Legumbres de calidad, generadoras de empleo y riqueza en Castilla y León

Gráfico Legumbres

Juan López/Ical

Los platos de legumbres ya inspiraron a Cervantes a escribir varias líneas de El Quijote, pero también fueron mencionados en la Biblia. Producto tan antiguo como la propia agricultura que ha ayudado a llenar las despensas de la Humanidad. Ese papel es bien conocido por los castellanos y leoneses, donde se producen legumbres de calidad bajo figuras de garantía, las cuales dan empleo a cerca de 1.300 personas, lo que contribuye a generar un valor económico de producción de once millones de euros al año en la Comunidad.

Una cifra con un peso relevante que se hace patente gracias a las siete figuras de calidad que existen en la Comunidad, las cinco indicaciones geográficas protegidas: Judías del Baro de Ávila, Alubia de La Bañeza, Lenteja de La Armuña, Lenteja de Tierra de Campos y Garbanzo de Fuentesaúco; y las dos marcas de garantía: Garbanzo Pedrosillano y Judión de La Granja.

En Castilla y León se dedicaron en 2015 al cultivo de las leguminosas grano para alimentación humana 20.856 hectáreas, el 16 por ciento del total nacional. De ellas, 5.616 corresponden a alguna de las siete figuras de calidad, tres veces más que hace diez años, cuando sólo llegaban a las 1.840 hectáreas. Datos de gran relevancia en este 2016, ejercicio proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como Año Internacional de las Legumbres para sensibilizar a la opinión pública sobre las ventajas nutricionales de este cultivo, como parte de una producción de alimentos sostenible encaminada a lograr la seguridad alimentaria y la nutrición.

La Asociación de Dietistas-Nutricionistas de Castilla y León (Adncyl) aconseja consumir legumbres. En muchos casos no se toman “porque la gente piensa que engordan”. Su responsable de comunicación, Eva Crespo, señala que muchos vinculan el cocido, la fabada o las lentejas con chorizo a un aumento de peso, una afirmación que no es cierta. Incluso, se utilizan para establecer dietas de adelgazamiento.

Como son ricas en hidratos de carbono de absorción lenta se suelen recomendar a pacientes con diabetes. Se deben tomar de dos a cuatro raciones a la semana, calculada entre 60 y 80 gramos en cruda cada una. “Las famosos lentejas con arroz, por ejemplo, complementan un perfil proteínico completo que equivaldría a comer un filete de carne”, sostiene. Crespo también remarca a Ical que las legumbres son fuente importante de calcio, “que no es tan común”, además de muy ricas en fibra, “que ayuda a controlar el colesterol e impide la absorción de determinadas grasas”. Igualmente, se vincula a la prevención de cáncer colorrectal.

Recuerda que una ensalada de legumbres supone 200 calorías, que es la décima parte de lo recomendable por un adulto. “Pero tiene mala fama porque en la época de posguerra se comía todos los días. No nos engañemos, es un plato muy rico gastronómicamente y nutricionalmente”, ensalza.

Una lenteja alternativa

Históricamente, la Lenteja de Tierra de Campos es la legumbre con mayor extensión y producción de la Comunidad. No en vano, sirvió durante otros tiempos como alternativa a los cereales en esta enorme comarca de las provincias de León, Palencia, Valladolid y Zamora. La superficie sembrada en 2016, con 3.280 hectáreas, es seis veces mayor que en 2005, cuando comenzó a operar la IGP. Todo ello, a lo largo de 268 municipios, con una producción media de 1.200 kilos por hectárea. Esto supone llegar a las 4.000 toneladas esta campaña. La lenteja da empleo a 300 personas entre agricultores y comercializadores, según informó la IGP a Ical.

Únicamente se siembra la variedad de lenteja amparada por la IGP, de pequeño diámetro 3,5-4 milímetros, con la cubierta de color pardo con punteaduras en negro y color del cotiledón amarillo, tal y como define a Ical el director técnico, Javier Alonso. Una decena de empresas envasadoras comercializan esta lenteja.

Alonso sostiene que el precio que percibe el agricultor ha variado también desde hace diez años, con un incremento del 33 por ciento, al pasar de 450 euros por tonelada en el año 2006 a los 600 euros que se ha cerrado en los contratos de la campaña actual.

En cuanto al margen de rentabilidad, además de la producción, la Lenteja de Tierra de Campos tiene una ayuda directa en la PAC, la misma que reciben todas las legumbres de calidad. Además del precio, “que fluctúa mucho”, hay un beneficio indirecto en la rotación de cultivos. “Las leguminosas enriquecen el suelo de nitrógeno para el cultivo siguiente, por tanto la rentabilidad, a veces, no es cuantificable”, argumenta Alonso.

La IGP ha llegado a plantear que sus aspiraciones pasan por alcanzar a corto plazo las 10.000 hectáreas de superficie, que supondrían la mitad que las 20.000 que se registraban en los años 80. España importa 74.650 toneladas de lenteja, la mitad de lo que consume, lo que evidencia el potencial existente en el mercado nacional.

Otra lenteja, la de La Armuña, cuenta con 1.350 hectáreas de superficie y una media de producción de 630 kilos, lo que significa llegar anualmente a las 850 toneladas. Las 300 personas que de ella dependen entre agricultores y comercializadores residen en 34 municipios ubicados al norte de la capital salmantina. La conocida como 'Rubia de La Armuña' y la variedad autóctona 'Guareña', que tiene cierta similitud con la de La Mancha, son las protagonistas

El año que se aprobó la IGP, en 1993, se sembraron 1.400 hectáreas -casi como en la actualidad-. En ese momento, según explican a Ical, se produjo un boom por el efecto 'novedad', si bien descendió en 2006 hasta las 600 hectáreas sembradas, el pico más bajo. El margen en el caso de Lenteja de la Armuña es ligeramente superior al de cereales o girasol y colza si se tiene en cuenta la media de los 10 últimos años. No obstante, el beneficio medioambiental, en rotación y económico, no se puede cuantificar.

Alubia con nombre

Una de las legumbres estrellas en la Comunidad es la Alubia de La Bañeza, con reputación en el sector. Su producción media se sitúa en 2.500 kilos por hectárea, para una superficie total de 520 hectáreas repartidas a los largo de 120 municipios de León y Zamora. Los 150 agricultores inscritos y las diez empresas envasadoras alcanzan las 1.300 toneladas al año de las variedades de Riñón, Pinta, Canela y Plancheta, las cuatro amparadas por la IGP, aprobada en 2005.

En estos diez años, explica a Ical su director técnico, Mario Cordero, la comarca ha pasado de 60 a 520 hectáreas bajo indicación geográfica. En cuanto a producto certificado, de 2.500 kilos a casi 300.000. Esta alubia se beneficia de las características climáticas propias de la transición entre las zonas que la rodean, “con claras diferencias en los regímenes de temperatura y humedad respecto a otras comarcas colindantes”. La provincia de León es la principal productora de alubias de España, ya que a la IGP se suma más superficie sin figura de calidad. En total, 3.664 hectáreas, un diez por ciento más que hace un año.

Otro tipo de alubia bien diferente es las que se cría con los vientos de la Sierra de Gredos. La IGP Judías del Barco de Ávila cuentan con una superficie más bien pequeña, de 40 hectáreas, y con una producción media de 1.100 kilos por cada una, lo que permite alcanzar las 44 toneladas anuales por parte del centenar de agricultores y comercializadores de la zona.

A lo largo de 49 municipios se siembran las variedades admitidas por la IGP: Blanca Riñón, Blanca Redonda, Judión, Morada Redonda, Morada Larga, Arrocina y Planchada. En este caso, sí existen similitudes con otras como es la Blanca Riñón de León o Judión de la Granja, entre otras. En la actualidad, uno de los inconvenientes es que un sector “pequeño y envejecido”, lo que hace que la superficie no sea muy grande ni que existan previsiones de aumentar, según la IGP. Al menos, se trata de la legumbre con el margen de rentabilidad más alto al tratarse de casi un monocultivo que no entra en competencia con otros.

La última alubia es el Judión de La Granja, en Segovia, que logró la marca de garantía en 2014 e inició la comercialización bajo esa denominación de calidad el pasado año. En la primera campaña se alcanzaron los 2.500 kilos en total, envasados por la contraetiqueta de un kilo. Una cantidad pequeña recogida gracias al Banco de Semillas. La cosecha de 2016 estará etiquetada ya bajo la marca 'Tierra de Sabor' y, con tiempo, pretende llegar a todos los municipios de la provincia segoviana.

Dos garbanzos casi hermanos

De cara el uno al otro siempre han vivido el Garbanzo de Fuentesaúco (IGP) y el Pedrosillano (Marca de Garantía), debido a su proximidad geográfica, a pesar de desarrollarse en provincias diferentes, Zamora y Salamanca. El primero de ellos cuenta con una producción media de 570 kilos para cada una de las 500 hectáreas registradas -390 en 2006, cuando empezó a operar la figura de calidad-, aunque existe gran variabilidad entre años. Anualmente se alcanzan las 285 toneladas por parte de los 100 agricultores y comercializadores que se asientan en 22 municipios.

Desde la IGP informan que la variedad principal es 'Ecotipo Fuentesaúco' y la autóctona 'Cuaiz', que es prácticamente única y no se siembra en otros lugares. Ambas disponen de una rentabilidad mayor que algunos cereales, girasol o colza y con gran beneficio medioambiental y aporte de nitrógeno al suelo.

En cuanto al Pedrosillano, cuenta con mayor extensión, 1.500 hectáreas en 2015, frente a las 900 con las que arrancó, y una producción media actual de 730 kilos por hectárea, lo que motiva superar las mil toneladas todos los años. A lo largo de los 34 municipios en los que está permitida esta marca de garantía se encuentran unos 300 agricultores y comercializadores que se dedican a este cultivo. Su margen de rentabilidad es el menor de todas las legumbres “debido al precio de mercado más ajustado que tiene”, aseguran.

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