Olga Rodríguez: “Nos conformamos con aparentar que se informa”

Olga Rodríguez en Ramala, Cisjordania.

Isabel Rodríguez

Olga Rodríguez (León, 1975) ofreció ayer una charla en el Musac sobre Oriente Medio. La próxima semana vuelve a Egipto donde trabaja preparando reportajes para una productora estadounidense y, entre tanto, prepara otro libro de ensayo, sobre las revueltas en el mundo árabe, para la editorial Debate, y escribe una novela narrada en Palestina en 1947, año de la partición. Además colabora para el diario Público, fundamentalmente con artículos de opinión y con periodismohumano.com, “un proyecto muy interesante con información de calidad que no se puede encontrar en otros sitios”. Ha puesto voz durante muchos años a los conflictos en Oriente Medio en la cadena SER y cara en Cuatro y CNN+, pero el año pasado decidió dejar la televisión. “He preferido ser un poco más libre para hacer coberturas con mayor profundidad”, asegura. Con ella abrimos una serie con firma leonesa en la que daremos voz a periodistas que, acunados en León, desarrollan su trabajo en diferentes lugares para que compartan su visión sobre el periodismo.

¿La inmediatez afecta a la calidad? ¿Tuvo esto que ver en tu decisión de dejar la televisión?

Sin duda, el periodismo está en una fase de transición y en una crisis de identidad que se atribuye a la crisis económica pero que surgió bastante antes, por lo que la crisis es una excusa barata para justificar la crisis de identidad. Los grandes medios de comunicación se dejan llevar por la búsqueda del beneficio económico a corto plazo en detrimento de la calidad de la información y eso es algo que está haciendo mucho daño al periodismo porque la información es uno de los pilares básicos de las sociedades libres y democráticas. Nos conformamos con aparentar que se informa en vez de informar de verdad y esto es algo que puede poner en peligro la libertad de nuestras sociedades. Esto afecta sobre todo a las televisiones pero ningún formato se está librando de ello.

¿Qué supone el cierre de un medio como CNN+ en España?

Es un hecho que simboliza muy bien cómo está el panorama del periodismo en los medios audiovisuales. Salvo dos veces al día de media hora cada una, el resto de la programación es entretenimiento e incluso los espacios informativos son de infoentretenimiento. En las redacciones buena parte de los directivos están obsesionados por las audiencias porque a más audiencia más dinero y no se dan cuenta de que una apuesta por información de calidad a medio o largo plazo puede tener mucha audiencia por tanto dar mucho dinero y además ofrece un sello de calidad y una imagen que puede ser una garantía de calidad para la marca de la casa. Los informativos en Estados Unidos los ven seis millones de personas en un país con 300 millones, pero son su sello de calidad y los cuidan e invierten en ellos.

¿Qué ha cambiado a la hora de desplazaros a las zonas de conflicto?

Antes podíamos hacer coberturas más largas con estancias más prolongadas. Ahora o eres freelance o las estancias son cortas, lo que daña la información porque si solo vas a estar siete días en un país no te da tiempo a tomar el pulso a la sociedad y se perpetúan hasta el infinito determinados guiones y mensajes que a menudo están salpicados de estereotipos falsos y de estigmas. Por otro lado, en estos momentos está cambiando el modo de cubrir Oriente Medio a causa de las revueltas árabes, que afortunadamente han servido para, después de toda la serie de barbaridades que se decían sobre que el mundo musulmán era incompatible con la democracia, con las libertades y que necesitaba a gobiernos autoritarios para estar controlados, descubrir que el mundo árabe quiere democracia, el mundo musulmán también, y ahí tenemos grandes ejemplos como son Turquía e Indonesia.

Es como si Occidente se acabase de dar cuenta de que el mundo árabe está lleno de dictaduras.

Occidente sabe perfectamente quiénes son sus aliados en el mundo árabe. En 1953 un proyecto democrático tan sólido y respetable como era el proceso del presidente Mosadek en Irán fue abortado a través de un golpe de Estado de la CIA porque las democracias en la zona son incompatibles con los intereses de Occidente. Y Occidente lamentablemente ha preferido mantener a sátrapas y dictadores en vez de mirar por los intereses de esas poblaciones. El petróleo y el dominio político y geoeconómico en la zona lamentablemente tiene más peso.

¿Cuál es tu opinión sobre la intervención en Libia?

Tengo bastantes reticencias. Si viviéramos en un mundo justo en el que realmente las potencias occidentales fueran adalides de la libertad y los derechos humanos y no hubieran invadido países ilegalmente o bombardeado a población civil, si no fueran potencias que han usado Oriente Medio como tablero de ajedrez donde jugar sus cartas y extraer materias primas y beneficios para sí mismos... sería una intervención legítima. Ojalá que las intenciones sean solo las que están diciendo que son porque si fuera así sería la primera vez en la historia.

Pero...

Pero hay que valorar que Libia está situada entre Túnez y Egipto por lo que una presencia de potencias occidentales en Libia puede favorecer a estas potencias para llevar las riendas de estos procesos revolucionarios del mundo árabe. Además, aquí hay un doble rasero porque en Bahrein hemos visto cómo se ha atacado a la población -con la ayuda de las tropas saudíes- y ahí no estamos interviniendo, ni siquiera Estado Unidos ha pedido a Arabia Saudí -ese gran socio de Occidente en la zona- que se retire de Bahrein. Es cierto que Gadafi es un dictador y un sátrapa terrible y que está disparando con la población pero hay que tener en cuenta que en Egipto y Túnez se levantó la población civil, en Libia lo que se ha producido ha sido una división en el ejército. Es una situación más compleja, porque hay dos bandos armados, con lo cual ¿estamos protegiendo a civiles o estamos protegiendo a un bando? Yo confío en que sean buenas las intenciones porque de lo contrario la intervención podría enredar mucho más la situación en la región y en esa región a las potencias occidentales no se las ve nada bien por su postura en el conflicto árabe-israelí y por sus políticas neocoloniales.

¿Realmente está habiendo un efecto dominó?

Sí, en Egipto y Túnez está saliendo bastante bien aunque en estos momentos el foco de atención está en Libia y por ejemplo no nos estamos enterando de que en Egipto hay intentos de una contrarrevolución. Hace dos días la junta militar que está gobernando aprobaba una ley que prohíbe las protestas que puedan interferir en el trabajo, lo que supone prohibir de alguna manera cierto tipo de huelgas con penas de hasta un año de cárcel, lo que ha provocado una gran indignación entre los que han protagonizado la revolución en Egipto, y sigue habiendo detenciones y torturas y es algo que no deberíamos olvidar porque Egipto es la piedra angular de Oriente Medio. Todo pasa por Egipto, es el país árabe más poblado, tiene frontera con Gaza y es fundamental y clave para el conflicto palestino israelí y para la región en general. Los medios de comunicación tienen que estar muy pendientes de lo que ocurre porque están pasando cosas muy graves.

Las redes sociales se han revelado como herramienta clave en estas revueltas, tanto para las manifestaciones como para aportar información. ¿Dónde está el límite?

Son muy útiles. Yo las utilizo muchísimo y es una herramienta estupenda que te pone en contacto con mucha gente que de otra manera sería mucho más inaccesible pero tampoco hay que mitificarlas porque ellas no son el periodismo y ellas no son la revolución. La revolución se ha hecho porque hay cientos de miles de personas que llevan mucho tiempo luchando por la libertad y por la democracia y contra los dictadores que les gobiernan.

El episodio en el Hotel Palestina en el que murieron tres compañeros, entre ellos José Couso, ¿cómo te marcó a nivel profesional?

Personalmente en muchas cosas, no solo esa ola de ataques estadounidenses contra las tres sedes de la prensa independiente en Bagdad en la que murieron tres periodistas y resultamos heridos algunos más. A nivel personal mi orden de prioridades cambió para siempre. A nivel profesional, a mí no tanto pero tengo compañeros que ya no asumen ningún riesgo. Y hay directivos en este país que lo han reconocido públicamente que ya nunca más van a asumir la responsabilidad de enviar a alguien a una guerra. Esto significa que este tipo de ataques contra la prensa, que son crímenes de guerra, hacen mucho daño a la información porque el mensaje que lanzan es “cuidado que aunque hay leyes internacionales que os protegen, nosotros no las respetamos y os puede ocurrir esto”, por lo que muchos periodistas prefieren no informar sobre esto. Por eso siempre he creído que era muy importante la búsqueda de una investigación independiente e ir hasta el final con este caso que afortunadamente sigue abierto y que se está investigando en España.

El último libro que escribiste se llama El hombre mojado no teme la lluvia “como dice el refrán iraquí, el hombre mojado no teme la lluvia. Ya no tengo nada que perder. No me preocupa que aparezca mi nombre, y si quieres, con fotos”. ¿Tú temes a la lluvia o como periodista estás ya bastante mojada?

Afortunadamente, yo tengo muchas cosas que perder, no como este iraquí. He tratado de asumir ciertos riesgos quizás de una manera ingenua pero teniendo como referentes a grandes maestros de este país que es tratar de ser honesta, coherente y hacer todo lo posible por ofrecer información veraz, eso que suena muy simple una se encuentra con muchos más obstáculos de lo que hubiera imaginado.

Etiquetas
stats