En el Código Penal español se especifica la obligatoriedad de pertenecer a grupos de padres de Whatsapp o la de firmar libros en casetas. Si no lo haces hay sanciones económicas y penas de cárcel. Me extraña que no haya más quejas sobre estos dos asuntos. Evidentemente no existe forma de salir de un grupo de Whatsapp. Todavía. Quizá implementen tal herramienta en un futuro. Ni se puede decir que no al que te propone que vayas a encontrarte con tus lectores (si los tienes) un rato en un quiosco. Como conservar tus preferencias sexuales o tus cromosomas. Se fuerza al ciudadano a cambiarlos cada seis meses aproximadamente. Eso es por ley. Yo ahora mismo no sé si me llamo Ernesto o Ernestina ni cuántos tampones comprar ni su capacidad de absorción y si puedo abortar antes o después de escuchar al fetillo recitarme algo. También hay disposiciones que nos fuerzan y apremian para dejar nuestro domicilio a los okupas que tengan un número impar de tatuajes y de darles una llave del buzón además de enseñarles cómo va la caldera. Al igual que ver ciertos canales de la televisión, comer embutido y beber agua embotellada. Yo sería feliz si no me hicieran beber cerveza y fumar cigarrillos por la mañana en terrazas de portal a portal. Pero así están las cosas. Ahora mismo no se puede cambiar la Constitución (que nos hemos dado). En Castilla y León tenemos además el problema del idioma al ser violentados a hablar (¡y cantar!) en catalán un 35% del tiempo (un 40% en algunas zonas del Bierzo). A ver si las próximas elecciones ganan el PP y Vox ya del todo y alcanzamos esas libertades con las que ahora solo podemos soñar.