Una denuncia a la Fiscalía desvela la muerte y el abandono en el incendio del sur de León: un cadáver y 12 llamadas sin respuesta

El incendio forestal más terrible de la historia de León dejó este mes de agosto tras de sí un reguero de desolación. Numerosas cifras, más o menos conocidas todavía, confirman que antes del siniestro originado en Molezuelas de las Carballeda (Zamora) y que corrió como la pólvora para arrasar comarcas y pueblos del sur de la provincia, jamás se vivió una tragedia de las mismas dimensiones desde que hay registros.

Entre los fríos datos, las 32.700 hectáreas quemadas entre las dos provincias (22.655 hectáreas en la parte leonesa) o los 1.007 kilómetros de perímetro que sumó el avance incontenible de las llamas pasando de pueblo en pueblo en la comarca de Valdería, Castrocalbón y camino de La Bañeza, desalojando y poniendo en peligro directo a miles de vecinos y destrozando sus propiedades y negocios. Se contabilizaron 58.000 parcelas de terreno calcinadas, 700 de ellas con edificaciones destrozadas.

Pero la peor de las cifras son sin duda las dos vidas humanas perdidas, las de dos jóvenes vecinos fruto de las quemaduras que sufrieron mientras realizaban labores para intentar atajar el avance incontrolado de las llamas, y ante una abrumadora falta de medios oficiales de extinción en las fatídicas jornadas de los días 11 y 12 de agosto.

El relato de la impotencia y el dolor de la tragedia vivida se conocen por una vía oficial. Testimonios directos de agentes medioambientales que formaron parte del operativo que no pudo contener las llamas ante la falta de medios existentes.

Esos detalles forman parte de un amplio informe que ha sido remitido a la Fiscalía de Medio Ambiente, para que dirima las posibles responsabilidades penales de los incendios y sus graves consecuencias. Ese informe tiene el peso poco habitual de partir de una procedencia oficial, el ayuntamiento leonés de Castrocalbón. Su contenido fue aprobado en un Pleno celebrado el pasado 13 de octubre, casi tres meses después de los siniestros forestales, y también se aprobó por abrumadora mayoría su remisión al Ministerio Fiscal en busca de posibles culpables de todo lo ocurrido. Sumó seis votos a favor, cuatro del PSOE que gobierna y dos de concejales de la oposición del PP. El único en contra fue del portavoz del Grupo Popular, que dividió así su postura.

No es la única vía, la de Fiscalía, con la que de momento se ha intentado señalar la responsabilidad del consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, y el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. Ese paso ya lo ha dado la Plataforma Bierzo Aire Limpio, de momento con el éxito inicial de su admisión a trámite.

“Graves imprudencias”

Pero el caso de Castrocalbón tiene otros tintes, todavía más estremecedores. Porque su documento, con testimonios en primera persona, y profusión de planos y detalles técnicos, incluye además un relato que muestra, según denuncian con todo lujo de detalles, el casi total abandono de la zona por parte de los responsables de los operativos de extinción, las “negligencias”, decisiones erráticas, “total falta de medios” y “graves imprudencias”, según se recoge literalmente.

Entre los datos denunciados más sangrantes, destacan los perjuicios de establecer en una zona que se quedó sin cobertura para las telecomunicaciones el Puesto de Mando Avanzado (PMA) en Molezuelas, “a más de 14 kilómetros en línea recta del principal frente”.

También la reiterada negativa a aportar un mínimo de medios materiales necesarios, con alguno de los cuales se pudo haber llegado incluso a poner freno a la tragedia, siempre según la versión de los agentes medioambientales en la denuncia ante la Fiscalía. Así, cuando tras muchos intentos negativos pidieron maquinaria para intentar perimetrar las llamas y frenar su avance, y se consiguió “con dos pasadas de bulldozer” y el trabajo aéreo posterior de un helicóptero de las brigadas de la Junta Elif, este cierre del perímetro quedó sin concluir por apenas 20 metros. Eran justo el mediodía del 12 de agosto.

A punto de control... y adiós al helicóptero

Pero recoge el informe: “El helicóptero se tiene que ir a repostar” cuando “con otras dos o tres descargas quedaría aquello liquidado”, pero no envían más aeronaves, reza el texto. Una hora después se desata lo anunciado: “Se levanta un viento muy fuerte del sur-suroeste que hace que el pequeño tramo que quedaba sin apagar se reavive con muchísima fuerza y que haya varias reproducciones entre Felechares y Castrocalbón y al sur de Pinilla”.

Fue allí donde todo se terminó de descontrolar, asegura el agente, porque “la lengua de fuego que salió de la zona, en la que por 20 metros no se puedo cerrar el perímetro, fue la primera que cruzó el río Eria entre Pobladura y Felechares”. Y ya por la tarde de ese mismo día, “a 6 kilómetros en línea recta” de este punto “provocó la muerte de dos voluntarios que trabajaban en la extinción del incendio”.

Los fallecidos

El relato de esas heridas graves y muertes por quemadura lo aporta un segundo agente medioambiental. En un momento dado, tras seis llamadas sin respuesta hasta las 18.54 horas, recibió la orden de acompañar a un bulldozer hasta Nogarejas. Pero al circular por la carretera LE-125, sobre el kilómetro 12 , tras movilizar fuera de allí a un grupo de vecinos porque el fuego “se venía contra ellos”, llega al pueblo de Quintana y Congosto. Allí se montó con él una persona que le pidió ayuda para localizar a su hermano: estaba trabajando en aquel kilómetro con una motoniveladora y no tenía noticias suyas, temiéndose lo peor.

“Juntos en el vehículo del agente, trataron de atravesar las zonas quemadas y las que se estaban quemando hasta poder llegar al punto de la carretera donde se encontraba el hermano del susodicho. Al llegar, comprobaron que se encontraba fallecido a causa de las llamas”. Su cuerpo estaba “fuera de la motoniveladora”. Luego se supo que se trataba de Abel Ramos, muy conocido en la comarca.

Sin apenas tiempo de asumir esa primera muerte, el agente continúa contando: “Llegó un hombre diciendo que tenía un quemado muy grave y que había llamado a emergencias. Corrió en la dirección indicada y se encontró con el quemado, en un estado realmente grave y con ya muy pocas posibilidades de sobrevivir”. También se supo con el tiempo que se trataba de Jaime Aparicio, de 37 años, amigo del primero, que acabaría muriendo dos días después.

UME, bomberos, pero no ambulancia

Tras acercarle agua que tenía en su vehículo oficial, “se fue en búsqueda de cobertura con ambos teléfonos, el particular y el oficial”. “Emitió 10 llamadas con su teléfono particular y dos con el oficial, entre las 19.49 y las 20.00, no recibiendo respuesta alguna, hasta que a las 20:01 le llamaron de vuelta e informó de la situación”, resume su situación desesperada. Quien sí le contesto “de inmediato” fue el 1-1-2 de Emergencias, que puso en marcha el envío de asistencia médica.

Pero no daba tiempo. Continúa: “Volvió con su vehículo oficial en dirección a La Bañeza para ver qué medio de asistencia se encontraba. Un coche de la UME venía en su dirección, les paró y solicitó ayuda. Juntas, las cuatro personas incluyendo al agente, montaron un camastro y envolvieron al quemado por arriba y por abajo con mantas térmicas. Le sacaron andando hacia la carretera para hacerle el menor daño posible y poder estar a mano para las asistencias”.

“Nunca llegaron las asistencias”, ninguna ambulancia, recoge el documento, aunque sí “apareció un camión de bomberos en el cual le subieron y le pusieron oxígeno”. Después“el agente estuvo un rato en la zona, con la Guardia Civil, el hermano del fallecido, un amigo del mismo y con el superviviente”, todos desolados.

Quiñones-Mañueco: dos autoridades, versiones opuestas

El relato coincide con precisión, desde el punto kilométrico a algunas horas mencionadas, con el que informó aquella misma noche el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, tras la reunión urgente del Cecopi que él presidía. Y fue allí donde aseguró que la primera víctima mortal “estaba integrada en el operativo”, es decir, se encontraba allí bajo órdenes de trabajar contra la evolución del fuego con su motoniveladora. Junto con sus compañero “sus medios -las motoniveladoras- habían sido aceptados por el operativo” porque “la directora de extinción del incendio le dio una tarea”, declaró textualmente.

Pero sólo unas pocas horas después, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, cambiaba la versión previa de Quiñones negando que la víctima mortal formara parte del operativo o tuviera encomienda oficial alguna, sino ciñéndolo a una actuación personal y voluntaria: “Trabajando con una motoniveladora, en defensa de su municipio y acompañado de otros jóvenes, con la mejor voluntad, intentaba defender uno de los municipios, pero el fuego es traicionero, se revolvió contra ellos y le provocó la muerte”, fueron sus palabras.

El rosario de situaciones: “Va a ser de miedo la que se líe aquí”

Además de todos los detalles de las víctimas, el informe repasa todas las peticiones reiteradas que quedaron sin respuesta efectiva, tanto con el Puesto Avanzado como con el Centro Provincial de Mando de León, donde llegaron a decir que “no está previsto enviar ningún medio a esa zona”. El agente pierde los nervios, recoge el documento que ya tiene la Fiscalía: “No sabéis la que vais a preparar hoy aquí como no enviéis medios, la vais a liar gordísima, hoy se quema aquí lo que no está escrito”.

En la jornada del 11 acabó llegando algún bulldozers para intentar frenar las llamas, ya descontroladas hacia León, pero se ordenó su regreso a Zamora. En otro momento, un maquinista deja el trabajo porque “ya ha cumplido sus horas de trabajo y se tiene que ir a descansar, y el prometido relevo no aparece. Cuando el incendio penetra en la provincia de León, el agente asegura que ”el único medio de extinción del operativo que está actuando es el bulldozer que él mismo ha dirigido hasta allí y que también hay muchos vecinos de los pueblos de Felechares, San Félix y Calzada de la Valdería haciéndole frente al fuego como pueden, con tractores, mochilas extintoras, batefuegos, etc.“. Aseguran que ”el jefe de la Sección de Incendios de León“ les dice esa noche que no puede confirmar el envío de más medios, porque ”para atender unas cosas, hay que abandonar otras“. El agente recuerda haberle contestado: ”No tienes ni idea del riesgo que tiene en esta zona, y como no enviéis medios, va a ser de miedo la que se va a liar aquí“.

Cuando el día 12 llegan dos autobombas, una “sin el manguerista, que lleva una temporada de baja y no le han puesto sustituto”, por lo que el trabajo lo realizan “vecinos de Pobladura de Yuso y Pinilla de la Valdería”. Tampoco funcionaba la emisora de radio, estropeada “desde hace mucho tiempo” sin reparación. El listado se completa con detalles como permanecer sin avituallamiento alguno en 24 horas o el intento de la jefa de extinción de pasarle el mando porque “conoces muy bien la zona”, que él no permitió. “Por lo que el agente vio, al menos en los pueblos de Pinilla, Pobladura, Felechares, San Félix y Calzada entró el fuego sin que hubiera ningún medio de extinción para defenderlos” y como mucho “llegó algún medio al pueblo de Castrocalbón cuando ya había casas ardiendo”.

Con toda esta información, y la disposición de estos agentes informantes a testificar y ratificar sus versiones, la Fiscalía es la que tiene ahora que dar el siguiente paso. Porque los peores incendios de la historia de León dejan demasiados rescoldos.

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