Crónica de una mañana de retorno... a la inactividad en León capital

Campillo / ICAL

C.J. Domínguez

Si alguien hubiera llegado hoy a León capital procedente de un mes atrás, no habría salido de su asombro: la ciudad lucía prácticamente fantasmal comparado con el bullicio cotidiano de una jornada normal. Prácticamente soledad en aceras y carreteras. A la vista, todo cerrado.

Pero el pequeño y letal coronavirus lleva ya un mes conviviendo con nosotros. Por eso, la escena de este lunes 13 de abril, primero en el que muchos trabajadores no esenciales -fundamentalmente construcción- pudieron abandonar el confinamiento doméstico obligatorio, en realidad era una mañana más animada que de costumbre.

No pocos clientes, sobre todo de bancos, con sus interminables colas, o una de récord para poder acceder a Correos en San Francisco. Casi todos los trabajadores municipales de limpieza y jardines, activos, plantando aquí, cortando el césped allá.

Muchos paseantes con muchos perros y aún más compradores de alimentación que vamos a dar por hecho que lo eran de comercios de proximidad, de su propio barrio y calle. Y también, por qué no decirlo, leoneses deambulando sin aparente excusa ni canina ni de avituallamiento, a paso de paseo.

Sobre el asfalto, algunos turismos, algunas furgonetas más que las casi exclusivas de estas dos últimas semanas de agencias de reparto urgente. Y hasta algún camión de obra que por su ruido y dimensiones, dadas las circunstancias, llama mucho la atención al rodar por la Calle Ancha, por ejemplo.

Y obreros. Numerosos obreros retomando el tajo, soldando en la acera delante de un comercio, abriendo una zanja, afanándose detrás de las vallas de obra, controlando las grúas de construcción que, hoy sí, volvían a la vida. ¿La diferencia? Que tomarse hoy el café en la pausa del curro ha sido una odisea de buscar una máquina y una pila de mesas de terraza apiladas y sin uso para apoyarse.

Hay que reseñar que de cada diez personas que se dejaron ver por las calles aún así semidesiertas, más de tres lo hacían visiblemente sin protección alguna: ni guantes ni mascarillas. Claro que la búsqueda de material como esas codiciadas mascarillas por las farmacias de la ciudad es una búsqueda desesperante que acaba en seguro fracaso.

La imagen de la jornada fue, sin duda, la de los policías -nacionales y locales, como la Guardia Civil en otros puntos de la provincia- repartiendo en puntos estratégicos alguna de las 98.000 mascarillas que el Gobierno ha decidido destinar a la provincia leonesa sobre todo para el traslado de los trabajadores que hoy regresaban a sus quehaceres, porque la protección en sus puestos de trabajo ya es cosa de cada una de sus empresas. El desconocimiento y las dudas fueron los dos sentires más generalizados.

Y todo este extraño escenario que quiso y no pudo retornar a la vida normal mientras, no olvidarlo, el confinamiento sigue. El salvador encierro doméstico en miles y miles de viviendas leonesas, familias casi completas que, salvo quien ya pueda volver a su empleo, siguen asomándose al balcón y la ventana preguntándose hasta cuándo. Ayudando mucho, muchísimo, con el sencillo y heroico gesto de cumplir.

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