La Junta perimetra los primeros grandes incendios de León: 22.300 hectáreas sólo en la Cabrera o 6.673 en en Alto Sil
Muchos días después de que se iniciara un baile de cifras entre expertos y las primeras administraciones, como el Gobierno central, la Junta de Castilla y León ha comenzado este viernes 5 de septiembre a dar por completados sus cálculos oficiales sobre las superficies arrasadas por los peores incendios forestales de este mes de agosto en la provincia de León.
La web de la Consejería de Medio Ambiente refleja hoy por primera vez datos muy concretos sobre las hectáreas que han resultado quemadas en algunos de los más antiguos y graves siniestros, algunos originados ya hace casi un mes, desde el 8 de agosto, mientras aún permanecen otros fuegos todavía en situación de actividad oficial.
En el listado destacan casos como el de Llamas de Cabrera. Originado en municipio leonés de Benuza, en El Bierzo, la Junta cifra como arrasadas finalmente 22.283 hectáreas. Se refundió con el llamado de Yeres, el que afectó de pleno a Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad. La práctica totalidad de ellas, 22.258 hectáreas, se corresponden con superficie forestal, con un impacto especialmente severo en masas de matorral (16.365 ha), una gran cantidad de arbolado (3.739 ha) y el resto de pastos (2.152 ha). El fuego se originó por un rayo el 8 de agosto y fue dado por controlado el 29 de agosto, tras más de tres semanas de lucha contra las llamas.
En los momentos más críticos llegaron a movilizarse hasta 160 efectivos. Hoy permanece en situación de “controlado” pero deja detrás una superficie abrumadora, 223 kilómetros cuadrados, que es prácticamente seis veces la ciudad entera de León o toda la superficie del municipio de Villablino, que es el quinto más extenso de la provincia. Eso sin contar la grave afección a hábitats de alto valor ecológico en la comarca de la Cabrera.
En extensión, el siguiente incendio hoy detallado en superficie ha sido el de Anllares (Alto Sil), que también se originó en el municipio de Páramo del Sil el 8 de agosto y también a causa de un rayo, dejando tras de sí 6.673 hectáreas finalmente arrasadas por el fuego, según cifra la Junta, y tras haber saltado incluso a otras zonas como el valle de Fornela. En el detalle oficial, de matorral han sumado 5.252 hectáreas quemadas, otras 840 de zona arbolada y 577 de pastos.
Otro más que llegó a preocupar de manera grave, esta vez en la Montaña central de León, fue el incendio de Garaño, en La Magdalena y municipio de Soto y Amío. Iniciado el 24 de agosto, fue controlado el día 29 de agosto tras calcinar 1.303 hectáreas en total pero lo peor es que casi todo fue de árboles: 1.131 hectáreas. A su lado, pasto, matorral y superficie agrícola quedaron en la mínima expresión, siempre según la Junta. La causa probable fue accidental y, aunque en los primeros días llegaron a movilizarse hasta 69 efectivos, en la fase final del operativo permanecieron únicamente tres agentes medioambientales en labores de vigilancia y remate.
La Uña (Acebedo, Montaña de Riaño y Mapodre) también se actualiza hoy por primera vez, con 549 hectáreas quemadas, 470 de ellas de matorral y 35,26 de arbolado en el siniestro del 14 de agosto que prendió también por la causa natural de un rayo.
Y por último, se recoge el incendio de ayer mismo, el segundo en Berlanga del Bierzo, que quemó 11,38 hectáreas, 2,3 de ellas de arbolado, y que permanece como controlado, mientras se investiga su origen.
Casi 50.000 hectáreas totales... por el momento
La cuenta está lejos de terminar: hoy todavía permanecen como activos y sin cuantificar por la Junta los incedios de Fasgar y Colinas del Campo de Martín Moro o controlado el de Barniedo de La Reina, algunos de los que se esperan también más extensos de la oleada de agosto.
A falta de todos ellos, el listado de grances incendios (más de 500 hectáreas) cuantificado hasta ahora por la Consejería de Medio Ambiente incluye por el momento ocho siniesteos diferentes y la suma de todo ello ronda ya las 50.000 hectáreas arrasadas por la voracidad descontrolada de las llamas de la peor campaña de la historia de la provincia leonesa y de Castilla y León.