Sara García, primera mujer española astronauta

Antes de nada, hubiera preferido hablar con Sara, pero es una difícil misión, esta muy ocupada. Me ha autorizado a escribir sobre ella en base a todos los artículos que se han ido publicando y he seleccionado algunos de El Mundo, Vogue, Cadena Ser o el artículo que para El País Semanal escribió Margaryta Yakovenko.

La Agencia Espacial Europea (ESA) seleccionó en España a dos futuros astronautas. Y resultaron ser dos leoneses, Pablo y Sara. Ambos comentaban “fíjate si somos elegidos los dos...” y lo fueron. Sobre Pablo escribiré cuando vaya al espacio, para lo cualya se prepara duro. Ahora le toca a Sara porque en esta serie me centro en mujeres que fueron las primeras de España en su profesión, y Sara lo es: la primera astronauta.

Sara nació en León en 1989, de una familia trabajadora, y le cuenta a Yakovenko que los valores los aprendió en casa, con el ejemplo de sus padres, nacidos de la cultura del esfuerzo, del estudio, del trabajo responsable, porque, cuando los valores los aprendes así, no se te olvidan y si te los saltas, lo sabes.

Dice: “Alguien que solo le rinde pleitesía a sí misma, a su familia y a los valores que ha aprendido en casa. Esther Alonso y Marino García se enamoraron en León a los 16 años y empezaron a vivir juntos casi enseguida huyendo de sus casas. Diez años después, en 1989, y por sorpresa porque su situación económica no les permitía plantearse la idea de tener hijos, nació Sara. Marino trabajaba entonces de delineante en una imprenta, trabajo que dejó para abrir una ebanistería con sus hermanos que fue arrasada por la crisis de 2008. Ester se colocó como dependienta en una tienda de retales y, cuando su marido quedó en paro por la crisis, empezó a trabajar limpiando para una empresa en la que ahora es administrativa. Marino, después del descalabro, no ha podido encontrar trabajo”. “No terminaron el instituto y, aunque venían también de familias sin estudios, descubrieron por sí mismos lo que son las penurias de no tener una formación mínima que te permita acceder a ciertos trabajos, tener que ir sobreviviendo con lo que encuentres, mal pagado y haciendo muchísimas horas”, continúa.

Sara García estudio bachiller y fue la número uno de su promoción, como lo fue cuando acabó Biotecnología, se doctoró en Biología Molecular del Cáncer cum laude y con premio extraordinario de doctorado de la Universidad de Salamanca. Todo fruto  de su trabajo, no de la meritocracia, sino del estudio, del esfuerzo, de la tenacidad  y de su valía personal, lo que aprendió en casa, ni más ni menos.  

Estudió con becas y en la Universidad pública. “Lo que me inculcaron fue que si me comprometía con algo o si empezaba algo, debía terminarlo. Debía cumplir mi palabra y también asumir la responsabilidad de mis actos. En mi casa nunca había pasta, básicamente llegábamos a fin de mes de milagro, y me transmitieron la cultura del esfuerzo, porque al no haber tenido nunca ayuda económica ni amigos que te conecten o te faciliten la vida, siempre nos ha tocado currar un montón”. Se puede decir más alto, pero no más claro.

Sara García ya llevaba a cabo una labor muy importante en el CNIO, estudiando el cáncer de pulmón y de páncreas. Lidera un equipo con 300 investigadores para estudiar la cura de esos dos cánceres que se llevan mucha gente por delante. De hecho, tal como nos explicó en el programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser, ella irá al espacio si en esa investigación sobre el cáncer, es necesario realizar un estudio en ese lugar. Por el momento el que se está preparando es Pablo Álvarez.

Es una mujer de nuestro tiempo, se ha hecho muchos tatuajes una vez que ha sido la 'chica Astro'. Le gusta la música, que practica y escucha con su marido, habla como todos los jóvenes: no trabaja, curra. Se levanta temprano para hacer ejercicio (cardio y pesas y comba en el salón de su casa) sale a correr o practica yoga. Después de entrenar desayuna y se va al laboratorio andando. Se levanta a las seis de la mañana.  

Una de sus aficiones es hacer puzles o muñequitos de croché, que fotografía.

También ha tenido crisis y frustraciones, como cuando acabó el doctorado y no sabía que hacer, empeñada en irse a Estados Unidos. Tuvo una época de bajonazo, sin saber qué hacer: sin objetivos, su marido fue esencial para ella, son un equipo, pues fue él quien el sugirió que se dedicara a laboratorios en España, escribió al CNIO y Barbacid (todos le conocemos) le dio el sí y allí está, investigando sobre la cura para el cáncer de pulmón y páncreas.

Pero sabe que es un referente para las mujeres de este país, más para las niñas que cuando la ven, quieren estudiar carreras de ciencias y ser como ella: un ejemplo. Dice: “Soy una persona que se exige mucho, pero en el momento en el que consigue algo, inmediatamente pienso que no era tan difícil”.

Sin embargo, solo el 0,074% de todos los que se presentaron fueron elegidos como astronautas. En Vogue confesó que “ha habido mujeres en el espacio, pero el porcentaje es muy bajo. En Europa hay solo dos que lo hayan logrado”. “No poder volar porque tu complexión de mujer te lo impide cuando todos tus compañeros hombres han podido hacerlo es discriminación”. Así le ocurrió a la italiana Samantha Cristoforetti, que no pudo hacer un paseo espacial porque no había trajes de su talla.

Hoy las cosas han cambiado porque sí los hay. Lo ha comprobado este verano, pues es muy amiga de Pablo Alvarez, de hecho, este mes de agosto, en el periódico El Mundo, ha publicado una entrevista que le ha hecho ella en Houston, donde él está preparándose para ir al espacio. Tienen una gran complicidad derivada de la amistad y el respeto. De esta entrevista que lleva a cabo Sara a Pablo, me quedo con lo siguiente: “Pablo estará en Houston hasta diciembre y después volverá a Europa para seguir formándose. Aprenderá a pilotar aviones y aportará su visión de ingeniero en diversos proyectos. En algún momento le asignarán una misión de larga duración y se centrará en el entrenamiento específico para la misma. Pasará seis meses en la Estación Espacial donde, con bastante seguridad, realizará una caminata espacial. En los más de 25 años que le quedan de servicio activo en la ESA, probablemente tendrá más misiones espaciales, puede que alguna a la Luna”.

Por su parte, manifiesta que “seguiré aprendiendo y actuando como embajadora de la ciencia y del espacio. Es posible que en algún momento me asignen una misión de corta duración promovida por España y deje temporalmente mi trabajo de investigadora para centrarme en el entrenamiento específico para la misma. Pasaré dos semanas en la Estación Espacial donde, con bastante seguridad, realizaré experimentos científicos. En todos los años que forme parte de la reserva de astronautas de la ESA, puede que surjan más misiones espaciales, cuando nuevas estaciones sustituyan a la ISS. En el espacio no hay certezas”.

Pues eso le deseamos a Sara: que sea también la primera en ir al espacio, además de que su equipo consiga la cura del cáncer de pulmón y páncreas.

Sara García es Leonesa del Año, hija predilecta de León por ello, pero no tiene calle.

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