
Como todo es una cuestión de perspectiva, la periodista Isabel Rodríguez Ramos bajó unos centímetros el punto de mira y se puso a la altura de sus hijos. No se trataba sólo de llevarlos a los sitios, sino de compartir la experiencia; y pasar de sentarse a dibujar en La Cabaña en el barrio leonés de El Crucero a asomarse a la casita de Caperucita Roja en el Museo Munic de Carracedelo o tratar de encontrar la salida en un laberinto de Carucedo como si fueran por un rato Alicia en el País de las Maravillas. Y los niños, en esta materia, pueden llegar a ejercer como el jurado más riguroso. “Es el público más crítico. Si no les gusta algo, se van. Lo de quedar bien no va con ellos”, dice la autora de Guía de planes en familia por León. Más de 100 propuestas para disfrutar de la ciudad y la provincia, un volumen recién publicado por Eolas Ediciones que pretende ser al mismo tiempo herramienta de consulta y fuente de inspiración.
La perspectiva de Isabel Rodríguez en 2010 era la de una leonesa de La Bañeza recién retornada a su provincia de origen. Consumidora de agendas culturales, quiso crear una de León. El proyecto se quedó en pañales... hasta que tuvo que empezar a cambiarlos. Martín nació en 2014. “Y yo buscaba cosas que fueran interesantes para él”, cuenta. La oferta de ocio infantil, entonces menor, ha ido creciendo con el paso del tiempo. Y “para poner en valor a la gente que hacía cosas, sobre todo cosas de calidad” fundó en 2015 su propio medio de comunicación, el portal digital Menudo es León (menudoesleon.com). Martín y Menudo es León tuvieron hermanos: Julia, que vino al mundo en 2017, y Menudo es Salamanca (menudoessalamanca.com), que se puso online en 2022. Habiendo ya profesionalizado los medios, desde hace un par de años maduraba la idea de publicar una guía de planes ampliando el foco y buscando las ofertas de ocio y cultura en familia.
¿Y cuál es la perspectiva de las familias? “Aquí no hay nada para los niños” era una respuesta recurrente cuando Isabel Rodríguez buscaba planes con Martín. “Y a mí me daba rabia oír eso porque sí que había cosas. Es verdad que ahora hay mucho más de lo que había antes”, admite. La oferta se ha ido multiplicando, como ella misma ha comprobado desde Menudo es León, donde ha visto cómo las iniciativas se retroalimentaban, también al mismo tiempo que el turismo familiar se ha ido convirtiendo en un filón. Y de oír aquel “aquí no hay nada para los niños” ha pasado en apenas una década a escribir y fotografiar más de un centenar de propuestas para poder disfrutar en familia y “aprender juntos sin exámenes de por medio”.
El resultado es una guía publicada en un formato manejable y transportable en un bolso o una mochila para “poder tenerla siempre a mano”. El continente se ajusta también a un contenido concebido como un “cuaderno de viajes”, con fotos, un breve texto, información de servicio y, en algunos casos, apuntes al pie, pensado tanto para consultar detalles de rincones ya conocidos como para ofrecer nuevas ideas. Se trata de una apuesta muy visual con la pretensión de que también resulte atractiva para los niños hasta el punto de que sean ellos mismos los que sugieran hacer los planes. “Quería que ellos fueran también partícipes de esto”, señala la autora, que ha conjugado en esta obra su alma de periodista (pasó por medios nacionales y locales, entre ellos la redacción de ILEON) y también la de fotógrafa (son suyas la mayoría de las imágenes).
A la hora de definir la estructura desechó opciones clásicas como la de presentar un recorrido geográfico. León capital sí que es punto de partida, también porque es donde se acumula buena parte de la oferta. Pero el segundo capítulo recoge ya las rutas por la naturaleza, “algo fundamental en esta provincia”, seguidas de planes singulares como 'Navegar por los fiordos leoneses' a bordo de un barco en Riaño, experiencias como 'Ser granjeros por un día' en Caboalles de Abajo (Villablino), planes estacionales que van desde el magosto en otoño hasta las piscinas fluviales en verano, los museos y citas imperdibles acompasadas a celebraciones como el Carnaval, fiestas patronales, recreaciones medievales o los festivales de magia.
La suma es importante en lo cuantitativo y en lo cualitativo habida cuenta de que combina ofertas urbanas con alternativas en zonas de montaña y otras latitudes de la provincia con sus propias singularidades. “Pero creo que podríamos tener mucho más; y también vendernos mejor. Y ese es un lastre de León de siempre: que no se vende demasiado bien”, considera Rodríguez, para quien también haría falta que “la ciudad tuviera más en cuenta” a los niños. La perspectiva (siempre todo es una cuestión de perspectiva) resulta a veces más favorable desde fuera, reconoce la autora al citar el testimonio de amigas leonesas residentes en Cataluña que se sorprenden de lo que ofrece la provincia. Contar lo que se puede hacer siempre ayuda.
Creo que podríamos tener mucho más planes; y también vendernos mejor. Y ese es un lastre de León de siempre: que no se vende demasiado bien
La iniciativa privada “es muy importante”, subraya Isabel Rodríguez con ejemplos recientes de rincones nacidos, además, fuera del influjo del centro de la ciudad como La Cabaña en El Crucero o la cafetería Limalimón Animación en Trobajo del Camino (San Andrés del Rabanedo), donde se hace realidad el objetivo de que padres y niños disfruten al mismo tiempo. ¿Y cuánto aporta la iniciativa pública? “Yo creo que, más que por el impulso de la administración, es por la gente que está ahí dentro”, responde la autora. Con respecto a espacios a priori menos apetecibles para los más pequeños como los museos, destaca la filosofía del Munic o el trabajo del departamento de Educación del Musac para hacer que “los niños se sientan importantes y parte del museo”.
Conviene, en cualquier caso, huir de hacer generalizaciones. “Cada niño es diferente. Y cada familia y cada momento. Y si ese día no quiere entrar a un museo, es mejor irse y volver otro día más adelante”, apunta la autora antes de precisar eso de que los chavales, lejos de la idea de que pueden contentarse con cualquier cosa, son “el público más crítico”. Rodríguez, que sugiere la guía también como regalo para familias con un recién nacido o que lleguen desde fuera a la provincia, reserva la parte final para unos 'pasatiempos menudos' con los que los críos busquen palabras en una sopa de letras y dejen volar su imaginación dibujando o proponiendo sus propios planes. Y ella, que ya publicó en 2015 otra guía, El Órbigo. De su nacimiento a su desembocadura, con José Antonio Martínez Reñones en Ediciones del Lobo Sapiens, termina así un trabajo que también ha sido un recorrido personal con sus hijos. “Junto a ellos”, escribe en la dedicatoria, “he recorrido mucho mundo, pero, sobre todo, he viajado a otra dimensión”.