Cuarenta años del 'Hortensia' en León: el ciclón que arrasó fincas, cerró minas y se coló en el estreno de 'El filandón'

Sin pretenderlo, Marie Angel Saiz fue una vez actriz de cine. Formó parte de la nómina de intérpretes no profesionales que participaron en El filandón, la película de Chema Sarmiento. Había sido reclutada de improviso para hacer el papel de una de las primas en la adaptación del relato original Las peras de Dios, un cuento marcado por el tono característico de su autor, Antonio Pereira, hasta desembocar en una comedia. Cuando el 4 de octubre de 1984 se estrenó el filme en el Teatro Emperador de León, también sin pretenderlo, Saiz se vio en medio de algo así como una película de miedo. Había salido con una amiga de Bembibre en tren, que estuvo parado dos horas justo antes de coronar El Manzanal mientras se tambaleaba por un fortísimo viento asomándose a un precipicio. “Había miedo de estar en el tren. Algunos decíamos de salir, pero a dónde íbamos a ir...”, recuerda, ahora entre risas, cuando se cumplen 40 años del paso del ciclón Hortensia por la provincia de León.

El Hortensia se formó a finales de septiembre como tormenta subtropical en la temporada atlántica de huracanes de 1984. Pasó luego a adoptar brevemente la consideración de huracán. La tormenta se fusionó con una borrasca extratropical ya a principios de octubre. Como un fuerte vendaval entró en la península ibérica por su zona noroeste. Y entre la noche del miércoles 3 y el jueves 4 llegó a la provincia de León. Sin cobrarse vidas humanas (sí hubo en aquel primer momento un muerto en Galicia y dos en Asturias), dejó en la capital leonesa tres heridos de cierta consideración por derrumbe de muros y cuantiosos daños materiales. En La Virgen del Camino, que se preparaba para acoger al día siguiente San Froilán, la fiesta se tiñó de drama al cargarse el viento buena parte de la infraestructura de los feriantes con unas pérdidas cuantificadas en torno a los 20 millones de pesetas (lo que hoy serían 120.000 euros). Los feriantes se quedaron sin atracciones “e incluso sin perros, ya que varios de ellos murieron durante la noche a causa del temporal”, según recoge la crónica del día siguiente de Diario de León.

Nacida en Francia, Marie Angel Saiz pasaba los veranos con su familia en Las Ventas de Albares (Torre del Bierzo), desde donde salió con una amiga hacia Bembibre para viajar hasta León. “Vinimos porque era el estreno de la película. Y porque pensábamos que en tren no pasaría nada”, cuenta al citar a familiares que desistieron de la idea de ir en coche. No recuerda tanta lluvia como viento ya incluso en el primer traslado para tomar el ferrocarril en Bembibre. “No iba mucha gente”, rescata sobre un viaje marcado por aquel parón de dos horas en el entorno del famoso lazo del Manzanal en un tren de la época. Había salido con tiempo para llegar a la proyección de El filandón tras haber asistido unos días antes a su estreno oficial en el Festival de San Sebastián. Cuando arribó a León capital entre advertencias de peligro, ella, que había interpretado a la prima Yoli en tono de comedia y que se había visto envuelta en una película de miedo en el tren, pareció llegar a un escenario de ciencia ficción con cascotes por el suelo.

El derrumbe de una tapia en la zona de la Palomera había dejado ya a primera hora de la tarde heridos de diversa consideración, los más graves un niño de 10 años con fractura de pelvis y falange de un dedo, una mujer de 31 años también con fractura de pelvis y su hijo de 5 años, los tres hospitalizados. Las lluvias (se llegaron a registrar hasta 30 litros por metro cuadrado en la noche del miércoles) fueron amainando. El viento alcanzó en la capital una intensidad máxima de 72 kilómetros por hora. Más o menos a la hora en que Marie Angel Saiz llegó a la estación de tren con dirección al Teatro Emperador saldría de su casa (entonces residía en el barrio de El Ejido) con idéntico destino Magín Mayo. Habitual ya entonces de las funciones de teatro, había sido elegido para hacer el papel del santero en El filandón. Si normalmente se acercaba hacia el ensanche por la Calle Ancha, aquel día optó por precaución por hacerlo por la Plaza Mayor, en un ámbito más recogido. “Fui andando. Y cuando doblabas una esquina, el viento te echaba para atrás. No había visto nunca nada igual. Y no lo he vuelto a ver”, confiesa 40 años después.

Vinimos porque era el estreno de la película. Y porque pensábamos que en tren no pasaría nada

Sopla el viento (con menos intensidad) y se oyen campanas de fondo en el campo de Santiago cuando se apagan las luces en el Teatro Emperador y comienza la proyección de El filandón. No ha pasado ni un minuto cuando asoma ya en pantalla Magín Mayo en el papel del santero, sorprendido por el toque en la ermita de San Pelayo hasta reaparecer minutos después viendo las aguas rojas del río junto a los escritores Antonio Pereira, Luis Mateo Díez, Pedro Trapiello y José María Merino (Julio Llamazares lo había visitado antes). Las campanas y el agua teñida eran la señal que dictaba la leyenda para convocar a las gentes (cinco autores leoneses en el filme) a contarle historias al santo. No deja de ser curioso que otro fenómeno, en este caso atmosférico vinculado al vendaval, coincidiera con el estreno de la cinta en León capital. “Algo de premonición pudo haber ahí”, sonríe ahora Mayo con el recuerdo de que “a la gente le había gustado mucho” la película.

Fui andando. Y cuando doblabas una esquina, el viento te echaba para atrás. No había visto nunca nada igual. Y no lo he vuelto a ver

La noche pasó (Marie Angel Saiz se quedó a dormir en casa de una amiga y Magín Mayo recuerda ya “menos aire” a la salida del Emperador). Con el transcurrir de las horas tocó hacer balance. El paso del Hortensia, que había derrumbado el techo de una de las naves de Marmolerías Leonesas, parte de una torre de la iglesia de Villamañán y de su techumbre, así como numerosos tejados en Valencia de Don Juan, arrancó casi la mitad de los 3.000 chopos de una finca ubicada entre las localidades de Santa María del Páramo y Laguna Dalga perteneciente al entonces catedrático y ya exdirector de la Escuela de Comercio de León José Fernández-Llamazares López. “Pena de finca”, murmura su encargado, Francisco González, en la crónica del domingo 7 de octubre de Diario de León.

El Hortensia afectó de lleno a dos de los entonces principales pivotes de la economía en El Bierzo, donde el viento llegó a romper torres metálicas de 15 metros de alto hasta suponer graves problemas de suministro eléctrico que impidieron bajar a la mina a varios turnos tanto en el Bierzo Alto como en la cuenca Fabero-Sil. El temporal también arrancó de cuajo numerosos árboles hasta mermar la cosecha de productos hortofrotícolas, según recoge una página del decano de la prensa leonesa que incluye una viñeta del recordado dibujante Lolo en la que a un paisano le vuelan sobre la cabeza hortalizas, lo que parece una bota de vino y herramientas y complementos típicamente mineros como un pico, una pala y un casco.

A medida que pasaron los días se fueron poniendo cifras a los daños. Quienes ya estaban en una edad consciente tienen su particular recuerdo del Hortensia: los que ese día no fueron a clase, los que vieron afectadas sus fincas o los que, haciendo la mili en el Ferral, salieron por la provincia a retirar árboles caídos. Pasado el susto, Marie Angel Saiz sintió una mezcla de “nervios” y “vergüenza”, la de una joven que de la noche a la mañana salía en pantalla grande. Magín Mayo todavía saborea el regusto dulce de la respuesta positiva del público ante aquella película leonesa pionera en la que tuvo un papel principal. Y su director, Chema Sarmiento, al que le vendaval lo pilló enfrascado en los preparativos del estreno, rememora que “una gran parte de los chopos de la línea del río estaban por tierra” al regresar aquella noche a su pueblo, Albares de la Ribera (Torre del Bierzo). Como si fuera la premonición que sugería Mayo, aquellos vientos han impulsado un filme que, 40 años después, vive una “segunda juventud” y se proyectará este domingo en el Festival de Toulouse