Alberto Flecha: “La literatura, como actividad artística, tiene el deber de plantearse el lenguaje mismo”
Finalista hace veinte años del premio Letras Jóvenes que convoca la Junta de Castilla y León, el narrador leonés Alberto Flecha, que se define como un gran lector desde que era un niño, lamenta que no se editara su poemario 'Canta Belinda', con el que fuera finalista, porque sigue sorprendido de los versos que escribiera entonces, los cuales han resistido bastante bien el paso del tiempo, según él, consciente de que en aquella época no era tan fácil editar como es ahora. En todo caso, le permitió conocer a mucha gente.
Recuerda que, siendo un niño, le encantaba quedarse en la cama leyendo cómics, libros de aventuras o lo que fuera. “Hasta comiendo me entretenía leyendo los ingredientes de las los embalajes de comida”. Y se siente deudor de aquellos autores para los que la forma es esencial. “Aquellos que hablan con el estilo”. Tal vez por eso le gusta el expresionismo de Valle Inclán, el barroquismo de Carpentier, Onetti y la lírica de Pavese, entre otros.
Hasta comiendo me entretenía leyendo los ingredientes de las los embalajes de comida.
Sus comienzos en el mundo literario, en concreto su acercamiento a la poesía, con el Colectivo Aldabón de Bombay, al que también pertenecía el narrador y contador de cuentos Manuel Ferrero, se produjo en su etapa adolescente, durante la cual siguió leyendo con avidez todo lo que caía en sus manos. Lo mismo leía libros de retórica que se apasionaba recitando a Saint John Perse al ritmo de la música de un trombón de varas. “No sabíamos apenas nada, pero éramos grandes entusiastas. Recorrimos centros de arte, fiestas de los pueblos, bibliotecas y bares con nuestro espectáculo. Aquello nos enseñó mucho sobre la poesía; sobre todo su libertad. Y eso nos ayudó mucho a todos desde entonces a ver no sólo el arte, sino también la vida con otros ojos. Sin duda”, rememora con alegría.
A lo largo de estos años, Alberto, que nunca se ha propuesto en serio publicar, ha tenido la suerte, reconoce él, de que siempre le han pedido colaboraciones. Y ha podido participar en muchos espacios, “siempre a salto de mata”, entre ellos, su participación en 'Semáforo calvo', una revista que editaba la Universidad de León, así como en obras colectivas como, por ejemplo, 'PoeMario' (que es un homenaje al poeta Nikos Kavvadías), 'Cuentos de León narrados por...', o bien 'TripleC', una obra editada en Argentina y dedicada al cuento breve o microrrelato, en el que Alberto es un especialista, aunque a veces duda de que este género exista. De lo que sí está seguro es de la brevedad de los 'micros' y de que conviene saber callar a tiempo para dejar al lector que lo complete por sí mismo. Asimismo, ha participado en antologías como 'Esto no rima', coordinada por el poeta leonés Abel Aparicio, “un tío muy vital y con un gran empuje que sacó el libro contra viento y marea” o 'En un viejo estanque', obra dedicada al haiku español contemporáneo. En este sentido, a Alberto Flecha le interesa mucho la poesía japonesa, porque se parece en cierto modo a los microrrelatos, “en ese callar”, del que antes hablaba. “Esas palabras cortas que callan y te dejan temblando más por lo que ocultan que por lo que dicen”.
Abel Aparicio es un tío muy vital y con un gran empuje que sacó la antología 'Esto no rima' contra viento y marea
Haikus y haibuns
Además del haiku, Alberto es un entusiasta del haibun, “estilo realmente interesante, apenas cultivado en español. Combina la prosa poética con un haiku en un diálogo entre ambos textos que potencia el efecto lírico”.
Cuenta que escribió una pequeña obra de haibuns con motivo de un viaje a Polonia que se perdió con la desaparición de su blog, una pena, aunque él sigue escribiendo a la vez que enseña como profesor, porque “al igual que la literatura, el enseñar es un negocio entre dos para formar un relato. Y que resulte convincente es fundamental. Si no, el trabajo está perdido”, aclara este apasionado del arte literario, que, como el maestro Gamoneda, cree que surge como revelación del lenguaje, habida cuenta de que el lenguaje es mucho más que el contenido de las palabras, que su contenido informativo. “Leer para informarse es algo que podemos hacer en un periódico, en un manifiesto, en una pintada de la calle. Esas palabras pueden incluso decir una 'noticia' nueva, algo que no sabíamos, sí, pero con el lenguaje de siempre. Incluso muchas novelas simplemente se dedican a 'informar' de una nueva historia de ficción. Sin embargo la literatura, como actividad artística, tiene el deber de plantearse el lenguaje mismo, hacer que este hable por sí mismo, más allá de su mero contenido. Tiene el deber de hacer de la obra una nueva realidad que revele algo que no estaba, ni en el fondo, ni en la forma. Por eso la literatura, en cierta forma, tiene el deber de plantearse el propio lenguaje, todo lo que este significa y ser, por tanto, radical, totalmente radical”. Así de contundente se expresa este narrador y poeta, que reivindica también la lengua asturleonesa como una manera de “sacar de debajo de la alfombra un montón de clichés que han formado la historia y la identidad no sólo de León, sino de toda España”.
Creo que el modelo social leonés, de pequeños propietarios, provocó que mucha gente de origen rural tuviera la ocasión de estudiar llevando con ellas ese acervo de la cultura popular a la literatura.
Alberto tuvo la suerte de conocer aquel mundo rural que agonizaba a principios de los años ochenta, un mundo diferente, alternativo al urbano, con sus propias claves para entender las cosas. Y una de esas claves era la lengua –asegura él–, una lengua reconocida por cualquier lingüista o filólogo, pero que sin embargo ha encontrado una resistencia brutal en la sociedad leonesa para reconocerla como propia. “¿Por qué? Supongo que unas veces por complejo, otras simplemente por negarse a abandonar un discurso formado durante siglos, donde la única lengua que vale es el castellano. Este discurso dio la puntilla con el subidón económico que vino después, la burbuja del ladrillo que nos convirtió a todos en prósperos urbanitas. El complejo, o simplemente la negación eran inevitables”. Y cree que la sociedad leonesa, articulada en aldeas, pequeñas comunidades de vecinos bastante homogéneas y autosuficientes, ha propiciado que surjan magníficos narradores y poetas. En cualquier caso, esta sociedad ha favorecido que la gente haya participado más o menos al mismo nivel en el arte de contar, crear y recrear la vida y el mundo. “También creo que el modelo social leonés, de pequeños propietarios, provocó que mucha gente de origen rural tuviera la ocasión de estudiar llevando con ellas ese acervo de la cultura popular a la literatura”.
Como leonés, se siente marcado por el lugar donde se ha criado, o se ha creado, porque los primeros espacios, los primeros tiempos se convierten, en su opinión, en claves para el resto de la experiencia de la vida; “aquellas gentes que vamos conociendo, esos lugares que nos encontramos van siendo siempre puestos en comparación con nuestros espacios de referencia. De ahí surge un contraste que será el que alimente nuestro conocimiento. Por eso, para no dejar nunca de crecer hay que estar siempre provocando a nuestros lugares primeros, los del hogar y la seguridad. Sobre este tema, siempre recuerdo esos versos de Antonio Colinas sobre la Ribera del Órbigo, el lugar que le vio nacer: ”Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón“. Asimismo, está convencido de que León, a pesar de contar con un patrimonio utilísimo y una tradición de vida en comunidad, de solidaridad (concejos, trabajos comunales...), que podría servirnos muchísimo para crear un mundo más justo, es un rincón olvidado del mundo, el recodo del río resguardado de la corriente. ”Ahí puede quedar olvidada la suciedad o el agua más pura... Lamentablemente, y eso sí que es triste, no se ve ninguna voluntad política para aprovechar todo eso. Fruto, supongo, de encontrarnos todavía en ese lugar tan recóndito del río“.
En la actualidad, Alberto sigue escribiendo y viajando (otra de sus grandes pasiones). Recientemente, ha viajado por Budapest y los Balcanes, motivos de inspiración para componer un cuaderno de viaje donde los modelos de poesía japonesa han tenido y tendrán un papel importante.
Entrevista breve a Alberto Flecha
“La crisis ha hecho a la gente más participativa”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
'La luna y las hogueras', de Césare Pavese.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
Tartarín de Tarascón, el personaje de Daudet. Creo que refleja con gran ironía y sentido del humor las contradicciones del ser humano.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
Ni idea; a esos procuro no leerlos.
Un rasgo que defina tu personalidad.
El inconformismo.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
El equilibrio.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
Soy relativamente optimista. Me da la sensación de que la crisis ha hecho a la gente más participativa, el debate se ha ampliado con otros puntos de vista y eso siempre ayuda a que las cosas cambien. Ojalá sea a mejor.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
Conversar con amigos.
¿Por qué escribes?
Para Aristóteles, el pensamiento era la cualidad que hacía realmente humanas a las personas. Creo que expresar esas ideas que todos tenemos y además hacerlo estéticamente es una de las acciones que más nos realizan y nos satisfacen. No hay nada comparable a ver sobre el papel aquello que realmente quieres decir.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
Son herramientas de comunicación. Sirven para contactar con gente y la gente sí que puede hacer que mejores, pero no solo en el estilo literario, en todo. Por lo demás no creo que ayuden específicamente a mejorar el estilo; eso sólo se consigue escribiendo. De la forma que sea.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Cualquier cosa que me haga reflexionar.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
Escribía regularmente un blog: 'La caja de Alberto Flecha' que, por capricho del destino o por mi impericia en esos asuntos de las redes, desapareció un buen día y para siempre. Con él se perdieron una gran parte de textos que solo guardaba allí. Eso provocó que durante un tiempo me alejara de las redes. Últimamente, sin embargo, he comenzado con una nueva página web, albertoflecha.com que apenas está dando sus primeros pasos.
Entre los blogs que sigo están, sobre todo, los de mis amigos que también escriben.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
Ahora me viene una a la cabeza que me gusta mucho. Es de Bernard Shaw y dice así: “El hombre sensato se adapta al mundo. El insensato persiste en adaptar el mundo a sí mismo. Por eso todo progreso depende del hombre insensato”.