Siempre lo mismo. Si eres leonés no tienes derecho a opinar. No tienes derecho a pedir. No tienes derecho a exigir. No eres nadie más importante que los castellanos. No eres más que un protestón que no va a ninguna parte. De hecho, no hables (y menos defiendas) la Región Leonesa “porque eso no existe”. No hablemos de si se te ocurre hablar del término decimonónico País Leonés, porque entonces fabulas.
No protestes. No preguntes. No eres nadie. No tienes derecho a la diferencia. No tienes derecho ni a preguntar a los demás qué opinan. No eres siquiera un ciudadano como los de la 'sacrosanta y Gran Castilla' (sí, esa que está dividida en cuatro autonomías distinta y tampoco tiene autonomía propia). Y encima si hablas de que Zamora y Salamanca son leonesas, molestas y mientes.
¿Cómo se nos ocurre indicar que no existió jamás el Reino de Castilla y León? Somos unos mentirosos históricos, “si está claro que Castilla fue independiente y más poderosa que el Rey Leonés desde tiempos de Fernán González y el reino leonés desapareció al ser absorbido por el de Castilla en 1230”, te van a espetar entre insultos bestias por negar la realidad que han impuesto en los libros.
Pero es que esto último es una gran mentira histórica, la tan cacareada 'fusión' entre los reinos de Castilla y León de 1230 no fue así administrativamente hablando. Pero podría seguir con la enorme cantidad de manipulaciones de la historiografía castellanista que todavía se leen en los libros y entre los historiadores. Podría , porque el asunto es algo absolutamente alucinante cuando uno lee las respuestas del movimiento pancastellanista a las opiniones de los leoneses; pero en resumen lo que vienen a decir es que los de León no son quiénes siquiera para opinar y menos para decir que tuvieron un reino distinto al castellano.
Una cosa que es flipante, porque el pancastellanismo se define de izquierdas (y así lo exponen todos los años en Villalar), pero se comporta como si los leoneses fueran ciudadanos de segunda, o, siquiera, tuvieran la consideración de ser personas con derecho a defender su propia tierra con rigor histórico. Un movimiento capaz de clamar por la autodeterminación (independentista) de Cataluña, Euskadi y Galiza y de insultar gravemente a los de León si hablan de su propia autonomía. Los indepes tienen derecho a separarse de España, pero los autonomistas leoneses ni a mencionar que quieren una división administrativa distinta no compartida con Castilla; incluso con estupefacientes y altamente miserables acusaciones de que los leoneses incitan asesinatos de vallisoletanos por haberla reclamado todos estos años. Una hipocresía rallana en la esquizofrenia política y el torticero uso miserable de la mentira para ofender y eliminar una identidad más histórica que la catalana y la castellana, por poner un par de ejemplos.
Quizás sea el poso falangista –las JONS las creó en Valladolid Onésimo Redondo (líder del partido vinculado al nazismo Juntas Castellanas de Actuación Hispánica), no lo olvidemos–, la base de esta lamentable costumbre de negar la realidad de los leoneses. No olvidemos que el “¡Castilla, Castilla!” es una de las bases de la historiografia franquista, hasta tal punto de asegurar que Alfonso IX no fue un rey importante, menor y que reinó poco, cuando fue el promotor de las primeras Cortes Estamentales de la Historia y fue monarca 42 años. De asegurar que Castilla obtuvo la primacía ya con Fernando I, cuando éste, navarro, jamás se intituló rey de Castilla y su condado era de propiedad regia del gobernante leonés Vermudo III; de negar que León existiera a partir de 1230 y de reiterar cansinamente que cualquier intento de un leonés de afirmar que no es castellano es poco menos que un anatema y una barbaridad.
Que León existiera ocho siglos antes de que se dijera por primera vez la palabra 'Castilla' ni mención, y de que Castilla (y Portugal) nacieran del Reino de León, menos. ¿Cómo va a ser la madre la hija? Pues no siendo ni madre ni nada. Dejando de existir. Por eso los tres siglos del Regnum Legionense desaparecen por completo en los libros de texto de Castilla y León.
No preguntes, leonés: que no tienes derecho
El caso es que hay un mantra entre los opuestos a una autonomía leonesa que es sangrante: el negar en todo momento que tengan derecho los leoneses siquiera a citar lo que la Constitución de 1978 avala a las regiones en nada menos que su segundo artículo, su propia autonomía.
Los más recalcitrantes y ofensivos pancastellanistas siempre se quejan de que los leoneses hablen de una autonomía de la Región Leonesa “porque nadie ha preguntado a zamoranos y salmantinos”. Y cuando se les ha dicho que se llevan cuarenta años reclamando un referéndum... entonces comienzan a decir que “no es válido” y que “eso no”.
Así que no es de extrañar que el momento en que la UPL solicitó que se debatiera una consulta popular en las Cortes de Castilla y León, se hiciera todo lo posible por retorcer la legislación y se defendiera así negar el debate en el hemiciclo. Ojo, debate –que es lo democrático–, ni siquiera imposición o exigencia. Pues PP y Vox (con la abstención táctica del PSOE) lo impidieron. Algo que es bastante extraño, más teniendo en cuenta que estos dos partidos de derechas sí colaron un debate sobre ilegalizar los partidos independentistas, algo que la propia Constitución no tiene en cuenta y que sólo se consiguió con Herri Batasuna con una legislación antiterrorista para luchar contra la financiación de ETA.
Lo peor de todo no es que hurten con añazagas a los leoneses la posibilidad de definirse sobre una posible autonomía para la Región Leonesa, sino la consideración de los castellanistas de que León no tiene derecho a opinar ni a protestar ni a demandar nada para conseguir superar el desastre socioeconómico a la que han abocado en una comunidad autónoma que sólo mira a una provincia de las nueve que la componen.
La consideración de que los leoneses no tienen derecho a defender su identidad y reclamar soluciones a la crisis que está despoblando su tierra, que no son ciudadanos con criterio como los castellanos. Que catalanes, vascos y gallegos sí tienen derecho a decidir separarse de España y los de León no a ser autonomistas cumpliendo la Constitución.
Defienden así que los leoneses son ciudadanos de segunda que no tienen plenos derechos constitucionales, como ocurría en centroeuropa en los años treinta y cuarenta con algunos grupos sociales y territoriales. Y lo hacen sin despeinarse.
Claro, que puede que tengan una base de razón: al no cumplirse el precepto autonómico del artículo 2 de la Constitución con la Región Leonesa, puede decirse que ésta no ha abandonado el franquismo aquel de imposición y Castilla manda.
Vamos, que los de León no tenemos derecho a opinar, y, si nos ponemos, a llamarnos leoneses. ¡Anatema! Y, lo que es peor, creyendo los castellanistas que son de izquierdas y luchadores por la libertad de los pueblos. De todos, menos el que no reconocen ni a tiros: el leonés.
Para ellos León debe humillarse hasta desaparecer, y los leoneses callar la boca y no ser impertinentes. La Junta manda y sabe lo que es mejor para ellos. Y los habitantes de León, Zamora y Salamanca no. Así les pueden echar la culpa de todo lo que les pasa, sin que puedan criticar el centralismo de Valladolid o que Castilla sea una región con cifras equiparables a la media de la Unión Europea y León la más pobre de toda ella.
Castilla por encima de todo. Y si no está de acuerdo como leonés, cállese la boca y no sea un terrorista protestón con su opinión.
Castilla es lo importante.
Castilla manda.