El 23J, esa oportunidad (II): ¿Y por qué va a ser este el momento?

Santiago Abasca, Carles Puigdemont, Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez.

(Viene del artículo 'El 23J, esa oportunidad (I): Aquellos arquitectos transicionales')

Los políticos españoles son expertos en pasar la patata caliente para que alguien la recoja en alguna legislatura que haya de venir. Saben que los asuntos mal resueltos y los pendientes de resolución acaban enquistándose, y tampoco ignoran que todo lo que se enquista, se malignice o no, acaba demandando la mano del bisturí. Entonces, ¿por qué creo que Feijóo, Sánchez, Díaz, Puigdemont, Junqueras, Ortuzar, Otegui y Clavijo lo van a entender? Pues porque aquí en León sí que cuenta el hecho diferencial.

Feijóo

Haber ganado un debate televisivo y el 23J no han convertido a Feijóo en un hombre de Estado, no ha hecho hasta ahora el currículum que para ello se necesita; por eso, lo primero que necesita es tiempo y el tiempo en política no se regala, hay que ganárselo; de ahí que al menos un par de años o tres en el Congreso sea vital para su continuidad, algo que no tiene asegurado, pues no basta con marear la perdiz para que te dejen gobernar cuando los números no dan. ¿Aguantar hasta la repetición electoral? Es una opción atractiva, pero ¿quién le asegura que no se vayan a repetir los resultados del 23J o incluso que sean más desfavorables para él, en cuyo caso ya puede ir buscándose barquito y mejores compañías para salir a navegar? Tres años, o dos mejor para él.

Sánchez

Sánchez puede tirar todo lo que quiera de manual, pero la resistencia cuando se llena de vana jactancia se vuelve casquivana y empieza a coquetear con los demás. Uno se puede pasar la vida alegre de mitin en mitin e incluso aprender a debatir, pero llega un momento en el que hay que ofrecer algo de cosecha personal.

Hasta es posible que este hombre no deje de sorprendernos y, por la razón que sea -unos no dejarán de decir que también él es víctima del sanchismo; otros, porque la resiliencia se ha cansado de ser resiliente y ahora lo esté empujando por el derrotero de la huida hacia adelante; qué más da- descubre que necesita entenderse con Feijoo para sacar adelante un Estado Federal, única salida hoy posible para España, como bien se argumenta en muchos libros y artículos escritos por personas que no se juegan nada personal en esa partida territorial (no le vendría mal la lectura de uno titulado España necesita un nuevo Estado (Ed. Lobo sapiens, 2020). Ganaría el Gobierno y, de regalo, que nadie se metiera con él respecto de la gobernabilidad, pues tendrá bastante con sacar adelante un referéndum sobre el régimen y poner en marcha unas Cortes verdaderamente Constituyentes.

Sánchez necesita hacer currículo del bueno, del que te coloca en la Historia; coraje no le falta, está por ver si tiene lo que hay que tener, que no es jugar al juego que hasta el 23J se le ha dado bien, pero que a partir de esa fecha puede hundirlo en los procelosos submundos de la ingobernabilidad, hipotecado hasta las trancas y ya sin nada en la manga que ofrecer. Dos añitos o tres, nada más, pues Feijoo no puede esperar.

Díaz

Yolanda Díaz algún día será la presidenta del Gobierno de España, dadas sus incuestionables aptitudes para la política: se prepara su trabajo y por eso habla de lo que sabe y sabe de lo que habla; domina el mudar de perfil cuando la fiesta lo aconseja; ha demostrado tener más cabeza que corazón; no necesita amigos, solo colaboradores; maneja los tiempos; sabe hasta dónde el feminismo puede llegar y no rebasará esa línea; va sobrada de currículum, y se podría seguir diciendo algunas cosas más. Pero como persona inteligente que es sabe que no está en condiciones de exigir y sí de sumar. Le viene bien un par de añitos o tres para acabar el Trabajo de Fin de Grado y, a las Constituyentes, opositar a ganar.

Puigdemont

Puigdemont, recuperado del susto que el 23J le ha regalado, aún necesita unos días para despojarse de la mentalidad de prófugo y recuperar la de dirigente político, algo que la carambola electoral ha puesto en sus manos, devolviéndole la posibilidad de regresar a una cárcel española en el habitáculo y no en el maletero del coche. No dispone de muchos, pues incluso hacerse el belga puede llevarlo a perder su oportunidad. Sabe lo que no le pueden dar, la cuestión es ¿entonces qué pedir?

A este señor le importa bien poco que pueda señalarlo como apestado buena parte del pueblo español, pero no podrá soportar que lo haga el catalán. Y eso puede ocurrir, si se equivoca a la hora de pedir. Por eso pedir un Estado Federal en el que encajen las aspiraciones no independentistas catalanas, podría lograr que incluso en alguna parte de España dejaran de referirse a él como el golpista cobarde. Y es que Puigdemont podría contentarse con ser el héroe del cambio de Régimen en España y de Estatuto en su patria nacional, y, a la par, seguir clamando por una oportunidad para los Países Catalanes en Europa, con chalé incluido, no en Waterloo, pero sí en Estrasburgo, ya con la tranquilidad de que no le llegará la orden internacional que el juez Llarena se habrá quedado con las ganas de mandar. Dos años o tres, nada más. Algo de cárcel, pero con la posibilidad de esa amnistía que suele acompañar a todo cambio de régimen que se precie.

Junqueras

Junqueras podrá, por fin, irse a dormir sin la pesadilla del procès. Sabe que el destino de ERC es perder elecciones para volverlas a ganar y volver a perderlas otra vez. Es su sino, pero también la causa del fortalecimiento de su dignidad. En ERC se podrá acertar o errar, pero se hace la política con conocimiento y con dignidad. Y pensando en la gente también, cosa que con demasiada frecuencia suelen olvidar los demás. El partido necesita igualmente ese par de añitos o tres para que se olviden de la tomadura de pelo de la Mesa, a la que Sánchez los subió sin saber ahora cómo se van a bajar. El Estado Federal es una excelente ocupación y, si las urnas así lo dijeran, la República un regalo para soñar en libertad.

Ortúzar

A Ortúzar la agenda le empieza a fallar. El PNV es el único partido en España que hasta ahora siempre ha ganado las elecciones, fueran las que fuesen, porque siempre ha sabido convencer a los vascos de que tienen una agenda que van a cumplir; por dos razones fundamentales: porque son listos y porque son vascos. Pero la agenda se ha visto pospuesta en demasiadas ocasiones ya, por lo que aquello que es virtud de una agenda, los tiempos, ahora se han dado cuenta de que no se pueden posponer indefinidamente, por más que sigan estando bien para justificar que en cada ciclo electoral les arranques a los de Madrid algo más. Por eso un Estado Federal podría ayudar: se acabó la cicatería; se acabó cuestionar el Concierto; al olvido los derechos históricos, que ya han dado de sí todo lo que podían dar, y, a lo mejor, de regalo, una República Federal, que traería bajo el brazo una nueva Ley de Protección de Secretos Oficiales que saque de una vez por todas los colores al campechano Borbón por lo ocurrido el 23F, si es que la cara dura de un emérito con semejante currículum personal es susceptible de enrojecer.

Otegui

A Otegui todavía las oportunidades le pueden llegar a tiempo. El hombre se lo ha trabajado. La historia personal de cada uno la juzgan los tribunales, los pueblos y la conciencia. A Otegui ya lo han hecho los tribunales, lo está juzgando -al parecer, favorablemente- su pueblo, y ante su conciencia solo podrá responder él. Que tuvo un papel relevante en la resolución del conflicto armado más grave que después de la Guerra Civil ha tenido España, solo lo pueden negar los que aún no han aprendido a taparse la boca con sus propias manos. Que no lo ha hecho por España, sino por Euskalerría, eso no hace falta decirlo, pero quién se lo va a reprochar. Hoy dirige un partido no solo legal, sino que hace política como otros tardarán mucho en aprender a hacer. Sin embargo, solo en una España Federal lo dejarán tranquilo cuando los vascos decidan convertirlo en lendakari, si es que eso vaya a ocurrir alguna vez; algo no muy probable, pero tampoco imposible, porque acaso ya no dependa de los socialistas, aunque sí de Sumar. Unas Cortes Constituyentes necesita Otegui también para que su espera no se alargue demasiado.

Clavijo

En cuanto a Clavijo… Pero ¿quién es ése? Lo sabremos en cuanto, aunque sea con guantes, decida si se lanza o no a por la patata caliente. Entonces los españoles de la Península sabrán quién de verdad manda en Coalición Canaria. Si acierta con la elección, nunca más nos olvidaremos de su nombre.

Y...

¿Y no se olvida de alguien? Cómo olvidarlo, si pasará, junto con su admirado Puigdemont, como gran promotor del nuevo Estado Federal.Y todo por un exceso de testosterona. Abascal todavía no ha aprendido que en política es más exitosa la humilde práctica del disimulo y el engaño que la soberbia creencia de estar en posesión de la verdad. Esa creencia fatal lo llevó a imponer sus leyes retrógradas en cuanto tomaron posesión de los cargos autonómicos derivados de los pactos del 28M, dejando al PP con sus miserias ante los focos y poniendo a Feijoo a la espera de otra oportunidad. Y es que en política también conviene saber que la transitiva puede ser una propiedad de las carambolas, como muy bien nos enseña el billar.

Si Abascal no estuviera tan obsesionado en meter su bola en el agujero y supiera que mejor contribuiría a ganar la partida empujando la de Vox a meter la del PP en el que le daría el punto ganador, ahora estaría formando gobierno y pasándoselo pipa demoliendo todo lo que a su alcance estuviera del Estado territorial, así como poniendo patas arriba el Estado Social y de Derecho que el sanchismo levantó. Pensaba que eso de que si A=B y B=C, entonces A=C, podría ser válido en esas tonterías que tiene la Lógica, pero que, en Política, para que una cosa sea igual a otra, antes tiene que decidirlo él. Desde luego, no se le espera en el Estado Federal.

Hace ya un par de décadas que se viene escuchando que los políticos de hoy juegan en cuarta regional B, nada que ver con los de la Transición, que pasaban las legislaturas de Champions en Champions, no por nada había fichado para la Política “lo mejor de cada casa”. Vistos los éxitos de aquellas ligas, falta por ver si los de la actual van saltar al campo del 23J con espíritu ganador, si van a aprovechar la oportunidad; o si, por el contrario, se limitarán a seguir dándole patadas a la patata caliente, esa bola democrática a la que los nuevos fichajes sobrados de testosterona, en una no muy lejana liga,esperan pegarle tan fuerte que acaben mandándola fuera del campo de juego, después de reírse de esta milonga ibérica, apenas pampeana, que alguno considerará tan naif como pretenciosa, que les acabo de contar.

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