Una Jornada, pretenciosa, celebrada en el Palacio del Senado. A la que, como presidente de la institución de León, Gerardo Álvarez Courel, fue y habló.
Para nada citó el deseo de una autonomía diferenciada leonesa. Y no vale decir que no era el foro, ni el momento. Porque sería aún más grave…
Y vamos a seguir contando mentiras, tralará…a todo tren o al 'tran, tran'...
Cuentan de un joven ciudadano, cuya candidez rozaba el clamor, no por ingenuo, tal vez por crédulo y casi seguro que por confiado, “cómo de mísero andaba un día”… ¡Tanto, que hasta sólo repetía lo que otros desechaban!
Una evidencia: No iba de sabio. Ni de personaje colocado ante el espejo del combinado calderoniano sugerido. No. Tampoco de prepotente, su endeblez física no se lo permitiría. Y en cuanto a componenda social, la justa, la justa, nada de atributos, sí de comportamientos. Se dejaba llevar, y hasta puede que sería fácil encajarlo como representativo en el devenir de los leoneses.
Lo llamaban Leo, apócope o mote según intención circulante en el núcleo de conocidos, nótese que no digo amigos, quienes, de vez en cuando, a su cara le soltaban algunos de sus dichos, tal como: un paisanin de León, al modo que gustaba presentarse él en momentos de euforia. Y que, en su mejor saber encajar, hasta agradecía el remoquete.
Pues bien, si este conciudadano de antaño, hoy hubiera estado entre nosotros, se hubiera quedado sentado, con el periódico en la mano, contemplando la figura fotografiada de un sonriente político, de enhiesta postura, por presunción, muy asemejada a un ‘aquí estoy yo’. Posición que Leo adoptaba en momentos de vaporosos influjos, ensimismamientos inducidos... Esto es: sentado con los antebrazos apoyados en los muslos, mirada al frente, torso semirrígido en aparente endeblez , digamos, salvando distancias, como el quijote de Víctor de los Ríos, hoy en Vegazana. Ya veremos…
He dejado abierta una llamada en suspensivos, y bien intencionada, toda vez que, sobre este personaje, Leo, tendrán oportunidad mis lectores, de conocer en plan relato, algunas de sus vicisitudes, puntuales, que aparecerá allá cuando el año 2025, esté al fin del camino.
El aludido político fotografiado apareció en los medios para adelantar su participación entre las huestes senatoriales, en la Sala Clara Campoamor, en Madrid; no hay duda, era el presidente de la Diputación de León, Gerardo Álvarez Courel. Sonreía pletórico, con ambas manos posadas sobre el portafirmas, puede que un poco “baúl de los recuerdos autonómicos”, y en el subconsciente un: ¡Quietos! ¡Que ninguno se mueva!
A renglón seguido se anunciaba en letra que el jueves, 20 de noviembre, iba a participar en la Jornada sobre el futuro de las Diputaciones Provinciales, que el FEMP por su 45.º aniversario organizaba. Ya es pasado. Y allí habló para preguntar sobre financiación local y sugerir, entre otras cosas , la imprescindible reforma, y claro está abogar por la pervivencia de las instituciones. No sin fulgor.
Mi pregunta: ¿En plan autonómico esperábamos algo de él…para la ocasión? Ésta que se pintaba única... ¡NO! La oportunidad de dar a conocer lo leonés era... ¡Plena! Pero, hemos de colocar otro NO, en su haber.
Es curioso, la fecha fue el acicate para que surgiera la figura de Leo, entre la ficción y el olvido, quien hoy por cierto, con enorme sorna también nos contaría cómo un convecino suyo, legionense, acudía cada 20 de noviembre a cantar brazo en alto, el ‘cara al sol’, ante la lápida colocada al falangista José Antonio, en la iglesia de San Marcelo, en la plazoleta que llamábamos de Las Palomas.
Y no menos curioso, y reseñable, la postura de Courel, que fue a la reunión, a la jornada citada con el NO de Santano el 19 de noviembre de 2025, sobre la llegada del tren de Feve a Legio. Pero 'resuelta' mediante un autobús eléctrico, circulando sobre el trazado previsto y ejecutado para tranvía, hormigonando para que todo se tape, hasta las vergüenzas, desde La Asunción hasta acá. ¡Y si lo quieres lo tomas y si no lo dejas.
Nuestras son las tragaderas ad infinitum, en el pueblo, pero orquestadas, o al menos reforzadas con el silencio cómplice, de algunos políticos de los pueblos afectados, influenciados, y de Legio, a la orden principalmente de Cendón.
¿Acaso no observan estos ediles, y militantes, pueblo sin duda, que Cendón en estos momentos ni pincha ni corta? ¡Cuando más joroba!...Ttratando de recuperar galones, marcando acompañamiento en el juego a los compañeros socialistas de Madrid, ¡qué ya ni siquiera le invitan!
¡Pero el daño ahí queda y hemos de padecerlo los leoneses!