De un Óscar Puente pleno, a un Rodríguez Zapatero zalamero

José Luis Rodríguez Zapatero y Óscar Puente.

Sí, este primero, el que fue alcalde pucelano y Sánchez premió con cartera ministerial, tal parece que hubiera sido para terminar de colocar a Valladolid, la capitalizadora de todo lo autonómico hasta el extremo, bien entroncada en lo europeo. Dotándola de Nodos, vías, carreteras…,y sin cortapisas se ha venido usurpando del espacio noroeste (ampliación y nueva localización) del que siempre, por geografía, correspondió a León.

A mi entender algo muy grave e imperdonable. A ver ahora cómo, o de qué manera, podemos recuperarlo… ¡Y cuándo tocará!

Está apostando por todo para su tierra, su casa, puede que con cierto disimulo al principio, pero ahora, roto el velo, se vuelca cuanto puede y más, en colocar a Valladolid en la élite, y no sólo nacional sino para que puede postinear en europea. Y allí dar imagen de gran urbe y supuesto poderío económico, que no siendo propio, es el resultado de lo que, por estatus en fase de consolidación, se han venido arrogando.

No son legítimas tantas distinciones, pero son peores las censuras, tal como viene ocurriendo con todo lo que huela a leonés. No porque se nos limite en lo socioeconómico, que en sí ya es doloso, sino porque nos van anulando como región, ahora, últimamente, más deprisa si cabe, antes de que pasemos a ejercer, conforme se ha estudiado, nuestro derecho constitucional a autonomía propiamente leonesa. Subsistimos en plan autárquico, no lo olvidemos…

Si bien, para que suene esa flauta, la del autogobierno, hay que empezar por elaborarla, necesitamos madera (pueblo) y por supuesto, un lutier con capacidades para ello que la modele; y llegado el momento soplar al unísono. ¡Leoneses! ¿Cómo somos capaces de ver tanto agravio, sin que se nos encienda el ánimo salvador de nuestra tierra?

Y de Rodríguez Zapatero qué

Sí, sí, el otro personaje citado, el que fue presidente del Gobierno, y juega ahora a ser un 'ex' de lujo, que empezó a querer significarse como mediador internacional con rostro de sonriente pacifista y se le han ido acartonando sonrisa e ímpetu.

A quien, para la galería de leoneses ilustres, no faltó quien lo mostrara como nuestro más animoso Bambi. En verdad, bien aplicada la estampa, muestra en ocasiones un rostro entre el candor y la inocencia, que pronto se comprueba son parte de un gesto de postiza prestancia. Mas, no voy aquí a marcar un perfil gráfico del personaje, sino a dejar señalado, de piel para afuera, cómo, desde su posición de 'ex', parece gozar mostrando, de viva voz, en favor de terceros, al ente autonómico llamado Castilla y León, en tanto se ayuda al mayor hundimiento (socioeconómico) y amarre (sociocultural) de los confiados leoneses.

¡Ha hecho cosas por León! Se dice. Sí, alguna hizo, pero cuando éstas se promueven... ¡A ver que sale! Sin planificación, para el momento (como ejemplo en Legio la supresión del paso a nivel del Crucero, muy focalizado), o van por inercia y sin ambición poco más allá de hacer algo que facilite titulares en los medios. ¡Lo que se muestra es desconexión con la cuestión leonesa! Sí, porque ya desde la preautonomía empezaron a intentar doblegarnos ¡otros! de su misma mano política, y de la contraria, sin que podamos, aún hoy, explicarnos la causa, y menos aún la dañina trabazó que, a tal fin, perdura entre ambos.

Se ha prestado últimamente a venir de pacificador, nada de filantropía; de quijote que, ofreciéndose para arreglar entuertos, siembra discordia. Su papel lleva marchamo de embaucador desentrenado, mostrando, eso sí, el rostro amable, cual si salieran sus rasgos de otra bien intencionada plumilla, para cantar las excelencias del ente; pretendiendo que no sintamos lo autonómico como lo que es: ¡Un dogal férreo! ¡¡¡Dato éste imposible de ignorar!!!

A veces, descolocado en escena, su expresión se transforma en un estereotipado rictus que necesita moviola para poder ser interpretada la controvertida realidad que encierra su postura.

No busco ofender, siempre lejos de mí animo tal cosa. Pero como quiera que, leyendo en los medios, voy de enfado en enfado con él, y su forma de entender. Mejor: ¡No querer entender lo leonés! Agravio y 'desnorte'. Propalando que ¡perseverar el ente autonómico es lo bueno!, cuando la realidad lo está colocando con la condición de pésimo, y suena cuando menos a engañifa.

Siempre supe que no era leonesista. Nada que objetar, lo es quien quiere, siente lo leonés como propio…, y lo defiende.

Pero... ¡Atención! Para la situación autonómica contada no ha faltado el apoyo de los nulos leoneses políticos. Mas el recalcitrante e insensato proceder del voto, a ambas manos, de la mayoría leonesa. ¡Un gran nudo!

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