El músculo de los candidatos

Mario, un militante socialista, en la oficina electoral.

Pablo M. Bello

“Un hombre trabaja el metal, otro lo endereza, el tercero lo corta, el cuarto lo afila, el quinto lo aplasta donde se va a colocar la cabeza”. Es un extracto de la famosa metáfora del economista escocés Adam Smith sobre la fábrica de alfileres que ejemplifica la organización y la división del trabajo como pilares de la productividad.

A las puertas de unos comicios como los del próximo 22 de mayo, el cometido de la militancia se asemeja mucho a esa fábrica. Se comparte una tarea, se colabora en una obra común. Su labor, no obstante, se realiza en secreto, alejada de los 'flashes' y de los grandes titulares en negrita que se reservan de forma inexorable a sus candidatos. Se convierte, sin embargo, en el corazón y el músculo de los partidos y de sus respectivos líderes. De los Fernández (PSOE), los Gutiérrez (PP) o los Chamorro (UPL). Personas anónimas la mayoría; otras, con algunas elecciones ya a sus espaldas, o las que estrenan por primera vez sus 'monos' de trabajo en una contienda electoral.

“Soy socialista desde que nací”, bromea una afiliada del PSOE. Estamos en el número 44 de la calle Padre Isla. Se trata de la oficina electoral que los socialistas han inaugurado hace unas semanas en la capital leonesa. Al otro lado del Bernesga, en su nueva sede del Paseo de Salamanca, la del Partido Popular también reivindica 'pro domo sua' su labor. Como en el resto de partidos, los próximos días se presentan duros. Pegará sellos, colocará publicidad en las farolas, será interventor el día de las elecciones, o pateará las calles para sembrar cada rincón de la ciudad con la cara de su líder... La de los Chamorro, los Ordóñez (Izquierda Unida) o la de las Guada (MASS) de turno.

El ajetreo a la oficina de los socialistas llega sobre todo por la tarde, cuando muchos afiliados fichan después de su trabajo al otro lado de los cristales de la sede. En la de los 'populares' y leonesistas, su militancia apura, entre las bambalinas de un escenario electoral, los últimos días antes del esprint final. La meta del 22 de mayo está a la vuelta de la esquina. “Sí, sí, hay mucho trabajo”, reconoce Mario, de 50 años y con carnet socialista desde hace 12.

En el PP, la actividad también se intensifica. “Somos cerca de 600 voluntarios que nos dedicamos al 'mailing' o a repartir publicidad”, asegura el joven Diego Suárez, presidente de su Comisión de Juventud, que vive con 22 años sus primeras elecciones municipales. “Lógicamente” las del 22 de mayo suponen para él un “proyecto de ilusión”. Una ilusión que comparte el resto de las candidaturas. La de los Maraña (UPyD), los Hidalgo (Civiqus) y, finalmente, la de los Rodríguez de Francisco (PAL-UL).

Pero ¿cómo hacen frente los partidos a los gastos económicos durante estos frenéticos días? ¿De dónde sale ese dinero? Además de las subvenciones públicas –procedentes de los presupuestos del Estado o de las comunidades autónomas– los partidos deben echar mano de la financiación privada. Primero, mediante las cuotas fijas que pagan sus afiliados, o bien por donaciones puntuales que éstos reciban, ya sea por parte de los ciudadanos o de empresas. “Lo cierto es que los partidos más pequeños lo tenemos más difícil, los grandes lo tienen resuelto desde arriba”, recuerda Miguel Ángel Lozano, secretario de Comunicación de la UPL, un partido que cuenta con 3.000 afiliados en toda la provincia.

Origen de la militancia

Pero, ¿cuál es el germen de la militancia política? Hay que remontarse hasta finales del siglo XIX, con el nacimiento de los partidos de masas que desarrollan estructuras organizativas fuertes, centralizadas y jerárquicas, apoyadas en la disciplina de voto y en la contribución económica de sus miembros. Un caso paradigmático fue el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y a este lado de los Pirineos los partidos obreros y socialistas, o la CEDA en los años treinta.

Un montón de chapas, en la oficina electoral socialista.

“Representa por eso un medio crucial de afirmación en la organización”, sostiene Elisa Chuliá, profesora titular en el Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Uned. Antes de su aparición, explica, los partidos –conocidos como partidos de cuadros– funcionaban casi exclusivamente durante el periodo electoral y por tanto concedían poca importancia al reclutamiento de afiliados.

Una pequeña familia

Ha llovido mucho desde entonces, pero la militancia sigue siendo hoy un carácter y un aspecto insoslayable en el funcionamiento orgánico de los partidos, en el que (a veces) prima el sentimiento hogareño. “Somos una pequeña familia de cerca de 800 afiliados que integran la agrupación local”, recalca María Rodríguez, coordinadora de la campaña del PSOE.

Sí es cierto, sin embargo, que a mayor cantidad de afiliados, “mayor es nuestra capacidad de actuación y de peso social”. Así ocurre, en este caso, con la de la capital que destaca por ser la primera en número de todas las agrupaciones socialistas en Castilla y León.

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