Hay en el mejor cine de Alberto Rodríguez una búsqueda revisionista de nuestra historia más reciente, o más bien un afán por contar otras verdades que subyacen al relato oficial. Su obra, analizada desde la clarividente óptica que da el repaso retrospectivo de algunas de sus películas, delata una clara intención de indagar en esa cara B de la crónica sociopolítica nacional que también explicaría (más si cabe) nuestro presente.
El realizador sevillano es además un maravilloso creador de atmósferas, recreando con una sutil e invisible verosimilitud mundos muy cercanos (en lo temporal y en lo geográfico) para el espectador, algo que hace que sea mucho más meritoria esa solidez artística, ese rigor argumental y estético que eleva sus películas a la categoría de documentos de una época y sus circunstancias.
Recapitulemos. Si en 7 vírgenes (2005) evocaba el mejor cine quinqui para mostrarnos los márgenes de la ciudad, en After (2009) retrataba con crudeza el desolado paisaje emocional de la llamada Generación X; si en Grupo 7 (2012) tejía un estupendo drama policial en la Sevilla previa a los fastos de la Expo 92, en esa obra maestra que es La isla mínima (2012) nos trasladaba a comienzos de los 80 y a un remoto lugar al que la Transición todavía pugnaba por llegar para confrontar también a dos policías que representaban el pasado y el futuro; si en El hombre de las mil máscaras (2016) abordaba el thriller político para enseñarnos las cloacas del estado en los boyantes años 90, ahora con Modelo 77 se enfrenta a un drama carcelario para contarnos la Transición de los otros, de todos esos presos condenados y encerrados por el régimen franquista (muchos de ellos por causas tan peregrinas como las que amparaba la Ley de vagos y maleantes) que aspiraban a una amnistía, que anhelaban empezar de cero, como esa España nueva que buscaba torpe pero firmemente consolidar la democracia.
Como en toda buena historia carcelaria que se precie, en la cinta de Alberto Rodríguez también encontramos traiciones de colegas, ajustes de cuentas, motines, líderes déspotas, funcionarios corruptos y sádicos, celdas de castigo, intentos de fuga, denuncias del sistema penitenciario, enfrentamientos entre la institución y el condenado, amistades inquebrantables o espacio para la esperanza.
Modelo 77 es un relato carcelario de libro, una obra fielmente deudora de todos los paradigmas de este subgénero del drama criminal que ha albergado, en ese claustrofóbico escenario que cabe detrás de unos barrotes, tantas grandes películas. Es cine del bueno, ese que desprende el aroma inconfundible de lo auténtico, que es capaz de transportarnos al universo que retrata con emoción e inteligencia, que derrocha estilo sin ser autocomplaciente. Es cine que interesa y entretiene, algo tan fácil de apelar como difícil de encontrar.
Puedes encontrar a Antonio Boñar en su cuenta de Twitter.