Otro testigo clave: Nacho, agente de Policía Nacional conocido de Raquel Gago, el primero en recibir su llamada nerviosa alertando de que había encontrado el revolver que mató a Isabel Carrasco, y el primer agente que vio algo muy relevante en este caso: el bolso que guardaba el arma homicida. Le tocó hoy el turno de someterse a las preguntas de todas las partes y a todas ellas dejó una idea clara: que ese bolso con el arma estaba “sobre la alfombrilla entera” del vehículo de Raquel Gago, que se veía perfectamente a simple vista “incluso con la poca luz que había” y que “quien se montara en esa parte del coche tendría que apartarlo o pisarlo”. Aún más, a preguntas de la letrada Beatriz Llamas consideró improvable
Así lo repitió Nacho ante las insistentes preguntas del fiscal y todas las acusaciones. Algo que trató de diluir insistentemente el abogado defensor de Gago, Fermín Guerrero, por lo comprometido de esta declaración para ella frente a la acusación de asesinato. Por eso, el letrado trató de averiguar si ese mismo bolso antes de que Gago lo hubiera cogido por primera vez pudiera haber estado envuelto sobre sí mismo y metido bajo el asiento del copiloto, de manera que no se viera tan bien. Pero el agente erre que erre: “Entiendo que no, no quedaría oculto, casi ni metiéndolo envuelto y a presión, en mi coche no cabría... pero desconozco cómo lo encontró ella”, relató.
Otro detalle importante del interrogatorio judicial de hoy a Nacho fue cómo, una vez Raquel y el arma en el bolso en Comisaría, le comentó: “Hostia, Raquel, si se ha enterado toda España -del asesinato de Carrasco y la detención de su amiga Triana y su madre-, ¿cómo me llamas a mí ahora?”, en referencia a la tardanza de 30 horas en admitir que en el día del asesinato había estado por dos veces con Triana, una en su casa tomando café y otra cuando presuntamente metió el bolso en su vehículo. El letrado intentó demostrar con ello que no haber entregado el bolso hasta el día siguiente era síntoma de que realmente no lo sabía y no había participado en un plan preconcebido, a lo que Nacho zanjó: “No se trata del bolso, se trata de que estuvo con ellas esa tarde. Yo lo hubiera dicho. Ella no daba explicación, estaba como pensando en otras cosas”.
Lo que sí admitió a preguntas del letrado es que Raquel Gago se mostró “en estado de shock, con muchos nervios”, algo en lo que insistió también el jefe de Nacho, responsable del Grupo de Delincuencia Urbana de la Policía Nacional, llamado Paco. Este otro agente fue muy detallado en relatar la historia ya conocida de la versión que Raquel Gago les indicó desde el primer momento, e igualmente fue tajante al afirmar que, por lo que él pudo comprobar, “este bolso no cabe bajo el asiento, tiene un tamaño bastante voluminoso, no cabría”, y por eso cuando apareció “estaba en el medio, cualquier persona lo vería o si monta lo pisaría o tendría que levantar los pies”.
“Ella nos dijo que el bolso estaba en el mismo sitio en el que ella lo había encontrado, en la alfombrilla”, afirmó, “y le preguntamos que nos precisara quién había accedido al vehículo, nos relató todo el día 12 y 13 y en ningún momento nos dijo que accedió al vehículo a través de esa puerta”, pero en ningún momento se habló de que su amiga Leticia sí había estada sentada la noche anterior en el mismo lugar. Tan categórico que Guerrero trató de aferrarse a que el hecho de haber podido moverse en algún momento el asiento del copiloto lo habría dejado menos a la vista. Pero nada: “Era más alto el volumen del bolso que el hueco que hay”.
Pero un agente da un giro... y piden falso testimonio contra él
Cuando estos dos testimonios ya habían dejado claro que parecían complicadas ambas versiones, un tercer policía que intervino ese día, llamado Juanjo, hizo una valoración radicalmente distinta que sus compañeros. A preguntas del fiscal, estimó que “por las dimensiones” del traído y llevado bolso de Fornarina a su juicio “sí podría caber debajo del asiento” del copiloto del coche de Raquel, aunque matizó después ante la letrada Beatriz Llamas que “desconozco el tamaño de ese hueco”, por lo que “no puedo confirmarlo”.
Pero aún estaba por llegar otra sorpresa, cuando Juanjo negó a preguntas directas del abogado defensor de Triana y Montserrat que los policías de Burgos estuvieran en algún momento en el garaje del piso de Raquel. Tan claro lo tenía que lo mantuvo por dos ocasiones. Pero como el letrado recordó, ellos mismos habían admitido haber estado allí, por lo que la sesión de la mañana se cerró con la petición de este abogado de falso testimonio para este agente de la Policía Nacional.
Una petición a la que sólo se opusieron los acusadores de Jesús López Brea y el PP. Será el tercer caso de posible falso testimonio que tendrá que dirimir el juez de esta causa cuando se haya dictado sentencia contra las tres acusadas, después de los casos del policía jubilado y la profesora de restauración de Raquel Gago.