Desde la química verde al reciclado de escombros

Tubo de muestras en un laboratorio hospitalario. Foto: Luana Fischer Ferreira-INTEF.

S. Calleja/ Ical

Un centenar de proyectos liderados por investigadores de Castilla y León, en concreto, 98, recibirán a lo largo de este año un balón de oxígeno de 9,15 millones de euros de la Secretaría de Estado de I+D+i. Se trata del refuerzo a un campo al que la crisis ha llegado con fuerza, hasta el punto de poner en jaque más de una iniciativa en cuyas manos está el progreso del país. Estas ayudas se enmarcan en el Programa Estatal de Investigación Orientada a los Retos de la Sociedad que se extenderá hasta finales del año 2017 y que en su última convocatoria destina destina 267 millones para 1.459 trabajos del conjunto del país. También, en el Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, con su umbral puesto en 2016.

En el primer caso, todos los proyectos están enfocados en buscar soluciones científico-técnicas que permitan resolver los “ocho grandes retos” de la sociedad española: Salud, cambio demográfico y bienestar; Seguridad y calidad alimentarias, actividad agraria productiva y sostenible, recursos naturales, investigación marina y marítima; Acción sobre el cambio climático y eficiencia en la utilización de recursos y materias primas; Cambios e innovaciones sociales; Energía segura, eficiente y limpia; Economía y sociedad digital; Transporte inteligente, sostenible e integrado y, por último Seguridad, protección y defensa.

En el segundo, los proyectos se enmarcan en el campo de la investigación básica con el fin de avanzar en el desarrollo de nuevos enfoques y metodologías de carácter transversal. Estas ayudas se dirigen, principalmente, a financiar gastos de personal, pequeño equipamiento y materiales.

Aunque de manera desigual, en la lista de los elegidos figuran investigadores de centros, institutos y de las cuatro universidades públicas de Castilla y León: Salamanca, Valladolid, León y Burgos, junto a un trabajo de la IE Universidad de Segovia, en concreto del Instituto Universitario de Investigación de Empresa. Además, también contarán con apoyo once líneas impulsadas por seis institutos mixtos, dos el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca; dos el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM); otra el Instituto de Biología Molecular y Celular del Cáncer; un quinto proyecto lo desarrollará el Consorcio de Láseres Pulsados Ultracortos Ultraintensos, mientras que tres dependen del Instituto de Biología Funcional y Genómica, y otros dos del Consorcio del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana.

Química verde

Entre la batería de propuestas de los proyectos de investigación científica de excelencia figura una centrada en la llamada química verde, es decir, en minimizar residuos, buscarles una alternativa, y en avanzar hacia reacciones menos tóxicas más eficientes. El proyecto está impulsado por el catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Burgos, Roberto Sanz Díez, y en él trabajan otros tres profesores y seis doctorandos. Se centra en la valorización del glicerol. Es decir, en la búsqueda de aplicaciones de este subproducto que aparece en la producción de biodiésel, lo que permitiría reducir costes tanto económicos como ambientales.

La línea de investigación ('Metodologías catalíticas para una química más sostenible: aplicaciones en síntesis orgánica y en la valorización del glicerol y otros biopolioles') no es nueva, es continuación de trabajos previos aunque aporta la novedad de la valorización del glicerol. En concreto, recibirá 79.000 euros.

Geografía de los continentes

Dentro del reto del cambio climático, el proyecto que lidera el profesor Gabriel Gutiérrez Alonso, del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca, busca afinar en los procesos que modelan la forma y geografía de los continentes. En concreto, se centra en el estudio de los pliegues de las Cordilleras Béticas y los Cárpatos, aún activos, para comprobar si sus efectos son los mismos que los que se registraron hace 300 millones de años al oeste de Europa y que modelaron la geología que observamos ahora en gran parte de la Península Ibérica.

El proyecto se enmarca dentro de una línea de investigación iniciada hace ahora diez años, en 2004, sobre los procesos geodinámicos que dieron lugar al sustrato geológico del suroeste de Europa. En este trabajo colaboran con Gutiérrez además de otros profesores de la Usal, investigadores de Estados Unidos, Canadá y Portugal.

Cerco a patologías autoinflamatorias

En el apartado de salud, uno de los ocho grandes restos que más proyectos aglutina, figura el trabajo que lidera Jesús Balsinde Rodríguez, director del IBGM e integrante también del Ciber de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas. En este caso el reto pasa por combatir la activación del inflamasoma, que participa en la destrucción de los microorganismos pero que también agrava enfermedades como la diabetes tipo 2, la artritis reumatoide o la aterosclerosis. También, tratarán de medir qué papel juegan en esta estrategia los ácidos grasos omega-3 y la lipina-2, una enzima del metabolismo que ejerce un efecto inhibitorio sobre la activación del inflamasoma.

El objetivo final es definir nuevas estrategias para inhibir el inflamasoma en células humanas, así como desvelar posibles mecanismos por los que la falta de actividad de la lipina-2 genera una enfermedad autoinflamatoria. Los resultados podrían ayudar a idear nuevas herramientas para el tratamiento de enfermedades en las que la activación del inflamasoma tiene un papel clave.

Antioxidantes

También, en el campo de la salud, el equipo que lidera Juan Pablo Bolaños en el Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG), centro mixto dependiente de la Universidad de Salamanca y del CSIC, trabaja para desmontar, en el campo neuronal, la hipótesis que defiende que las especies reactivas de oxígeno (ROS) han de ser necesariamente tóxicas.

“Las mitocondrias son pequeñas fábricas celulares que se encargan de transformar los nutrientes en energía, para lo cual necesitan oxígeno. En su trabajo, estos orgánulos tienen una acción colateral: transforman una pequeña porción del oxígeno en oxígeno reactivo (precursor de ROS). Durante mucho tiempo se ha mantenido la idea generalizada de que las ROS son tóxicas y responsables del denominado estrés oxidativo”. Frente a esto, el grupo propone que “las ROS, formadas de manera natural por los astrocitos -un tipo de célula cerebral que colabora con la neurona-, no solamente no son tóxicas, sino que son muy beneficiosas para el buen funcionamiento de las neuronas”. Para ello, el grupo de Bolaños trabaja en diseñar y generar un nuevo modelo experimental en ratón que elimine selectivamente las ROS en astrocitos. La idea es comprobar la funcionalidad y supervivencia neuronal en condiciones en las que las que los astrocitos producen menos ROS de lo natural. Los resultados previsibles podrían tener implicaciones en el diseño de nuevas estrategias terapéuticas frente a ciertas enfermedades neurodegenerativas, tales como el Alzheimer.

Reciclado de escombros

La propuesta del grupo Ingeniería de Materiales y Eco-eficiencia (INMATECO), de la Universidad de León y coordinado por el profesor Andrés Juan Valdés, se centra en estudiar las posibilidades de reciclado de materiales de construcción y demolición, para alargar la vida de éstos más allá de su depósito en un vertedero. El trabajo que ahora se financia forma parte de diez años de investigación relacionada. En concreto, se orienta la uso integral de estos residuos como materiales en matrices de base cemento, que puedan sustituir de forma parcial áridos tradicionales, es decir, grava y arena.

La relevancia de estos trabajos, más allá de la económica, reside en que cada tonelada de escombros que pueda reutilizarse como árido para la elaboración de nuevo hormigón reciclado “ahorra” dos toneladas al medio ambiente: la primera, la que no se arroja a un vertedero y la segunda, la que se evita extraer de una cantera o un cielo abierto, teniendo en cuenta además que precisamente la actividad de minería extractiva a cielo abierto es una de las más agresivas para el medio natural.

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