El truco matemático del cordón sanitario contra la extrema derecha en las elecciones alemanas que Merz ha visto
En España somos poco de razonar con matemáticas, más que nada porque la gente no las entiende, y prefiere el argumento de la víscera, la exhumación de muertos, el insulto, la descalificación y el señalamiento. Recuerdo aún a Angela Merkl, durante la pandemia, explicando sus medidas de aislamiento en una gráfica que se movía en función de una variable epidemiológica. Pero coño, es que la Merkl es doctora en Física, y tengo visto que por allí, hasta entre la gente con menos cultura y estudios, una gráfica con sus dos ejes es algo que la peña comprende de un vistazo. Y eso, quieras que no, tiene consecuencias.
Por ejemplo, se debate ahora si ha hecho bien el candidato conservador, Friedich Merz, en ganar una votación con los escaños de la ultraconservadora, o ultraderechista, dicen, AfD. Hasta ahora, este partido estaba sometido en Alemania a un cordón sanitario que impedía que ningún partido democrático pactase con ellos. Y justo antes de las elecciones, que son el 23 de febrero, Merz pone en duda ese cordón sanitario.
La cuestión, que aquí se resolvería con unos cuantos gritos, llamando fascista a todo el mundo, también ha organizado allí un gran revuelo, con la diferencia de que allí se le ha visto el dobladillo al truco matemático y la gente lo ha entendido, lo que va a hacer aún más duro el debate.
No es fácil, pero voy a tratar de explicarlo con un ejemplo compuesto, lo recalco, con cifras inventadas.
Supongamos que en Alemania hay cinco partidos políticos. Hay más, pero supongamos que son cinco. La CDU, conservadora, AfD, de extrema derecha, el SPD, socialista, los Verdes, y el movimiento de Sahra Wagenknecht, un tanto incalificable, porque la señora es del Partido Comunista, pero antifeminista, antiecologista y antiinmigración. Hay más partidos pero, según las encuestas, los demás se quedan por debajo del 5% y, en Alemania, si no llegas al 5% de votos, tienes cero escaños.
Supongamos, que es mentira, que hay en el parlamento alemán 100 escaños.
La cuestión es que se esperaba que la CDU sacase 43, AfD 17, los socialistas, 21, los verdes 11, y Sahra Wagenknecht 8. Con esta suma, Merz, líder del CDU puede gobernar en solitario, aunque en minoría, porque los votos del AfD se anulan por el cordón sanitario. No los suma nadie.
Nos quedan los conservadores con 43, los socialistas con 21, los verdes con 11, y la señora Sahra con 8. O sea 43 contra 40. Alles in Ordnung. Todo correcto.
La cuestión es que Merz, el líder de la CDU, ha visto que la izquierda ha radicalizado la campaña para que más gente del bloque derecho vote al AfD y menos a su moderada CDU. Y entonces resulta que la CDU pasa de 43 a 37 y el AfD pasa de 17 a 23. En realidad no cambia nada, porque los bloques de derecha a izquierdas siguen igual, pero como los votos del AfD se anulan por el cordón sanitario, resulta que la derecha tiene 37 y la izquierda suma 40, con lo que podría gobernar por el simple procedimiento de aumentar los votos a la extrema derecha.
¿Y qué ha dicho Merz? Que no va a tragar ese truco. Que eso de que los votos de la extrema derecha se anulan es muy bonito y muy conveniente, pero no es real. Porque los diputados de la extrema derecha representan el voto de gente, van a ir al parlamento, y van a votar lo que les plazca. Y que si votan lo que él propone, pues qué le vamos a hacer.
La izquierda, por supuesto, dice que eso abre la puerta al fascismo.
Los alemanes, que sí entienden los trucos matemáticos, debaten esto según las premisas de la conocida ley del Embudo, pero sin dejarse engañar.
¿En qué parará la cosa? Veremos, porque el tema de Sahra Wagenknecht es para echarle de comer aparte...
Hablaremos otro día de ella...