“En abril de 1942, veinticuatro personas del Bierzo, Valdeorras, Ancares y Asturias declararían oficialmente que la Guerra Civil española no había terminado. Huían de la ”justicia“ de la dictadura un grupo de personas que se vieron obligadas a salir de sus casas, esconderse y vivir en clandestinidad si querían seguir con vida. Ya habían decidido resistir el embate del fascismo en julio de 1936 y perdieron. Muchos de ellos también habían perdido en el Norte al año siguiente, con la entrada de los militares rebeldes en Asturias. Pero continuaron sin rendirse”.
Con estas palabras dio la bienvenida Alejandro Rodríguez al libro de actas de las ‘Jornadas Federación de Guerrillas de León-Galicia - 80 aniversario’ organizadas por la Asociación Sputnik Labrego junto a Edicións Positivas que se celebraron el pasado fin de semana en la Casa del Parque de las Médulas, en la localidad de Carucedo. Existen muchos lugares por los que pasear, y la memoria, en ocasiones, es uno de ellos. En un momento en el que las fuerzas de extrema derecha están llegando a no pocos parlamentos europeos, conviene recordar lo que ocurrió en el viejo continente y previamente en España hace dos generaciones. Hay una fecha, casi icónica, que muchas personas la tienen grabada a fuego, el 24 de abril de 1942. Ese día, se firmaron las actas del I Congreso de la Federación de Guerrillas León-Galicia en las peñas de Ferradillo. Sin embargo, como es lógico, todo tiene su raíz y el congreso que nos ocupa no es una excepción.
La comarca leonesa del Bierzo y la vecina comunidad gallega tienen una orografía común. Sus montañas, regatos, castaños, aldeas pequeñas y senderos estrechos hacen de estas administraciones geográficas un todo a la hora de refugiarse para salvar la vida. Así nos lo explicaron Eliseo Fernández con una conferencia titulada “A guerrilla no Courel: unha primeira achega” y Dionisio Pereira con “Redes de evasión e ‘aparelhos de fronteira’ na raia seca galaico-portuguesa (1936-1965)”. Esos lugares de memoria, esos rincones cuya existencia no conviene olvidar, esa parte de nuestra historia, que no es mejor ni peor, simplemente es la nuestra, fue de nuevo puesta en valor por Alejandro Rodríguez (director de Sputnik Labrego) recalcando que esta Federación, la primera en formarse como tal en el Estado español, tuvo su origen en un fracaso, que fue, en términos generales, el intento de huida de una gran parte de sus integrantes a Portugal. Este grupo de huidos procedían tanto de los que regresaban a sus pueblos tras la caída del Frente Norte en octubre de 1937 como de los que se escondían en los montes de la zona. Después de varias idas y venidas de Olloniego (Asturias) a Casaio (Ourense), de aquí a Sernande (Venhais-frontera portuguesa) y vuelta a empezar, ocurrió lo que se antojaba como inevitable.
Visto y analizado que la huida al país vecino no sería posible, en mayo de 1941 en los Valles de Casaio se formó la Federación de Guerrillas Populares, integrada por nueve grupos, que serían el germen de la que un año más tarde se forjaría en Ferradillo. Esta federación tenía una dirección ambulante formada por Manuel Girón Bazán (Girón) y Marcelino Fernández Villanueva (Gafas). Las acciones que la Federación llevaría a cabo se pueden dividir, en palabras de Alejandro, en dos grupos: acciones económicas dirigidas contra las élites de la zona y acciones de venganza contra aquellos que participaron activa y significativamente en el Golpe de Estado fascista. Durante el último mes de 1941 se desarrollaron los primeros estatutos de la Federación en la conocida como Ciudad de la Selva. Estos estatutos ponían de relieve tanto la unidad antifranquista, ya que en sus filas había socialistas, comunistas, anarquistas y gente sin afiliación política, como la disciplina, clave para cumplir con los objetivos marcados.
Este grupo, esta unidad de acción y este objetivo común, con las esperanzas puestas en una posible (pero nunca real) intervención de las fuerzas Aliadas tras la caída de las potencias del Eje y el fin de la II Guerra Mundial, fue lo que llevo a crear, como se mencionó anteriormente, la Federación de Guerrillas León-Galicia en las peñas de Ferradillo el 24 de abril de 1942. De aquí a su final, en julio de 1946 tras la caída de la Ciudad de la Selva, tuvo lugar una lucha de resistencia y dignidad que la sociedad, según las palabras de las personas que intervinieron en las jornadas, no han puesto en valor como si ocurre en otros países de nuestro entorno.
Lugares de memoria
Esa memoria de la que venimos hablando está formada por lugares concretos y fechas que algún día fueron hoy en las hojas de un calendario expuesto en las cocinas de miles de hogares. La historia no son grandes nombres, la historia está forjada por muchos nadie, que en realidad lo son todo, que hicieron lo que sus ideales les empujaron a hacer. Los unos, sembrando de odio y terror cada centímetro de tierra buscando proteger sus privilegios con la connivencia de unos matones que quisieron dormir en la casa del amo pero que nunca consiguieron pasar del jardín. Los otros buscando un mundo más justo, más igual entre semejantes y en el que las miseria de unos y la opulencia de otros se acortara en sus extremos. En el Bierzo hay varios, casi uno en cada pueblo.
Santalla
Uno de ellos es Santalla, y así fue explicado a las más de cincuenta personas que asistieron a las jornadas, visitamos varios lugares de la memoria. En esta localidad en la que se encuentra la casa del matrimonio formado por Pedro Carrera Vidal y Angustias Vidal Méndez en la que se editó por primera vez El Guerrillero. Este edificio contaba en su planta baja con un salón de baile y los días que había fiesta, aprovechaban para imprimir el conocido periódico que entre abril de 1944 y abril de 1946 llegó a contabilizar quince ediciones. La mayor parte fue impresa en Santalla y el resto en Carucedo y Rammalledo (Montecubeiro, Lugo)
La Martina
En este lugar ocurrió uno de los sucesos más bestias y deplorables de la represión fascista en tierras bercianas. El 23 de agosto de 1936 los falangistas del vecino pueblo de Villaverde asesinaron embarazada a Jerónima Blanco Oviedo (22 años) y a su hijo Fernando Cabo Blanco (3 años) a la puerta de su casa. El motivo, ser pareja e hijo de Isaac Cabo Pérez, un hombre sin delito alguno a sus espaldas. Gracias a los trabajos de la ARMH sus cuerpos fueron exhumados en 2008 y posteriormente el Ayuntamiento de Ponferrada en 2020 erigió un monumento para quitar esa capa de olvido que en ocasiones pretende cubrir a la memoria. El mensaje de los fascistas era claro: o con nosotros o podréis acabar así. Por eso tuvieron expuestos los cadáveres tres días. Por eso las tres palabras que sostienen los cimientos del movimiento memorialista están llenas de significado: verdad, justicia y reparación.
El Carmen
El Carmen fue el antiguo cementerio de Ponferrada en el que no se recogieron los restos debidamente cuando cesó su actividad. En el año 2016 se realizó una prospección sin éxito y en este próximo 2023, durante el primer trimestre y gracias a la implicación del Ayuntamiento de Ponferrada, Sputnik Labrego llevará a cabo una nueva exhumación. El guía de la visita, de nuevo Alejandro Rodríguez, quiso dejar claro que es el Estado, en ese caso a través de un ayuntamiento, el que se hace cargo de exhumar los restos de las víctimas de la Guerra Civil, ya que ellos serán meros trabajadores.
Columbrianos
En Columbrianos ocurrió el principio del fin. En una casa de la Plaza del Concejo tuvo lugar un tiroteo el 5 de junio de 1945 en el que resultaron asesinados tres guerrilleros, Miguel Cuellas, Robustiano Arias y Manuel Moreno, la dueña de la casa, Catalina Martínez y un joven enlace. En total cinco personas murieron en lo que será conocido como “la caída de Columbrianos”. Rodríguez quiso destacar que en esta casa no se incautó una cantidad ingente de documentos, si no que tras las primeras detenciones, todo empezó a caer siguiendo lo que se puede llamar como la carretera de la muerte, la antigua N-120 (hoy N-536), desde Ponferrada hasta O Barco de Valdeorras. “En Columbrianos, podemos decir, comenzó el final de la Ciudad de la Selva”, subrayó Rodríguez, del que tiene documentados ciento treinta y cinco enlaces.
Carracedo
El último lugar de memoria fue Carracedo del Monasterio, concretamente la conocida como Casa del Inglés, de nombre Alexander Easter, una de las personas más importantes para la guerrilla desde el punto de vista logístico. Alexander participaba en una misión de la organización “Special Operations Executive” del Reino Unido tras el estallido de la II Guerra Mundial. Esta casa sirvió como hospital clandestino en su parte superior y seria el propio Easter el que facilitara tanto la multicopista con la que se imprimiría El Guerrillero como una gran cantidad de enlaces a la guerrilla.
La arqueología como instrumento de memoria
La arqueología es la ciencia que estudia las artes, los monumentos y los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos. Exactamente esto último nos trae al presente información desconocida hasta el día de hoy. Excavando lentamente y con mimo los chozos de la Ciudad de la Selva, cuyo documental dirigido por Miguel Riaño Roa se proyectó el día anterior, Carlos Tejerizo García explicó como los integrantes de Sputnik Labrego encontraron objetos que dan pistas de cómo vivían los guerrilleros, qué comían, qué bebían, cómo se cuidaban y un largo etcétera. Xurxo Ayán, en su parte del libro de actas describe de una forma casi poética cómo una serie de objetos que se encontraron en diferentes procesos humanizan la vida de los guerrilleros, desde un cuchillo y el famoso mosquetón de Benigno Andrade (Foucellas) hasta un acordeón.
Uno de los actos más simbólicos, más descriptivos, más desgarradoramente impactantes, que nos hacen viajar del presente al pasado, que nos pone en la piel de aquellos y aquellas que le plantaron cara al fascismo o simplemente huyeron de él, es la exhumación de una fosa. Laura Martínez Panizo detalló las exhumaciones de guerrilleros y enlaces en el Bierzo y Galicia que fueron llevadas a cabo hasta la fecha. No se trata de reabrir heridas, se trata de que estas supuren y se cierren, de devolver la dignidad a unas personas que nunca la perdieron. Se trata, como señaló una de las asistentes a las jornadas, de intentar poner a España al nivel de cumplimiento con los Derechos Humanos que le corresponde.
La Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, nos señaló que “el mundo ha perdido muchos valores, especialmente los de la comunicación, la memoria. A veces nuestros propios pueblos pierden su memoria histórica y no tienen toda la culpa, pues las editoriales no publican sus libros y los medios de comunicaciones crean solo fantasías de intrigas, de odios, de rencores o, simplemente, silencio”. Este encuentro sirvió para eso, para hacer presente y construir futuro a través del pasado.