La cuestión berciana: el distrito autonómico de Ponferrada

José Luis Prieto Arroyo

La creación de una Autonomía Leonesa otorgaría al pueblo leonés no solo la capacidad de eludir el nefasto futuro que le tiene deparado la Junta de Castilla y León (de seguir en la actual Comunidad Autónoma), sino que además podría hacer uso de su autogobierno para diseñar su propia organización y ordenación del territorio, una cuestión que afecta de lleno a las aspiraciones de El Bierzo.

En el artículo “La Cuestión berciana: el planteamiento provincial” -publicado recientemente en este mismo periódico- dejaba constancia de algunas de las dificultades jurídicas para que el planteamiento provincial de El Bierzo tuviera éxito, y a ellas remito al lector. Dentro de este planteamiento, son tres las variantes que se barajarían: la de la Quinta provincia gallega, la de la Décima provincia de Castilla y León, y la de la Cuarta provincia en una nueva Comunidad Autónoma de la Región Leonesa. Incluso podría incorporarse una cuarta: la Segunda provincia leonesa en una Comunidad Leonesa uniprovincial. Las dificultades jurídicas señaladas afectarían a cualquiera de las alternativas, pero, sobremanera, lo harían en el caso de la Quinta provincia, puesto que exigiría, además de la pertinente Ley Orgánica que la creara, una modificación del Estatuto de Galicia, algo que a nadie se le escapa comporta un proceso político peliagudo, especialmente, para los partidos estatales; proceso, eso sí, más suave en el resto de opciones provinciales. Sinceramente, creo que los responsables de este planteamiento deberían habérselo pensado mejor, a no ser que con la moción galleguista lo que una parte del bercianismo político pretenda sea frustrar a muchos jóvenes que, creyendo de buena fe que la gallega es una buena opción, no tardarán en verlos radicalizarse como modo de afrontar la frustración, confiando en que lleven el ruido de la Quinta a las calles y les hagan el trabajo que como dirigentes políticos son incapaces de hacer.

Comprendo el valor simbólico emocional de sentirse perteneciente a una provincia; sobre todo, en el caso de leoneses, zamoranos y salmantinos, a quienes se ha venido hurtando toda opción de sentirse miembros de la Región Leonesa, es decir, pueblo leonés. Pero los bercianos no necesitamos ninguna nueva provincia para sentirnos más bercianos: ni la Décima de Castilla y León, ni la Cuarta de la Región Leonesa, ni siquiera la Segunda de la Comunidad Leonesa uniprovincial. Porque el sentimiento provincial que pueda acompañar a salmantinos, leoneses o zamoranos tiene casi doscientos años de rodaje bregando para que no los asimilen a castellanos, y el sentimiento provincial berciano es, hoy por hoy, mera fábula. Habría que construirlo. Y para qué.

Descartado el sentimiento provincial, lo que de verdad interesa a los bercianos es saber qué organización territorial es la que más les conviene, en aras de ejercer el mayor control posible sobre su futuro. Y es aquí donde, en la denominada Cuestión berciana, entra con gran solvencia conceptual y visos prácticos un nuevo planteamiento, el de distrito autonómico, ofrecido por Iniciativa Autonómica Leonesa (IAL) en su recientemente publicado “Informe técnico para la creación de la Comunidad Autónoma de la Región Leonesa”. ¿Qué es un distrito autonómico y qué ventajas tiene sobre la provincia?

Conceptualmente hablando, un distrito autonómico es una entidad territorial de nuevo cuño a disposición de las CCAA para su mejor organización territorial. Los rasgos que lo definen son los siguientes: a) conforman el segundo escalón territorial, subsiguiente al de la propia Comunidad Autónoma; b) gozan de personalidad jurídica propia y capacidad descentralizadora (los distritos son receptores directos de competencias autonómicas delegadas de pleno alcance en toda la Autonomía, es decir, trascienden al propio ámbito territorial del distrito; c) son entidades perceptoras de financiación autonómica, asignada sobre la base de la territorialización del presupuesto autonómico con criterios poblacionales; d) son entidades de naturaleza administrativa autonómica, aunque de base física supra comarcal, es decir, cada distrito autonómico estará conformado por una o más comarcas que se adhieren a él de modo democrático; e) son entidades de representación directa, lo que las diferencia radicalmente de las provincias y sus diputaciones provinciales, poseedoras éstas de una representación politizada de base partidista; f) permiten una organización inclusiva de las entidades tradicionales, concejos y juntas vecinales, a las cuales potenciará; g) el distrito vierte sobre las ciudades grandes y medianas la capacidad de prestación de servicios a todo su ámbito territorial, de ahí que lleven el nombre de la ciudad con mayor capacidad de prestarlos, en este caso, el Distrito Autonómico de Ponferrada; h) la capacidad descentralizadora del distrito supone un cambio paradigmático en la concepción de las ciudades, que pasarán de receptoras de población de su entorno rural a garantes del sostenimiento de la población en concejos y pedanías.

No voy a caer en la insensatez de, para postular el distrito autonómico, plantear la desaparición de las provincias en la nueva Comunidad Autónoma Leonesa. Siendo competencia del Estado, que el Estado haga lo que tenga que hacer con ellas; que ya va siendo hora, después de tanta palabrería sobre la desaparición de las Diputaciones provinciales (¡lo que cuesta desmontar los chiringuitos cuando es uno el beneficiario!). Pero tampoco voy a permanecer en la indolencia viendo cómo el pueblo sigue siendo el único pagano del sostenimiento de entidades inútiles que con superávit anual y largo remanente de millones de euros permanecen inoperantes e impasibles ante la severa crisis que a todos afecta, sufragando Mesas, Asociaciones, Fundaciones, Denominaciones de espurio origen, etc., mientras campea la miseria y la desolación.

El Informe técnico de IAL se basa en datos contrastables que emanan de fuentes oficiales. Es por esto que la propuesta organizativa que hace para la creación de la nueva Comunidad Autónoma Leonesa gana cada día más adeptos en los ámbitos en los que se presenta, que la ven como una alternativa seria y rigurosa para el necesario autogobierno leonés. Algo que, sin duda, viene a reforzar su propuesta de creación del Distrito Autonómico de Ponferrada como una garantía de organización territorial descentralizada, eficiente, presupuestaria y administrativamente sostenible, así como poseedora de un elevado componente democrático integrador de concejos y juntas vecinales, cuyo buen desarrollo -como se ha dicho- potenciará.

¿Ventajas del Distrito autonómico de Ponferrada sobre la provincia de El Bierzo? Todas. En el plano político, ¿cómo comparar la Vicepresidencia autonómica y las tres Consejerías con competencias directas en toda la Autonomía Leonesa que le corresponderían al Distrito Autonómico de Ponferrada que propone IAL con las competencias que tendría la Diputación de El Bierzo? En términos de financiación, ¿cómo comparar los 500 millones de euros que le corresponderían de presupuesto territorializado al Distrito con el presupuesto de la Diputación de El Bierzo (aproximadamente, la cuarta parte de lo que hoy es el de la de León). ¿Cómo comparar la eficiencia de una entidad administrativa autonómica, a la que por población corresponderían 500 empleos públicos sin sobrecoste alguno para el Estado -que es quien financiaría la nueva Autonomía- con la de una Diputación provincial?, ¿hay alguna razón de peso para pensar que la Diputación de El Bierzo, con unos 30 M de presupuesto -más o menos- prestaría más y mejores servicios que hoy lo hace la de León con 130? Claro que, a lo mejor, vendría al rescate financiero y organizativo el poderoso Consejo Comarcal con sus milagrosos apenas 5 M de que dispone y su bien probada gestión.

Cuando IAL presentó este propuesta realista y garantista ante los medios de comunicación, los valedores de la Quinta provincia gallega no tardaron 24 horas en tildarla de tan centralista como la Junta de CyL. Hoy, no tengo la menor duda de que los bercianos y el resto de leoneses se sentirán mucho más satisfechos con el “centralismo” de la Vicepresidencia y las tres Consejerías, capacidad presupuestaria y administrativa propia, gestionadas por, en y desde Ponferrada, que con el deplorable centralismo pucelano. Claro que, a lo mejor, cierto sector del bercianismo político con lo que está encantado es con el periferialismo romántico gallego o, incluso, con el periferialismo abstruso y despectivo pucelano. Todo vale, con tal de perder de vista a la “puta León”, el socorrido exabrupto sobre el que descargar todo el contenido ideológico partidario del que disponen cuando los argumentos brillan por su ausencia y las ocurrencias se tornan en la salvadora huida hacia la periferia de cualquier parte.

No hay mejor cura para el complejo periférico berciano que el planteamiento que vengo defendiendo desde 2008 en el proyecto Espacio Noroibérico, concretado en el Manifiesto por el Noroeste Ibérico que tuve el honor de exponer en el marco del Primer Congreso Territorial del Noroeste Ibérico (Ponferrada, noviembre de 2012), organizado por el Campus Noroeste de la UNED. En el repositorio digital del Observatorio Territorial del Noroeste (así como en mi libro “España necesita un nuevo Estado”), el lector podrá encontrar los fundamentos científicos que avalan la idea que subyace al Espacio Ibérico y al propio Manifiesto, así como el origen de la idea de organización territorial basada en el concepto de “distrito territorial”, concepto bien diferenciado del de distrito autonómico, aunque integrador del mismo. Como vengo defendiendo en artículos y libros, hoy mantengo la plena convicción de que la esencia geopolítica de El Bierzo reside en ocupar la centralidad del Noroeste Ibérico, una ecorregión o región vivencial europea verdaderamente genuina que servirá de modelo a muchas otras. Y es ahí, en mi opinión, donde la Cuestión berciana debe dilucidarse después de resolver su situación político-administrativa, siempre respetando las singularidades territoriales de este magnífico espacio histórico, cultural, económico y poblacional (casi diez millones de personas) con continuidad desde el Neolítico. Respeto que exige no alterar la estabilidad de Galicia ni la de Asturias ni la de la Región Norte de Portugal, aunque sí la segregación de la Región Leonesa por razones obvias.

Pero este es otro planteamiento de la Cuestión berciana, un camino que no por largo debe amilanarnos, pues muchos son los beneficios que el Espacio Noroibérico acabará reportando a los bercianos.