Beni y Pepa, leonesas pioneras del fútbol femenino que marcaron un hito y goles en Cataluña y el País Vasco

Benigna de Manuel 'Beni' con una foto antigua (i) y María José Rodríguez 'Pepa', jugando en el País Vasco.

César Fernández

Muchos años antes (tantos como 55) de que Olga Carmona hiciera a España con su gol en Australia campeona del mundo de fútbol, ya había mujeres que cumplían sueños con un balón en los pies. Benigna de Manuel 'Beni', que nació al sur de la provincia en Joarilla de las Matas, que rivalizaba en el patio con los chavales por ver quién corría más (“pocos me ganaban”), que marchó “llorando todo el camino” a Barcelona y era “la más ágil” poniendo una pieza a los televisores Iberia, trabajaba ya en la Seat cuando les propusieron a las operarias formar un equipo.

“Fue el día más feliz de mi vida”, cuenta quien pasó luego por las filas del Sant Andreu (entonces San Andrés) hasta que se casó y colgó las botas en 1972. Embarazada de cuatro meses, se disponía a saltar de la grada al campo para suplir a una antigua compañera lesionada hasta que tuvo que interponerse su marido, Clemente Arias, quien compara su estilo de juego con el del legendario extremo izquierdo del Real Madrid Francisco Gento.

Con Javier Clemente, que mucho antes de protagonizar una célebre y polémica etapa como seleccionador nacional ejercía como pelotero en el Athletic de Bilbao, se identificaba por entonces María José Rodríguez 'Pepa'. Con raíces familiares en el Bierzo, nació en Asturias y estaba en el País Vasco cursando el Bachillerato cuando jugó un partido con el Basauri contra el Galdácano. El Arratia la fue a buscar a su casa para ficharla y jugar (y ganar) una liga de Vizcaya con hasta 16 equipos inscritos en la temporada 1970-1971.

Había participado en algún encuentro mientras estudiaba en La Coruña cuando en la Pascua de 1972 formó en Cacabelos en un improvisado duelo de rivalidad contra el Carracedo. Todavía al frente de Aros 5 con la gimnasia rítmica, delegada durante años del Basket Bierzo y antigua profesora de Educación Física que ha asistido a un cambio de mentalidad desde aquellas clases divididas por sexos (“al principio chocaba que fuera a trabajar en chándal”), es también una habitual en la grada en los partidos de la Deportiva Ponferradina. “Y el éxito de la selección va a ser un revulsivo y un empuje muy grande”, considera.

Quiso la casualidad que dos de las pioneras del fútbol femenino leonés tengan denominadores comunes. Benigna y María José son Beni y Pepa, nombres cortos para dos mujeres de figura menuda pero sobradas de carácter. Seguramente no fuera fruto de la casualidad que ambas marcaran sus primeros goles en Cataluña y el País Vasco, donde el terreno estaba entonces (en plena dictadura franquista con la Sección Femenina dictando normas de conducta) algo mejor abonado para que floreciera el deporte entre las mujeres. “De aquella se empezaba a oír en el País Vasco que también había fútbol en Barcelona y Madrid”, rememora Pepa. “En algún campo sí que se oía alguna cosa. Pero no recuerdo que se metieran con nosotras. Y eso pasaba por el matriarcado que imperaba en el País Vasco”, añade. Beni sí que recuerda algún comentario desde la grada mandando a “fregar” a las jugadoras. Al principio había veces en que un cuñado tenía que intervenir.

El día que me propusieron jugar al fútbol fue el más feliz de mi vida

Benigna de Manuel 'Beni' Exfutbolista

“Nunca tuve muñecas”, cuenta Beni, que se pasaba “todo el día con la pelota” aunque no fue hasta que llegó a Cataluña cuando disputó sus primeros partidos de fútbol en 1968. Ella, que había tenido que aprender sobre la marcha a coser a máquina para acondicionar en la Seat asientos de los míticos modelos 600 y 127, no se arredraba ni en el trabajo ni el campo: “Yo siempre estaba revolucionando el gallinero”. Y esa frase que dice sobre una trayectoria de 14 años en la empresa automovilística podría aplicarse perfectamente a su desempeño en el terreno de juego hasta sortear sin caerse jornadas de lluvia y barro en campos como el de Manresa.

Beni echaba la pelota hacia adelante y pocas la seguían. “Jugaba al estilo de Gento. Corría y hacía el pase atrás”, rescata su marido. “Me ficharon a mí a y a la portera”, cuenta ella sobre su llegada al Sant Andreu. “Yo iba como una loca. Había días en que me daba pena de las contrarias”, admite sin dejar ahora de hacerse una pregunta en voz alta: “¿Por qué lo dejaría?”.

Beni trabajó en la Seat hasta 1983. Un año después era la más veterana de un equipo que se formó en Joarilla de las Matas para jugar un partido. “Pero lo pasé mal. Nos metieron muchos goles. Yo me ponía mala”, lamenta para reconocerse como “competitiva”. Ahora reside durante la mayor parte del año en Villaquilambre. Y es una habitual en Navatejera del Ciami (Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer e Igualdad), donde también deja huella. “Para mí es un referente. Yo de mayor quiero ser como ella”, dice una de sus compañeras, Puri García. “Beni es la sonrisa personificada. Ella transmite alegría. Arrastra a todo el mundo”, añade la responsable del centro, Carmen Fernández Llamazares. El Ciami permite a Beni desarrollar otras aficiones que quedaron también latentes. “Me habría gustado ser titiritera”, lanza mientras muestra en un álbum un puñado de fotos como actriz en varias funciones populares.

Hemos avanzado muchísimo, pero todavía no hay suficiente apoyo

María José Rodríguez 'Pepa' Exfutbolista

Pepa pudo ver la evolución del deporte femenino desde otra perspectiva. Instalada en Ponferrada como profesora de Educación Física del Instituto Álvaro de Mendaña desde mediados de los años setenta, al principio las clases de la asignatura se dividían por sexos. Cuando se jubiló en 2012, “tanto los chicos como las chicas jugaban al fútbol”. Apenas se contaban con los dedos de la mano las mujeres que iban a ver a la Ponferradina al viejo y desaparecido campo de Santa Marta cuando ahora son legión las que se pasan por El Toralín. Y el contraste también es notable entre aquel partido en Cacabelos de 1972 (“mi referencia era mi tío, Alberto Rodríguez 'Albertín', y el entrenador fue Ricardo 'el Relojero'”) y el desarrollo del fútbol femenino en la comarca berciana, donde hace ya un par de décadas llegaron a coincidir dos equipos, el Peña Centenario del Athletic de Bilbao y el Promesas Ponferrada, en categorías de relevancia.

Muchos años antes de que Luis Rubiales difuminara con un beso no consentido a Jenni Hermoso la relevancia de la gesta de la selección española femenina, ya había mujeres que cumplían sus sueños, a veces entre el barro pero otras con cierta resonancia. Soberano patrocinaba aquel equipo del Arratia, que incluso cobraba entradas para saldar la deuda del club. Beni, que recuerda que la Seat les dio un llavero con la inicial, confiesa que apenas ve fútbol por la tele porque se pone “muy nerviosa”. “Y cuando insultan a las mujeres me pongo negra”, agrega. Pepa vio la final del Mundial en el centro de Ponferrada sin dejar de echar en falta una mayor repercusión social, un sentimiento transformado luego en indignación por el “despropósito impresentable” de Rubiales. “Hemos avanzado muchísimo, pero todavía no hay suficiente apoyo”, lamenta Pepa, convencida de que el futuro será mejor. Y la suya es palabra de pionera. 

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