La ‘cultura de la violencia’, la muestra más enfermiza de una sociedad que no funciona

Violencia de Género detalle

Marta Cuervo

Violencia de género, económica, infantil o hacia los ancianos... Esta lacra social plantea una red mucho más compleja de lo que parece a simple vista. El psicólogo Julio César Álvarez, parte del equipo profesional de Valenda Psicólogos, demuestra que la problemática refleja “la muestra más enfermiza de una sociedad que habitualmente usa la violencia”, según sus propias palabras.

El experto, Máster en Psicología Clínica y Psicopatología, conoce estos comportamientos de primera mano, ya que ha trabajado con mujeres maltratadas y con otras personas víctimas de abusos, por lo que insiste en la complejidad de un tema muy delicado que se extiende a la violencia 'machista' o 'de género“.

'Renacer' de Cristina Gómez.

Este viernes se celebra el Día Mundial de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un día gris que nos recuerda el trágico final de Juana, asesinada el pasado jueves 17 de noviembre a manos de su pareja en La Virgen del Camino, quien finalmente se quitó la vida tras cometer el crimen.

Pero, ¿cómo entender la personalidad de un maltratador? ¿Se arrepienten tras cometer la agresión? “El que es consciente de ello intenta cambiar; el que lo niega, el que ni siquiera asume lo que ha ocurrido, resulta mucho más difícil”, explica Julio César Álvarez.

La cultura de la violencia en todos los estratos sociales

“La perspectiva feminista parte de la idea de que el patriarcado agrede a la mujer de forma sistemática. Y la violencia física es una más de sus expresiones. Desde otras ópticas también se habla de una violencia doméstica donde se incluye a ancianos, niños o enfermos, una violencia estructural”, apunta el psicólogo.

Barajando esta hipótesis, Julio César Álvarez explica que existe una cultura de la violencia en diferentes estratos. Eso incluye “a los pobres, a los débiles, a los trabajadores precarios, a los enfermos, a los diferentes. Nos educan desde muy niños en una idea de superioridad de unas figuras sobre otras, y nos enseñan que la violencia es una forma válida de relacionarse con los demás para solucionar los problemas”, declara el experto.

Otra de las cuestiones a tener en cuenta es que, desde hace décadas se viene invirtiendo más en temas de igualdad de género y, paradójicamente, han aumentado las denuncias y las agresiones. “Tiene explicación, la gente tiene más conciencia de ello. Hasta hace unas décadas, las agresiones quedaban silenciadas en casa. Las políticas sociales y los medios de comunicación han fomentado el debate. Han puesto el tema sobre la mesa lo que ha hecho que la gente se atreva a denunciar y la sociedad reflexione”.

Una violencia sistémica que ataca a los débiles

El especialista en Psicología Clínica y Psicopatología defiende la idea de que existe una sociedad donde la violencia es estructuralmente aceptada. “Hay un ejercicio de la violencia continuo. No solo hacia la mujer sino hacia todo el que se le presuponga esa posición inferior”.

Otro aspecto evidente en diversos estudios psicológicos es que casi todos los agresores han sido agredidos. “Es una clave importantísima y lo cambia todo. Convierte este problema en una espiral sin fin. Que sólo se podría detener con educación que haga tomar conciencia de ello. Eso supone un trabajo social y una inversión enorme, que por desgracia no se hace”.

Agresor y agredido: Un círculo vicioso del que es difícil salir

Dentro de la personalidad del maltratador, pasa por varias fases. “El maltratador tiende a aislar a la persona agredida, provoca que no se relacione con más personas, y va llevando a cabo un proceso progresivo de humillación y deterioro del otro, al que va poniendo progresivamente en duda”, asegura el psicólogo, con frases del estilo: 'Tú no serías nada sin mí', 'Tú no vales para nada...'. En una última fase puede aparecer también la violencia física pero, según Julio César Álvarez, “hasta el agresor menos observador, se da cuenta de que no puede estar siempre agrediendo. Da una de cal y otra de arena. También puede ser cariñoso y afectivo, y va creando un círculo cerrado donde la persona agredida siente que si el otro le trata así es porque lo merece. Se crea una codependencia y una alta culpabilidad. Una especie de formato compulsivo y adictivo. Es lo que se denomina dependencia emocional”, declara el psicólogo clínico. Eso explicaría la dificultad de las agredidas de dejar a sus parejas, de justificar sus agresiones y de perdonarles.

Literalmente se trata de desenganchar a dos personas adictas la una a la otra

“Es literalmente tratar de desenganchar a dos personas adictas la una a la otra”. Álvarez señala que habitualmente estos comportamientos se intensifican en la edad adulta, aunque cada vez hacen su aparición más pronto. Hoy en día los jóvenes también desarrollan comportamientos machistas y agresiones a parejas adolescentes. “Entre antes se detecte más fácil es corregir esos comportamientos. Aunque es una 'rueda infinita'. Se percibe mucha frustración en los agresores, complejos de todo tipo. Por supuesto el adolescente expresa y amplía la violencia de la sociedad en la que vive”.

Tras su experiencia clínica, defiende la idea de que existe una clara cultura de la violencia, “donde se justifica como forma válida de actuar. Es un problema mucho más endémico de lo que parece”. 'O morder o ser mordido', una frase que Julio César Álvarez recuerda que nos pronuncian desde niños.

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