El día de 1885 en que todo León salió a la calle con fervor patriótico por España en la Crisis de las Carolinas con Alemania
Una de las más grandes manifestaciones del siglo XIX en la capital de la provincia se produjo cuando el Imperio Alemán quiso tomar posesión de unas islas del Pacífico que no estaban habitadas pero que habían descubierto exploradores españoles. Aquellos 'Vivas a España' eran bien distintos de los de hoy
Las islas Carolinas son un archipiélago situado al oeste del océano Pacífico descubiertas en 1526 por los exploradores españoles Toribio Alonso de Salazar y Diego de Saavedra. Aunque tradicionalmente considerada posesión española, el archipiélago no había sido objeto de asentamiento ni de ocupación por parte de España. En el Pacífico español, amplias zonas estaban teóricamente bajo el dominio de la Corona española. Esto planteaba serios problemas en la era del imperialismo porque, junto con África, el Pacífico era una de las zonas sin repartir entre las potencias europeas.
Los problemas diplomáticos de España comenzaron en 1870, pues tanto el Imperio británico como el alemán tenían intereses en Joló y el Borneo Septentrional importantes. El asunto se demoró en unas largas negociaciones diplomáticas, no exentas de alguna acritud e incidentes, hasta su resolución por el protocolo del 7 de marzo de 1885, cediendo España el norte de Borneo a los británicos a regañadientes y concediendo franquicias comerciales en Filipinas.
El 11 de agosto de 1885, el embajador de Alemania en Madrid, el conde Solms-Sonnewalde, anunció al gobierno español el propósito de su país de ocupar las islas Carolinas por considerarlas territorio sin dueño (res nullius). La contestación española se produjo el día 12 oponiéndose a tal circunstancia, por lo que el cañonero alemán Iltis se dirigió hacia el archipiélago. La actuación del Iltis fue considerada en España como un acto de piratería y se generó el Incidente de las Carolinas, que derivó en una fuerte crisis internacional.
Aunque se era consciente de la inferioridad naval española, la opinión general era que estaba en juego la honra, y que por ella se debía arrostrar cualquier inferioridad material. Así se mostró en la manifestación patriótica de Madrid, en la cual al pasar delante del Ateneo, se exhibió desde este un retrato del almirante Méndez Núñez, mientras que Alberto Aguilera repetía en su alocución la frase atribuida al marino: "Más vale honra sin barcos que barcos sin honra" atribuida al marino durante el combate de El Callao en 1866, poniéndola como modelo de conducta en las circunstancias del momento.
La Plaza de la Constitución abarrotada en León
Por todo ello, a las cuatro de la tarde del 30 de agosto de 1885, la población de León, en masa, se reunió en la abarrotada Plaza Mayor (entonces llamada de la Constitución) y calles adyacentes.
Esta circunstancia, a través de un artículo periodístico publicado entonces (artículo localizado por el historiador Julián Robles), incita a radiografiar el espectro de la Sociedad capitalina –y su pensamiento– por aquellos años. Una Sociedad en donde ese suceso (que hoy tal vez pueda resultar anecdótico) trasluce una vez más la importancia vital de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de León –crisol de la burguesía (con su amor por la educación y la música), pero también de diferentes clases sociales y de todas las tendencias ideológicas del momento–, y en donde dos fundamentales gremios obreros de la época, como el de los ferroviarios y curtidores, se solidarizaron sin remilgos y reparo alguno a una manifestación multitudinaria en defensa de una causa que consideraban inalienable, justa y básica: la defensa de la Patria.
En la prensa de la época se lee:
El entusiasmo del pueblo leonés, que en masa acudió a protestar contra la ofensa inferida al derecho de su Nación, rayaba en delirio: una sola voz era lanzada a la vez por millares de personas, voz que continuamente cruzaba el espacio y se oía agradablemente el resonar de ¡Viva España!
A las cuatro de la tarde los diferentes gremios, sociedades y Corporaciones habían llegado a la Plaza de la Constitución [actual Plaza Mayor], todos ellos ondeando sus correspondientes banderas, y el Nuevo Casino Leonés acompañado de la banda de música del Hospicio.
Don Antonio Sánchez Chicarro, Diputado a Cortes por la Capital, dirigió la palabra al pueblo desde uno de los balcones de la Casa-Ayuntamiento, terminando con un “¡Viva la Integridad Nacional!” y otro al pueblo leonés, contestados ambos por la muchedumbre que invadía la Plaza. Acto seguido se puso en marcha la manifestación […]
El Casino Leonés era la sociedad más escogida de la ciudad. Se había creado en 1855. Una de sus primeras sedes estuvo en la calle Cuatro Cantones (actual calle Cervantes), pero en 1885 se acababa de instalar en el primer piso de un edificio que se derruyó con el ensanche, en lo que aproximadamente hoy ocupa el número 8 de la calle Ancha (edificio Allende), haciendo esquina con la calle Maestrescolía Bayón (actual calle Sierra Pambley), siendo entonces propietarias del inmueble las hermanas Luciana y Eudosia Válgoma. La banda de Música del hospicio, por su parte, se había creado en los años 40 del siglo XIX y siempre tuvo gran e importante presencia cultural en la vida social leonesa.
Así se describió cómo se componía la marcha:
A la cabeza de ésta formaba un grupo compuesto de los “Señores Senadores y Diputados”, residentes en la capital, y representación del clero.
Seguían a este grupo: El pendón de la Ciudad, rodeado del Ayuntamiento, Diputación provincial y Colegio de Abogados.
Después industriales y comerciantes, siguiendo a su bandera en donde se leía: “El comercio de León, La ruina y la muerte, antes que la deshonra”. Porque comerciantes, propietarios y profesionales (muchas personas reunían los tres componentes) conformaban la vastísima y pujante burguesía local y provincial de León, en algunos casos de trascendencia nacional.
Directores y redactores de los tres periódicos locales, y operarios de sus imprentas, leyéndose en su bandera: “La Prensa local ¡Viva España!” y en otras tres los títulos de los periódicos.
También el estandarte de la Sociedad de Amigos del País, detrás del cual iba un grupo considerable, compuesto de personas pertenecientes a diversas clases sociales, y todas ellas a dicha Asociación. Seguido de la Sociedad Liceo Leonés, rodeando a su bandera cuyo lema decía: “El Liceo Leonés por la Integridad de la Patria” […]
Los tres periódicos locales del momento eran: La Crónica, fundada por el médico carlista Lesmes Sánchez de Castro y cuyo director y propietario fue Nicolás López Muñoz, quien se anunciaba en 1885 como comisionista en la plaza del Conde de Luna número 13; El Campeón, dirigido por Augusto López Núñez Villabrille, Clotaldo; y El Porvenir, dirigido por Hemeterio García Pérez (o su hermano Segundo), pues ambos regentaban la imprenta del periódico en la calle Concepciones número 8 (actual calle de Fernández Cadórniga).
El Liceo Leonés al que se refiere el artículo de El Porvenir se creó en 1880 (en las tertulias del afamado Café de La Estera, situado en la esquina de la actual calle Conde de Rebolledo con la calle Cascalería, donde el piso de arriba les servía de sede). Era una sociedad que representaba, entre otras actividades, obras teatrales en las que el Ayuntamiento cedía al Liceo sus instalaciones del Teatro Principal, anexo al propio Ayuntamiento, en la plaza de San Marcelo.
Seguían en la manifestación:
Obreros del ferrocarril con su estandarte, en el que se ostentaba el lema: “Los obreros del ferrocarril, ¡Viva España!”. Empleados del mismo, con bandera y lema: “¡Viva España! ¡El pueblo español no se doblega ante ningún pirata germano!”
El gremio de los Curtidores, leyéndose en su bandera: “El Gremio de Curtidores: ¡Viva España!”
Un numeroso grupo de niños con una bandera y el lema: “¡Honor al patriotismo! ¡Viva la Integridad Nacional!”
La clase obrera de la población, en cuya bandera se leía: “¡Viva España!”
Colegio del señor Arroyo, en el pabellón del cual se leía: “¡Viva España! Colegio de Guzmán el Bueno.”
Los jóvenes de la Capital, ostentando una bonita bandera obra de varias señoritas, y en la que se leía: “La Juventud Leonesa ”¡La guerra siempre! ¡La humillación nunca!“
Todos los dependientes de comercio, con una hermosa bandera de damasco de seda con los colores nacionales, en la que se leía: “La Dependencia Comercial ¡Viva España!”
Un precioso gallardete en que se leía: “Carolinas siempre españolas”
Un estandarte que representaba a Mercurio y España, en el que se leía: “¡Viva España con Honra! ¡Viva la Patria!”, obra de los jóvenes Vidal Blanco y Segundo Guerrero. Cerraba este grupo un magnífico estandarte de damasco de seda, leyéndose: “¡Viva España! ¡Viva la Integridad de la Patria!”
Porque funcionaban numerosas escuelas privadas en la ciudad de León, donde el porcentaje de analfabetismo era bajísimo. Fernando Arroyo Merino (hermano de Laureano, quien también se dedicó a la enseñanza). Al año siguiente a los hechos relatados en el artículo trasladaría su escuela a la calle de la Tesorería (actual calle Dámaso Merino).
Y porque tras la enorme pujanza del comercio textil en la primera mitad del siglo XIX, en su segunda mitad, la economía leonesa dependía en gran medida del ferrocarril y de los curtidores, y buen ejemplo de ello es el artículo de El Porvenir que se cita.
El recorrido de la manifestación
La manifestación recorrió, desde la Plaza Mayor, las calles Nueva, Catedral, Instituto [actual calle Pablo Flórez], Santa Marina, Veterinaria, San Isidoro, Cid, San Marcelo, Teatro, Rúa, Herreros, Escorial, Plaza del Mercado, Cuesta de Carbajal, Cuesta Castañón, y calle de Santa Cruz, volviendo al punto de partida. Los balcones de las casas se veían adornados con caprichosas y elegantes colgaduras, casi todas de colores nacionales.
Desde los balcones de la Escuela de Veterinaria y desde el palacio de Torreblanca, donde estaba el Gobierno Civil, se pronunciaron elocuentes frases patrióticas y discursos protagonizados por Emilio Menéndez Pallarés, Andrés Garrido, el gobernador Conrado Solsona y otras importantísimas personalidades de las más diversas ideologías que no se mencionan por falta de espacio en este reportaje, pero que fueron calurosamente aplaudidos, terminando todos con vivas, a los que la muchedumbre respondía con entusiasmo. Algunos propietarios incluso alfombraron las entradas de sus residencias, como en el caso de Celestino Lera, pintor y decorador de profesión, con negocio situado en la calle de La Rúa número 42, donde vivía con su familia. Aficionado al teatro y a todo tipo de inquietud cultural, en 1884 llegó a ofrecerse al Ayuntamiento para pintar gratis la fachada del Teatro Principal.
Seguía el artículo:
[…] Al llegar la manifestación frente a la casa del industrial Celestino Lera, varios cohetes fueron lanzados por este al espacio, y la fachada de su casa se veía adornada con banderas, gallardetes y escudos, en donde se leían las inscripciones: El Callao, Méndez-Núñez, Daoiz y Velarde, ¡Viva la Patria! y otras a cuál más patrióticas, habiendo llegado el entusiasmo de dicho industrial a tal término, que alfombró la calle en el frente de su casa.
Las siete serían próximamente cuando llegó la manifestación a la Plaza de la Constitución, en donde había de disolverse. Todas las banderas y estandartes fueron colocadas en los balcones del Municipio, desde los cuales pronunciaron discursos patrióticos los Sres. Morán (don Esteban) alcalde Constitucional, Menéndez [Emilio Menéndez Pallarés], Bustamante [Epigmenio, redactor de La Crónica] y Mallo [Tomás, catedrático de Instituto], siendo todos ellos grandemente aplaudidos.
En toda la carrera no cesaron los vivas a España y a su Integridad, al Ejército y a la Marina y a Francia.
¿Y cómo terminó la Crisis de las Carolinas? Pues al final el canciller alemán Bismarck, sabiendo que la tuberculosis del rey Alfonso XII era muy grave y que su muerte podía desestabilizar España (lo que no le convenía a Alemania en el escenario Europeo) propuso el 2 de octubre que el papa León XIII actuara como mediador del conflicto, efectuando un laudo. El gobierno español aceptó y veinte días después la resolución reconocía la soberanía española del archipiélago si procediera a su ocupación militar y administrativa, teniendo que reconocer libertad de comercio y de explotación agrícola para Alemania. Alfonso XII moriría el 25 de noviembre con las aguas calmadas.
Una lección sin aprender para Cuba y Filipinas
¿Pero todo aquello para qué? Menos de tres lustros después, en 1899, España le vendía a Alemania las Carolinas por 25 millones de pesetas. Meses después de haber sido derrotada por los Estados Unidos de América y perder Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico no le quedó más remedio que hacer algo de negocio con las pocas islas que le quedaban en el Pacífico al Gobierno Español (sin colonias ya no sirve de nada tener reposteaderos de agua y carbón para una Armada que no iba a surcar ya más el Pacífico).
Lo irónico es que la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898 fue casi un calco de la situación creada en las Carolinas: ante una agresión injusta, inesperada, y de mucha mayor fuerza que la que se puede controlar, la opinión pública en general creyó de manera ingenua que podía enfrentarla apelando al coraje y a una resistencia inflexible en tierra, ya sea mediante la adquisición de buques o la evocación de glorias pretéritas. Pero sin embargo, la flota se ve obligada a ponerse en marcha de manera improvisada y veloz, sumando a sus deficiencias las impuestas por la inferioridad o antigüedad de sus navíos. La responsabilidad política y militar recae en los marinos, quienes deben seguir decretos que establecen puntos de concentración distantes de las auténticas bases de la escuadra, mientras se inician negociaciones apresuradas y poco exitosas en el último momento para adquirir buques de cualquier índole en el extranjero. Desafortunadamente, la repetición trágica de muchos errores de 1885 reveló en el Desastre de Cuba que los españoles habían ignorado por completo cualquiera de las lecciones que les había ofrecido la experiencia pasada 13 años antes en Las Carolinas.
Las otras manifestaciones multitudinarias en León
Como se observa, el concepto de 'patria' era intocable en la Sociedad leonesa de 1885 y unió a todos los estratos de la sociedad. En tiempos más recientes (1984), otra manifestación por 'León Solo' aglutinó otra multitudinaria manifestación leonesa en tiempos del alcalde Juan Morano Masa (que se repitió el 16F de 2020 sorprendiendo a toda España por cómo seguía vivo 36 años después la demanda autonomista leonesa)…
Aunque hubo una más, mucho más desgarradora y discordante en tiempos de la Segunda República –la de consecuencias prácticas más graves–, cuando una multitud violenta ocupó por entero la plaza de Santo Martino y Puerta Castillo intentando forzar la puerta de entrada de la cárcel (situada entonces en la actual sede del Archivo Histórico Provincial) para exigir la liberación de todos los presos sentenciados por su actuación en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934.
En aquellos momentos la Guerra Civil ya se mostraba como inevitable…
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