Historias de tres leoneses que el 11S cruzaron sus caminos con la historia el día en que cambió el mundo

La periodista leonesa Andrea Suárez se vio en medio de la historia. Había llegado a Nueva York el domingo 9 de septiembre de 2001 con la idea de asistir a la boda de una amiga y a la Semana de la Moda. Se alojaba al norte de la isla de Manhattan cuando al sur se desencadenó el martes 11 un ataque terrorista sin precedentes en la que por entonces era la indiscutible capital del mundo. Se enteró por una llamada desde León realizada por su hermano de que un avión había impactado contra una Torre Gemela. En el piso 89 de la otra había estado el año anterior con Mark Lugdvisen, que al sábado siguiente iba a convertirse en cuñado de su amiga y al que durante aquellos días buscaron por los hospitales hasta que asumieron que era una de las más de 3.000 víctimas del 11S, el hito con el que la historia de la humanidad entró en el siglo XXI.

El ciclista berciano César García Calvo quiso hacer historia. Conocido ya en el pelotón por su espíritu combativo, el 'Jabalí del Bierzo' había besado el asfalto el lunes 10 de septiembre a la llegada de la Vuelta a España a León, de donde la ronda partiría al día siguiente para terminar en Gijón. Todavía dolorido y con la carrera camino de La Magdalena, saltó del pelotón. “Le dije a mi director que arrancaba”, recuerda el entonces corredor del Relax Fuenlabrada sobre una fuga que compartió con el holandés del Rabobank Karsten Kroon hasta ser alcanzados a 12 kilómetros de la meta, todavía ajenos a lo que estaba sucediendo al otro lado del Atlántico. Su gesta no tuvo hueco en las portadas de los periódicos del día siguiente, colonizadas por un hito que iba a marcar la historia reciente.

El periodista berciano Pablo Morán quiso cruzarse con la historia. Mientras completaba sus estudios de Periodismo en Madrid, ya ejercía como becario en el equipo de informativos de fin de semana de la Cadena Ser. Había regresado esos días a Ponferrada y comía con sus padres cuando vio por la televisión el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York. “Era algo inédito. América estaba siendo atacada. Y yo quería vivir eso en la redacción central de la Ser”, cuenta. Cogió esa misma tarde un autobús y al día siguiente llegó para echar una mano en una atmósfera en la que recuerda la “serenidad” en un momento de “plena efervescencia” de Iñaki Gabilondo o la forma de narrar el acontecimiento por parte de José Antonio Marcos, Javier del Pino o Carlos Llamas. “Eran capaces de contar con tranquilidad algo que a mí me dejaba sin palabras”, admite quien ahora es editor de 'Hoy por hoy' y director de 'Punto de fuga', espacio que precisamente ha abierto nueva temporada con el regreso de los talibanes a Afganistán.

La ciudad se volcó. Y en lugar de odio o rencor, yo vi solidaridad y esperanza, dice Andrea Suárez, que había acudido a la boda de una amiga y se vio envuelta en la búsqueda por los hospitales. Mientras en los noticieros sonaban tambores de guerra, los reunidos en el homenaje a las víctimas en Union Square cantaban 'Imagine'

La vida mientras el mundo contenía el aliento

El mundo contuvo la respiración el 11 de septiembre de 2001. 'El mundo en vilo a la espera de las represalias de Bush' tituló, de hecho, su portada a cinco columnas el 12 el diario El País. En el epicentro de la tragedia, la reacción social era otra. “La ciudad se volcó. Y en lugar de odio o rencor, yo vi solidaridad y esperanza. Ni en la familia con la que estaba, ni en mí, ni en la ciudad vi rencor”, cuenta Andrea Suárez, que el día 11 se quedó en casa de su amiga viendo por televisión cómo se sucedían los acontecimientos, con el posterior ataque al Pentágono y con el convencimiento de estar a las puertas de la Tercera Guerra Mundial. El viernes, tras una semana de búsqueda infructuosa junto a su amiga Eileen Kelly y su hermana Maureen, casada con Mark Lugdvisen, toda aquella corriente de solidaridad confluyó en Union Square. Mientras en los noticieros sonaban tambores de guerra, los allí reunidos cantaban 'Imagine', de John Lennon.

“Fue un shock importante”, sentencia César García Calvo, que había llegado a la meta todavía con el regusto dulce de haber sido uno de los protagonistas de la jornada en aquella Vuelta Ciclista a España. “Yo no supe nada en carrera. Vienes con alegría y se te cae el alma al suelo”, apunta mientras se recuerda ya en el coche del equipo pendiente de las noticias que llegaban desde Nueva York, que también sustituyeron a la música o la película con la que los ciclistas suelen evadirse mientras los masajistas recuperan sus piernas llegados al hotel de concentración tras una jornada además en la que sufrió sin poderse poner de pie sobre la bicicleta subiendo el puerto de Ventana por la caída del día anterior. Con las redes sociales y los teléfonos inteligentes aún por aparecer, los boletines informativos de radio y los telediarios eran los medios de seguir la tragedia.

Yo no supe nada en carrera. Vienes con alegría y se te cae el alma al suelo, cuenta César García Calvo, que ese mismo día protagonizó una escapada en la Vuelta a España que no tuvo hueco en las portadas de los periódicos del día siguiente, colonizadas por los ataques a las Torres Gemelas y sus consecuencias

Pablo Morán se recuerda precisamente en los días siguientes buscando reacciones tanto políticas como económicas a un acontecimiento cuya réplica se notaba en todo el mundo. “Mi labor era muy limitada”, reconoce sin dejar de subrayar que muchos compañeros que, como en su caso, estaban fuera de su jornada laboral se acercaron a la redacción para arrimar el hombro. Con la vocación ya consolidada tras haber hecho prácticas anteriormente en Radio Bierzo, Morán admite que la cobertura de las consecuencias de aquel atentado le dio otra perspectiva a la hora de afrontar el oficio. “Normalmente los becarios hacíamos reportajes de relleno para el fin de semana. Y a partir de ahí sí que empecé a prestar más atención a la información internacional”, destaca al advertir del “grave retroceso en los derechos humanos” de una crisis que devino, por ejemplo, en la apertura de la cárcel de Guantánamo.

“Era como si estuviera viviendo una película de ciencia ficción”

De aquellos días con la ciudad sitiada y las fronteras cerradas Andrea Suárez se ha quedado con 'flashazos' como los del resto de grupos de personas que pasaban las horas buscando a sus familiares. “Y los reconocías por la calle. Sabías que estaban pasando lo mismo que tú. Yo sentía como si estuviera viviendo una película de ciencia ficción. Aprendí que la vida era totalmente imprevisible”, señala para añadir que aquella reacción social en la que primaba la empatía le convenció de mudarse dos años después a Nueva York. La reacción política fue muy diferente. Menos de un mes después, el presidente estadounidense, George W. Bush, anunció una operación militar contra Afganistán. Al poco de regresar para establecerse en 2003, se produjo la Guerra de Irak. “Y entonces muchos días oías sirenas de policías y bomberos y luego no veías nada en las noticias. Tuve más sensación de seguridad extrema, igual de forma artificial, cuando comenzó la Guerra de Irak”, confiesa. ¿Cómo fue la reacción social entonces? “Yo participé en manifestaciones contra aquella guerra. Y gran parte de la población de Nueva York y de Manhattan estaba en contra”.

Era algo inédito. América estaba siendo atacada. Y yo quería vivir eso en la redacción central de la Ser, dice Pablo Morán, por entonces becario de informativos de fin de semana, que vio en primera persona uno de los ejemplos más claros de cómo se aborda en la radio un acontecimiento de aquellas características

Dos años y medio después del 11S, Nueva York fue Madrid. El ataque terrorista del 11 de marzo de 2004 le pilló a Andrea Suárez en la ciudad estadounidense. Aunque de menores dimensiones, el atentado en las estaciones de tren de la capital española dejó secuencias similares, con las familias buscando por los hospitales a sus seres queridos. “Yo sabía lo que estaban viviendo esas personas. Reviví la situación con aquel atentado”, dice la periodista leonesa, que había estudiado la carrera en Madrid y trabajó en revistas de moda y ahora vive a caballo también entre Salamanca y León, donde está precisamente radicada su empresa de zapatos Andrea Milian.

Pablo Morán ya era segundo editor del 'Hoy por hoy' todavía capitaneado por Iñaki Gabilondo cuando el 11M le tocó desplazarse a la estación del Pozo del Tío Raimundo, donde tuvo que “hacer la foto” con palabras de otra escena de terror en la que dominaba el pánico. Y César García Calvo, que aquella jornada camino de Gijón se hizo líder de las metas volantes y acabó ganando esta clasificación la última vez que se puso en liza en la Vuelta a España, ya había colgado la bicicleta y trabajaba en el mantenimiento de una empresa berciana cuando el 11 de marzo de 2004 un atentado terrorista volvió a trastocar la normalidad en el mundo.

Mark Lugdvisen seguía el 11 de septiembre de 2001 en su oficina del piso 89 tras el impacto de un avión a la Torre Gemela contigua a la suya sin sospechar que el ataque iba a continuar. “No están trayendo a nadie a partir del piso 85”, le dijeron en un hospital a sus familiares y a Andrea Suárez. “Además, sabíamos que Mark era de los que se habría quedado a ayudar. Habría sido el último en salir”, cuenta 20 años después la leonesa, que logró viajar de vuelta una vez que se reabrió el espacio aéreo, dice ahora que el aniversario redondo le lleva a la reflexión, avivada por el regreso de los talibanes a Afganistán. “Nada ha cambiado. No hemos aprendido nada”, lamenta.

“Ahora estamos en el mismo punto o quizá peor que en 2001”, coincide Pablo Morán, que aquellos días recibió como lección “uno de los ejemplos más claros de cómo se aborda en la radio” un acontecimiento de aquellas características. El ataque a las Torres Gemelas suscitó un debate sobre la disyuntiva entre seguridad y libertad que dos décadas después se reprodujo en otros términos a cuenta de la crisis sanitaria del coronavirus. “Y no sé si hoy estamos más seguros que entonces”, añade el periodista con el convencimiento de que “aquella primera respuesta fue un fracaso de Estados Unidos, pero también de toda la comunidad internacional” que también ahora se reproduce con otra crisis que le tocará abordar desde 'Punto de fuga', un espacio que de aquella ni siquiera había comenzado de la mano de Ana Pastor, el hilo que conecta la actualidad con aquel atentado que cambió el mundo.