, y Vládimir Putin, de Rusia.

Cuando viajas, te desconectas, aunque sólo sea un poco, por aquello de que hablas con otra gente y te informas en otros medios. Y eso es justamente lo que he hecho unos cuantos días, lo que me ha permitido conocer otras opiniones, otros modos de ver las cosas y otras sensibilidades.

Lo primero que tengo que contar es que cada vez sabemos menos de lo que pasa por ahí fuera. Es muy curioso, pero tengo la impresión de que la prensa nacional, la nuestra, se ha vuelto más destripaterrones y ombliguista, y que cuesta mucho trabajo encontrar cualquier información sobre cosas como las huelgas francesas o el malestar en media Europa por la situación general. Sí, hay una huelga tremenda en Francia que afecta a los horarios de los aviones y a todo en general, pero nadie informa sobre ello, seguramente por miedo al contagio.

Y no sólo es en Francia. Las cosas andan por ahí más tensas de lo que nos cuentan. La industria alemana acusa el golpe de las sanciones a Rusia más de lo que nos dicen y la gente se cabrea por minutos. El apoyo a Ucrania ha caído decenas de puntos en un año, y eso a nivel oficial, que si hablas con la gente, es todavía peor. Y aquí, también.

La opinión más frecuente en Alemania es que la guerra de Ucrania acabará cuando se hayan gastado 200.000 millones y 200.000 vidas. El pacto ya está hecho. La negociación, ya está cerrada. Sólo falta matar a más gente y arruinar a más personas. Lo demás, ya está decidido.

Me pareció terrible escuchar esto la primera vez. La segunda, levanté una ceja. La tercera, me costó tragarlo.

Yo no sé si saben más que nosotros, pero no lo creo. Pero allí parecen tenerlo claro: no se le puede ganar la guerra a Rusia, pero tampoco se puede perder. Para cumplir con ambas premisas hay que sufrir mucho, gastar mucho, y vender la impresión de que el acuerdo que se alcance es el mejor de los posibles. Puede que con la independencia del Dombás. Puede que con un acuerdo de mínimos. Pero con Europa sojuzgada por el precio de la energía y con las potencias anglosajonas tratando de encaminar el orden mundial hacia sus intereses.

Y el caso es que a la gente no le gusta esa solución y esto va a provocar grandes o pequeñas convulsiones políticas en el futuro. Y el caso es que 200.000 millones y 200.000 muertos es demasiado gasto.

Pero aquí no se habla de eso, por censura, por vergüenza, o porque nos da apuro razonar las cosas en vez de sentir los colores. Pensar es para traidores, oye. En cambio, en Alemania, parece que no les importa hablar de que los tanques rusos vienen de Rusia y los tanques ucranianos, y sus municiones, vienen de Europa y de donde se puedan comprar.

Como yo, habréis leído informes sobre miles de millones aprobados en Europa para comprar munición para Ucrania. Lo que aquí no leemos, es de dónde viene esa munición: México, Perú, Indonesia, Pakistán... O sea: líneas de suministro absurdamente largas que pueden mantenerse sólo a corto plazo, pero que no servirán de nada si el conflicto se alarga.

Y luego les entregamos 180 tanques entre los Leopard, los Challengers y los Abrams. Eso no da ni para una ofensiva contra Estonia, y mucho menos contra Rusia.

La realidad parece ser que sólo se trata de poner muertos y millones, para llegar al mismo acuerdo que podríamos buscar mañana. Uno de esos acuerdos que no contenta a nadie pero pueden parar la guerra.

Si lo que se busca es que Rusia se retire, pague reparaciones y ponga a sus líderes a disposición de los Tribunales Internacionales, para eso necesitamos una rendición incondicional. Y no va a salir barata. Quizás toda nuestra sangre no sea suficiente para pagar eso.

Y mucha gente, en todas partes, no está por la labor de esa apuesta.

Ojalá sirva de algo retrasar el acuerdo, pero no me lo termino de creer.

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