Los orígenes de la Hermandad de Santa Marta y la Junta ProFomento de Semana Santa en León
En la segunda mitad de los años 40 del siglo XX, en el más duro franquismo, el dueño del Café Victoria, Evaristo Gómez Barthe, crea la 'cuarta' cofradía más importante de León e impulsa la fundación de la congregación de hermandades en 1947. Este reportaje gráfico muestra los documentos de la época
Es sabido que, con la llegada de la Segunda República, una ola de anticlericalismo radical asoló España. Manuel Azaña pronunció en aquellos días una de sus lapidarias y nefastas frases: “Todos los conventos e iglesias de Madrid no valen la vida de un republicano”, de lesivas consecuencias para las celebraciones religiosas y la Cultura. 1933 fue el único año del siglo XX en la historia de Sevilla en la que no hubo procesiones. En León también hubo conflictos y gravísimos altercados públicos que tal vez comentemos en otra ocasión…
Tras la Guerra Civil, como pasó con otras tantas cosas, el fervor popular por la Semana Santa volvió a manifestarse paulatinamente, pero ya en una Sociedad controlada por el Franquismo. Otros tiempos muy distintos.
Una de las procesiones que más llamaba la atención, al margen de la procesión de Los Pasos de Viernes Santo, era la desaparecida hoy del Pregón del Lunes, donde había representación de todas las cofradías de nuestra ciudad. La variedad de túnicas y el variopinto colorido ornamental de esta procesión destacaba en las calles leonesas.
Su origen se remonta a 1948, y uno de los hombres que más la incentivó fue Evaristo Máximo Gómez Barthe, uno de los principales accionistas del Consejo de Administración del Diario de León, por aquellos años el dueño, además, junto con su hermano César, del conocidísimo Café Victoria.
De Evaristo conservamos la documentación (con anotaciones de su puño y letra) relativa a estos primeros años en que él puso a andar y ejecutó la idea de esta procesión, creando, además, la Junta Mayor Pro Fomento de Procesiones de Semana Santa de León con el más absoluto beneplácito de quien fuera por entonces obispo de León, Luis Almarcha.
El boceto de escudo para la junta Pro Fomento de la Semana Santa leonesa fue realizado por Santiago Eguiagaray Senarega, entregado a Evaristo Máximo Gómez Barthe y realizado sobre papel sellado del Café Victoria. Santiago Eguiagaray Senarega, un artista de ámbito internacional con una capacidad renacentista para todo tipo de obras de arte.
La Junta Mayor Pro Fomento de las Procesiones, formada por las cofradías de Dulce Nombre de Jesús de Nazareno, Nuestra Señora de Angustias y Soledad, Minerva y Vera Cruz y Santa Marta empezaron a vislumbrar la idea de una revista que difundiese los intereses de la Semana Santa en León, por lo que no dudaron en pedir ayuda a las plumas más reconocidas del momento (como lo sigue haciendo en la actualidad).
La revista resultante, que llevaría el nombre de Revista de la Semana Santa Leonesa siguió “contratando” durante los años siguientes a escritores muy reputados de la época, financiándose en buena parte con la publicidad que insertaba en sus páginas.
Se pueden ver los precios de la publicidad en la revista de la Semana Santa con anotaciones de puño y letra del propio Evaristo Máximo Gómez Barthe, donde un anuncio a página completa costaba 500 pesetas, media página 300 pesetas... ¡Un pastizal en aquella época!
Curioso que siendo una procesión de Semana Santa en una época en la que la beatitud era la norma –no sólo por devoción sino también por obligación social, sobre todo para no desentonar en el Nacional Catolicismo de la época más dura de la dictadura– se observa una extraordinaria modernidad en aquel cartel que anunciaba la primera procesión del Pregón en nuestra ciudad en 1948: ausente por completo cualquier tipo de iconografía religiosa.
Ya que Evaristo Máximo Gómez Barthe era un importante industrial con variados negocios al margen del “Café Victoria”, el Sindicato Nacional de Hostelería acordó elegir como patrona de la industria hostelera a Santa Marta. Tras esa decisión surgió la Hermandad de Santa Marta, la cuarta más importante de la ciudad tras las históricas, cuyos estatutos fueron aprobados el 11 de diciembre de 1945.
Su primera participación en Semana Santa fue, precisamente, y no como fruto de la casualidad, en 1947, en la procesión del Santo Entierro organizada por la cofradía de Minerva y Veracruz. La cofradía de Santa Marta, por tanto, nacía y se unía a las otras cofradías históricas leonesas que ya se habían fundado durante los siglos XVI y XVII (Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad en 1578; Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno en 1611; y Real Cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva y la Santa Vera Cruz en 1612.
Las cofradías con origen medieval representativas de los Gremios que aunaban de forma extraordinaria la habilidad y el comercio de los artesanos leoneses, desempeñaban una labor fundamental en la ayuda social, la caridad entre agremiados y su utilización como auténticos bancos que prestaban significativas cantidades económicas debido a su importante capacidad económica y financiera. Quedan en los archivos eclesiásticos multitud de documentos acreditativos al respecto, que también sufragaron muchas obras artísticas.
Es una lástima que la procesión del Pregón del Lunes Santo dejara de salir al comienzo de los años 90 y no haya continuado hasta la actualidad (sustituida, sí, por la de la Pasión, pero sin que las nuevas cofradías creadas a partir de esos años participen). Quizás pueda volver a hacerse realidad con la participación y unión de todas las cofradías que a partir de 1991 se crearon en León para florecimiento y esplendor de una Semana Santa que, aunque muy diferente a la de 1947, engrandece a la ciudad y al resto de la provincia…
Otros tiempos
La enorme reprimenda por el 'postureo' de los papones a finales de los años 40
Como ciertamente hay documentos que valen más que mil palabras, se reproduce aquí la circular publicada por la Junta Mayor Pro Fomento de las Procesiones de Semana Santa de León creada en 1947, donde, entre otras advertencias y recomendaciones prohibía entrar con la túnica puesta a cualquier establecimiento público (especialmente bares), e incluso andar por la calle con la propia túnica, así como hablar durante el recorrido de las procesiones.
Pese a la época de dureza del Nacional Catolicismo, muchos iban a figurar más que otra cosa y no entraban a la Catedral a escuchar el pregón. Algo pasaría para que en este escrito se llevaran los cofrades una buena bronca: “Si eres aficionado al fútbol y acudes a ver los partidos, no creemos que vayas en coche o andando hasta el Estadio y después no penetres en él para presenciarlo porque alegues que no te interesa lo que allí pueda ocurrir. ¿Eres o no aficionado? Pues bien: ¿Eres o no creyente, católico y además cofrade? [...] Se te ruega que vayas a escuchar el Sermón del Pregón, no a exhibir la túnica, ni a penetrar con ella en bares u otros establecimientos de bebidas. Comienza la semana dando ejemplo de disciplina, de obediencia, de acatamiento, de fe católica”.