El sur de la provincia de León vecino de Zamora ha vivido la pasada noche la más larga de su vida, con más de 5.000 personas desalojadas de una treintena de localidades por la voracidad del incendio que se originó en Molezuelas de la Carballeda. Ya hay un muerto y 10 heridos como balance provisional. Y es solo uno de la decena de incendios que desde el pasado sábado asolan la provincia leonesa dejando un rastro de rabia con una denuncia generalizada: los medios de extinción han sido insuficientes.
ILEÓN recorrió la pasada madrugada la carretera que separa La Bañeza de Alija del Infantado. Son apenas 20 kilómetros, pero fueron rodeados de humo atravesando Santa Elena de Jamuz, Villanueva de Jamuz, Quintana del Marco, Genestacio de la Vega y La Nora del Río. Se corresponden con la rica Vega de La Bañeza bañada por el río Órbigo. Todos tenían orden de evacuación por las autoridades, pero fueron muchos los vecinos que se quedaron para proteger sus pueblos. Y aseguran que sin su actuación, ya no existirían en buena parte.
La Guardia Civil mantenía cortada de madrugada algunas de las carreteras que se dirigen a las zonas más afectadas, la comarca de La Valdería en especial aunque la alarma se había extendido por todo el sur. En localidades como Castrocalbón o Pinilla de la Valdería hubo también vecinos que se quedaron a intentar que el fuego no llegara a sus casas. Bajo un denominador común: ante la escasez de medios antiincendios quisieron quedarse. “Irresponsable, pero entendible”, resumía un miembro del operativo. La resistencia al desalojo ha sido un quebradero de cabeza para la Junta de Castilla y León y el Gobierno de España al frente de la extinción. Cuando se pisa el terreno y se habla con los vecinos no se puede evitar entenderlos.
Varios de los miles de vecinos fueron evacuados al pabellón municipal de La Bañeza, que centralizó las llegadas para resituar a quienes no tenían donde alojarse esta noche. Era el caso de Vicente 'El Petaca' y su mujer Micaela, desplazados de Jiménez de Jamuz a media tarde con su perro Kiko cuando la cosa empezó a ponerse peligrosa. “Llevamos tres días viendo humo, no se podía respirar, ya molestaba”. Viven en la localidad desde el 2019, cuando volvieron tras medio siglo de emigrantes en Holanda. “Nunca hemos visto algo así”, resumen.
Paula y Ana, tía y sobrina, era la segunda vez en dos días que se encontraban desalojadas. Pasan unos días desde su Asturias en Castrocalbón, localidad natal familiar. “La gente que tiene ahí su medio de vida, su casa, intentas defenderlo como sea”, valoran sobre sus vecinos que se quedaron a intentar que la localidad no ardiera por completo. Los videos facilitados por los vecinos y servicios de extinción acongojan y ya se veían edificaciones afectadas al finalizar la tarde. “Yo no vi nunca un incendio así en la vida, ni aquí ni en ninguna parte”.
Una carretera fantasma
La LE-114 parecía en algunos de sus tramos una carretera fantasmal por la presencia de humo. Los continuos cambios de viento fueron amenazando las localidades, acercando el fuego a tan pocos metros que llegaron a afectar parcialmente a viviendas en localidades como Genestacio de la Vega.
Allí un grupo de vecinos, como en las demás localidades, hacía guardia y vigilaban los rescoldos y los pequeños focos que se mantenían activos tras una tarde-noche infernal. Se apagaban con lo que fuera. Muchos habían vuelto a defender sus pueblos después de haber sido desalojados. Todos tenían algo en común: un cabreo generalizado contra la clase política y la falta de medios de extinción que han puesto en riesgo sus vidas, sus medios de vida, sus pueblos y su memoria, ahora ennegrecida tras el rastro del fuego.
Alejandro y Alvaro son dos jóvenes veinteañeros de Quintana del Marco. Pasean vigilando los rescoldos en una larga noche en vela. Por el camino se encuentran a otros tres jóvenes, que vigilan pequeños incendios a poco más de cien metros de la localidad. “Fue todo en 20 minutos, no veías el fuego para atrás del monte y en nada estaba llegando al pueblo”. “Porque se quedaron 15 o 20 porque sino se quema el pueblo entero”, resumen. Están un poco más tranquilos a la una y media de la madrugada porque el flanco oeste del pueblo ya se ha quemado bastente y el viento en ese momento ha amainado. Explican que la Guardia Civil acudió a desalojar pero no había personal de extinción, por lo que los agricultores se organizaron para defender el pueblo. Lo consiguieron.
Pero la noche va a ser larga porque no se puede dormir, no sea que algo se reactive. “Ayer veíamos el fuego a tomar pol culo, solo se veía el resplandor, y ahora está aquí”, resumen gráficamente.
Una de las preocupaciones de los vecinos de la zona fue la caída de Google Maps, el popular sistema del gigante americana ubica los incendios forestales en tiempo real. Pero desde media tarde dejó de señalar los incendios para la zona y hasta la madrugada no volvió a señalar el posible perímetro del incendio, tal y como pudo comprobar este periódico. Se convirtió en la herramienta vecinal junto a Instagram para saber por dónde iba el fuego ante las escasas noticias que la Junta de Castilla y León entregaba. El renovado servicio de información de incendios de Castilla y León, ahora denominado Incyl, no lo conocía nadie de las más de 30 personas con las que habló este periodista en su recorrido nocturno.
Cubos y agua reusada contra el fuego
Porque los jóvenes de los pueblos de la carretera, como ellos, se movilizaron toda la noche recorriendo su pueblo y los vecinos para ayudar donde la situación lo requiriera. Así ocurrió en Genestacio de la Vega pasadas las dos de la madrugada. Una pareja de veinteañeros vio humo saliendo de una instalación ganadera a las afueras del pueblo y avisó a los vecinos. Venían de Villanueva de Jamuz y denunciaban la falta de medios tras tener que emplearse a fondo para salvar sus instalaciones ganaderas con su maquinaria propia, “No vino ni uno, ni de pasada”. “Yo me veía que acababa con todas las vacas, con los tractores y con todo”, resume el joven sobre la situación vivida, “porque cambió el aire, si no, me veía frito”. Ahora tocaba evitar que la de Genestacio se reavivara ya que ya había sido apagado el fuego del interior unas horas antes, pero la paja acumulada volvió a arder.
En apenas unos minutos se personaron una veintena de vecinos, armados con cubos y herramientas. Avisaron al 112 y llegó la Guardia Civil de forma rápida. Abrieron la instalación y comenzaron a recoger el agua del suelo, la acumulada tras la extinción realizada horas antes. Agua reutilizada para apagar las brasas que se reavivaban porque el viento comenzó a soplar de nuevo con cierta fuerza pasadas las dos de la madrugada. Media hora después se logró apagar el fuego que se comenzaba a propagar pese a actuar sobre la paja, que acumula en su interior rescoldos que se reactivan fácilmente. Tendrán que controlarla toda la noche.
Controlada la situación toca expresar la rabia. “Aquí no ha llegado nadie”, lamenta una vecina que vio parcialmente afectada su vivienda cuando el viento viró y el incendio bajó del monte con voracidad hasta la localidad. “No dormimos, vamos a estar pendientes de todos los rescoldos”, resume.
Otra vecina se muestra mucho más indignada. “La Guardia Civil nos ha mandado marcharnos, no avisaron a todo el pueblo, pasaron con una sirena y avisaron aleatoriamente. Los vecinos nos organizamos y tocamos las campanas”, señala. “Nos han dicho que nos vayamos a la cama y que ellos solo vienen en caso de recontar muertos porque no me parece de recibo que un guardia civil sea de decir esto”, reprocha indignada ante el asentimiento de otra vecina.
El fuego acecha
En La Nora del Río la situación se estaba poniendo complicada por culpa del fuego. Tras cercar la localidad a media tarde vivieron momentos de calma por el cambio y amaine del viento, pero un pequeño frente cercano al colegio ubicado en la localidad y regentado por la Orden del Amor Misericordioso amenazaba de nuevo. Aquí sí había medios, los primeros en llegar en todo el día según los vecinos. En el colegio permanecían tres religiosos y no había niños, aunque hasta hace una semana había más de 200 de un campamento. El operativo analizaba la situación antes de abordar la protección con un nuevo cortafuegos.
Los vecinos se concentraban impotentes por no poder hacer nada y compartiendo vivencias de la lucha contra el fuego, muy críticos con la actuación pública. “Aquí no hay nadie, aquí solo hay efectividad a la hora de pagar impuestos, para lo demás nada”, resumía un joven dedicado al campo. Reproches sin cesar a la clase política y a las limitaciones a la actividad agraria y ganadera, “al agricultor no hacen más que ponernos trabas”. Y señalaban que la actuación de los hombres y mujeres del campo con sus tractores y cubas fueron decisivos para salvar los pueblos. “Al final el pueblo salva al pueblo”, resumía una vecina.
Mientras se decidía la intervención se juntaron un grupo de siete jóvenes de la comarca en La Nora del Río. En conversación con ILEÓN en un momento de tranquilidad salió a relucir la rabia y la frustración con lo ocurrido. Se pasaron el día ayudando por varios pueblos a evitar que se arrasaran pueblos, viviendas y naves agroganaderas. Un joven agricultor uso todo lo que tenía, incluido su nuevo tractor y asegura que los guardias civiles han amenazado con multas por no irse y optar por defender los pueblos, “Esto ha sido una vergüenza, es que no vino nadie, ni el helicóptero, estábamos apagando una nave en San Esteban y el fuego ya estaba en La Portilla y no duramos ni en bajar 20 minutos”. “Fue increíble”, se resigna.
Ainhoa, una joven veinteañera, también está de guardia con otros amigos tras un día infernal. “Llevamos desde las once de la mañana parando un fuego chavales de 20 años, y de 17, y hemos sido solo nosotros y tractores los que hemos parado el incendio. Si no hubiese sido por nosotros hubiese arrasado desde Santa Elena hasta La Bañeza. Y los bomberos no han estado aquí”. “Y la guardia civil solo se ha dedicado a multar”, señala. Se lamenta la mala gestión política de los incendios, “los cortafuegos tienen que hacerlos, en mi pueblo llevan sin hacerlo 20 años, cortafuegos de verdad”. “Si no llega a ser por nosotros se prendía todo, animales, gente, casas y todo”, reitera.
El viento amaina cuando se acercan las cuatro de la madrugada. En Alija del Infantado se vive calma aunque la tarde y noche ha sido muy tensa, con el fuego acechando la localidad en varias ocasiones. Ahora quedan rescoldos un poco alejados del cuartel de la Guardia Civil. Vecinos pasean solitarios, por no poder dormir o por mantener cierta vigilancia. Enseñan fotos y videos para mostrar el horror. “Ha sido alarmante”, señala uno que lleva toda la noche de paseo para arriba de paseo para abajo. “Ha habido muy poquita gente, la UME llegó tarde y mal”, resume aunque entendiendo que puedan estar en otros sitios. El resplandor sobresale ligeramente por la zona del monte, donde sí han subido efectivos para intentar evitar que se propague por el bosque.
La vuelta a casa a través de la fértil Vega bañezana es un recorrido entre un intenso humo que se ha acumulado, que impide abrir las ventabillas del coche, y el verde de los maizales de regadío que han parado en algún punto el intento de avance del fuego. Un camión volcó de madrugada en la cercana autovía del noroeste por culpa del intenso humo y las luces de los servicios de emergencia provocan una atmósfera de película. La vuelta por toda la Vega y el Páramo sigue llena de humo. Nadie recuerda haber vivido nada así. Ni con menos medios.