Los 25 años del Bergidum desde las tablas: actores que dan fe de que la magia del teatro está muy viva en Ponferrada

Álvaro Caboalles apenas tenía dos años y ni siquiera podía intuir su futuro cuando el 6 de octubre de 1996 Rafael Álvarez 'El Brujo' inauguró el Teatro Bergidum de Ponferrada con una adaptación del 'Anfitrión', de Plauto. “Olía a pintura y madera”, recuerda el actor cordobés, el primero de los cientos que han pasado por un escenario que, tras haber acogido más de 3.000 actividades culturales, celebra sus bodas de plata en este 2021.

Raquel Mirón no llegaba con los pies al suelo sentada en la butaca las primeras veces que iba al Bergidum con su colegio de Toreno, donde se inscribió en una actividad extraescolar de teatro que iba a marcar su vocación. Soñaba con ser actriz cuando Miguel Rellán, hijo de un médico ponferradino, ya había disparado su popularidad por papeles en series de televisión que acercaron más al público a un grande de la interpretación en España.

Rafael Álvarez ya había inaugurado el Teatro de Daimiel (Ciudad Real) representando 'El Lazarillo de Tormes' cuando se convirtió en el primer actor en ponerse sobre las tablas del Bergidum ante un público que “también se sentía protagonista aquel día”. Ponferrada había recuperado la escena. “Y, ante un estreno, la gente también va más estirada de lo normal”, ilustra 'El Brujo', para quien hasta esa fecha su principal referencia de la capital berciana era la que le aportaban sus amigos Pepe y Edu Rodríguez Trobajo, hijos de un maestro y “fanáticos” de la Ponferradina.

Resulta admirable la valentía del Bergidum por dar cabida a tantos lenguajes diferentes, destaca Raquel Mirón, que acudía de niña con el colegio de Toreno y regresó para representar 'Maquis' en 2012 y 'La perra' en 2020

Miguel Rellán ya había hecho papeles inolvidables como el de 'El Moro' en 'El crack' y 'El crack II', de José Luis Garci, o el profesor 'Bacterio' en la serie televisiva 'Compañeros' cuando Ponferrada redescubrió a uno de sus hijos, le hizo pregonero de las Fiestas de la Encina de 2005 y, a partir de entonces, una plaza habitual por su amplia y variada programación se hizo todavía más entrañable. “Me gustaría tener capacidad poética para poder describir las sensaciones”, cuenta Rellán, orgulloso de que la tierra de su padre protagonice “una cosa heroica” como mantener una actividad de alta calidad cultural “contra viento y marea”.

Álvaro Caboalles ya iba a Primaria cuando visitaba con el colegio el Bergidum en la actividad 'La escuela va al teatro'. “Y (el director del teatro) Miguel (Ángel Varela) nos contaba una historia para conectar con el público infantil”, resalta Caboalles, que ya en el último ciclo de Primaria actuaba con el colegio (también lo hizo durante años con la Escuela de Música), se recuerda de adolescente como espectador y también como alumno de unos talleres que impartían Carlos García Ruiz y Dolores Seijas hasta asistir en 2011 a una función de Matarile Teatro. “Fue como una revelación para mí”, dice sobre aquella representación de escena contemporánea que influyó en un actor que suele salirse de las convenciones.

Miguel Rellán contrasta el tirón cultural con la degradación industrial de una ciudad que puede presumir de oferta teatral: Y eso al final depende casi única y exclusivamente de que haya 'fracontiradores' que se empeñen en ello

“Conozco a Álvaro Caboalles. Y tiene un lenguaje tan de vanguardia que resulta admirable la valentía del Bergidum por dar cabida a tantos lenguajes diferentes”, aporta Raquel Mirón sin saber que ILEÓN los había juntado en la distancia para componer este reportaje. Ella descubrió “la magia del teatro” ya de niña en Ponferrada antes de marchar con su familia a Madrid. Habitual como espectadora a la tradicional gala de circo de Navidad, ya tiene entradas para asistir con sus sobrinos y su hijo, nacido en marzo de este año en medio de una pandemia. A él todavía le quedarán años para llegar con los pies al suelo sentado en una butaca.

Un programador de los que ya no quedan

Rafael Álvarez 'El Brujo', Miguel Rellán, Álvaro Caboalles y Raquel Mirón tienen biografías y recorridos diferentes. Pero al hacer las cuentas de los 25 años del Teatro Bergidum de Ponferrada las salen varios denominadores comunes. El primero es el aplauso unánime a su director. “Todo el mundo conoce a Miguel”, advierte Caboalles. “El Bergidum es casa; Miguel y el equipo técnico y de oficina es mi familia”, añade el intérprete y autor ponferradino. “Lo que tengo que hacer es quitarme el cráneo con él”, abunda Rellán, que ha vivido en este tiempo el contraste entre el tirón cultural y la “degradación industrial” de una ciudad de provincias que puede presumir de oferta teatral: “Y eso al final depende casi única y exclusivamente de que haya 'fracontiradores' que se empeñen en ello”.

Miguel Ángel Varela es un hombre “muy del teatro”. “Y ya no quedan muchos así”, advierte el primer actor en pisar el escenario del Bergidum, dirigido durante todo este tiempo por un programador que ha convivido con gobiernos municipales de diferente signo político manteniendo la esencia y haciendo del teatro “un lugar emblemático de la ciudad” mientras en otras “se alquilan” para sacar rédito económico. “Tiene que ser un espacio conectado con la cultura y no sólo con los espectáculos de entretenimiento. No se trata de ganar dinero”, proclama 'El Brujo'. “Los espacios los hacen las personas. Y sólo queda aplaudir el trabajo de Miguel y su equipo”, sentencia Mirón.

El teatro tiene que estar conectado con la cultura y no sólo con los espectáculos de entretenimiento, proclama Rafael Álvarez 'El Brujo', que aplaude la labor como programador del director, Miguel Ángel Varela. Ya no quedan muchos así, dice

El segundo denominador común es el valor del propio recinto, que remite a la esencia de los teatros clásicos frente a “auditorios mastodónticos” diseñados por “arquitectos megalómanos” que a veces dejan los camerinos a desmano, advierte Miguel Rellán. “A mí me gustan teatros como el Bergidum, a la italiana, calentitos, acogedores, en los que se oye muy bien. Están hechos a la medida de la gente”, agrega. “La distancia con el público es la justa para notar su calor”, aporta Rafael Álvarez. El escenario se ha conjugado con la programación. “Y aunque Ponferrada no sea capital de provincia, es una ciudad importante. Y el público de allí es de ciudad”, confirma 'El Brujo'.

Raquel Mirón debutó en el Teatro Bergidum en 2012 con 'Maquis', una historia muy conectada con una comarca pionera en rescatar la memoria histórica. Frente a familiares, amigos y vecinos de Toreno, experimentó la sensación “maravillosa” de haber logrado un objetivo marcado desde niña. Antes de regresar en 2020, pasó por un escenario más acorde a una obra de pequeño formato como 'Felicidad' en Río Selmo. Apenas unas semanas antes de la declaración del primer estado de alarma, volvió al Bergidum con 'La perra', donde además hizo una ayudantía de dirección: “Fue más estresante, pero igualmente apasionante”.

El Bergidum es casa; el director y el equipo técnico y de oficina es familia, añade el intérprete y autor ponferradino Álvaro Caboalles, que ha usado otros espacios de la ciudad: Me cuesta a veces llevar mis propuestas a un espacio teatral

Álvaro Caboalles también ha pasado por otras plazas en la ciudad. “Me cuesta a veces llevar mis propuestas a un espacio teatral”, admite tras relatar cómo prefirió también un escenario con reminiscencias mineras como el Museo del Ferrocarril para representar 'Carbón.Negro.', tributo dedicado especialmente a las mujeres de las cuencas. Debutó en mayo de 2015 con 'El caso Fuenteovejuna' en el Bergidum, adonde llevó después 'Tatababo. Por mí y por todos mis compañeros' y 'Generación perdida + miedo perder (-nos)'. “Probar cosas en otros sitios no es posible. Y en el Bergidum puedo tener un día para hacer el montaje técnico”, agradece.

Los rituales previos a la función

Los actores son también animales de rituales. “El escenario es un lugar sagrado”, afirma Miguel Rellán, que sabe lo que es salir solo al María Guerrero para representar personajes de 'Luces de bohemia'. Palabras mayores. El rito muchas veces se extiende a los prolegómenos. Rellán describe la sensación de salir del hotel “con las manos en los bolsillos” y patear una ciudad en la que puede visitar a familiares y pasar por varias librerías de referencia. Cuando Ponferrada era una plaza de dos días y billetes agotados, 'El Brujo' solía acercarse a ver a la Virgen de la Encina en una ciudad que conserva el halo de “lugar mistérico del Camino de Santiago”, destaca por teléfono camino de Barcelona ahora que las giras son “muy apretadas” (regresará a Ponferrada el 26 de noviembre con 'Dos tablas y una pasión').

Tanto Rellán como Álvarez también han dejado literalmente sus huellas en la Acera del Teatro antes de una función. “Y lamento muchísimo que eso no lo pueda ver mi padre, que ejercía de berciano”, señala el primero. Mirón suele pasear por el casco antiguo y la parte alta de la ciudad para entrar en ambiente. “Y ya entro al Bergidum vibrando”, reconoce la actriz de Toreno. Caboalles siempre ha hecho el mismo trayecto, desde la casa de sus padres en el Barrio de los Judíos para 'subir' al teatro. Y Rellán recuerda aquel día en el que en el paseo previo a abrir la temporada 2009-2010 con Verónica Forqué en 'La abeja reina' fue abordado en la calle por “una chica deslumbrante” a la que le dejó una entrada. Y ahora que da con 'Los asquerosos' la “enésima vuelta a la piel de toro”, espera volver al Bergidum y reencontrarse con aquella pelirroja que no le esperó a la salida. Sería la prueba definitiva de que la magia del teatro está muy viva en Ponferrada.