Un fantasma podría estar a punto de ser revelado. Un fantasma con 83 años encima de tierra, maleza salvaje y un olvido casi total. Un luchador contra el dictador Franco y su régimen golpista de terror, miembro del puñado de guerrilleros contra la represión alzados en armas, por ideología y pura supervivencia, en los montes de León, el Bierzo, Galicia y Zamora, podría ver por fin la luz de la historia y de la justicia.
Un equipo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) afronta desde el viernes 11 de agosto uno de sus proyectos más ansiados: localizar el cadáver de Tomás Fernández Castro, asturiano, que bajo el apodo de 'Capitán Fantasma' o de 'Talalo' fue una de las primeras víctimas de los intentos de la España violenta tras el golpe de Estado de 1936 por aniquilar todo amago de resistencia contra la dictadura. Una resitencia de 'los del monte' de la que él formó parte.
El escenario de esta iniciativa será tan minúsculo como el conocimiento hasta ahora de la tragedia del minero asturiano, natural de Ablaña (concejo de Mieres), socialista afiliado en Olloniego y, tras el levantamiento golpista, aguerrido miembro del Ejército Popular de la República, donde alcanzó la graduación de capitán que bautiza su más conocido mote.
La refriega mortal
Se ignora el motivo del añadido de 'Fantasma'. Pero lo cierto es que en eso se convirtió desde que cayó alcanzado por las balas de un fuerte contingente represor que había conseguido cercar al grupo de milicianos asturianos en su intento de huir a Portugal gracias a un chivatazo. Fernández Castro, parapetado como pudo, cubría con su fusil a César Ríos y al guía del grupo, Jorge El Joven, que librarían la vida de milagro, el primero con un disparo en las nalgas.
Ocurrió en un punto cercano a la aldea de Primout (municipio de Páramo del Sil), como lo relatan con detalle las memorias del propio Ríos o Marcelino Fernández Gafas, algunos de los asturianos que después nutrirían, junto a mitos como Manuel Girón, Marcelino de la Parra y otro puñado de resistentes, la primera organización de guerrillas de toda España y de la Europa frente al fascismo, la Federación de Guerrillas de León-Galicia, fundada en la primavera de 1942.
Lo más que pudieron hacer por Tomás Fernández sus compañeros supervivientes de la refriega fue conocer que al cadáver acribillado se le había dado sepultura en lo que en muchos pueblos se conoce como 'cementerio civil', destinado a aquellos que mancharían el recinto cristiano.
Es en ese raquítico escenario de apenas cuatro metros cuadrados donde un equipo coordinado por Marco González y con Serxio Castro Lois al frente del grupo de arqueología intentará retirar la capa de tierra y olvido que aprisiona al capitán hasta, con suerte y esperan que en pocos días, dar con sus restos.
Los hippies que volvieron a donde “no vuelve nadie”
Los trabajos serán algo especialmente llamativo en este diminuto pueblo, Primout, conocido por haber sido pasto de la total despoblación hasta que en la década de los 90 fuera 'okupado' por el espíritu hippie. Antes, también durante la dura posguerra, Primout fue el primer destino, casi el destierro interior, de un maestro que después fue ilustre de la literatura asturiana y española: Ángel González. A él los apenas 20 vecinos le despidieron con un vaticinio demoledor: “A Primout no vuelve nadie” .
Sin embargo, muchas décadas después, vuelven ahora los arqueólogos y los luchadores de la memoria únicamente armados con el aliento de la justicia histórica y el empuje del presupuesto exclusivo de la ARMH, que se emplearán a fondo afrontando dificultades que pocas veces han vivido. El cementerio cerrado por muros de piedra está totalmente abandonado, comido por la maleza, “incluso con algún árbol”. De modo que la primera fase de desescombro y vaciado de la tierra tendrá que ser de manera manual, literalmente a pico, pala y calderos, porque las máquinas no caben.
Si aparecen inhumaciones, emplearán métodos de detección metálica para encontrar evidencias balísticas, lo cual ayudará a “diferenciar a la víctima de otros posibles enterramientos ordinarios” que pudiera haber. Y si resulta positivo, “se procederá a la exhumación de los restos minuciosamente y a su posterior análisis antropológico forense de campo, con el fin de discernir una muerte violenta y perfil biológico del cuerpo”.
Como es habitual en los múltiples trabajos de la Asociación, que naciera en León, también en la comarca del Bierzo, hace 23 años con la fosa de 'Los 13 de Priaranza', cotejar después el ADN que se pueda extraer con el de los familiares de Tomás Fernández Castro será la prueba definitiva. El símbolo del éxito de esta nueva acción será una placa de recuerdo en su memoria, ya que la familia sería libre para decidir dónde deben reposar sus restos, por fin y para siempre. Sería un poco más héroe antifascista y un poco menos fantasma.