El libro sobre Felisa Rodríguez, maestra, escritora y una “soñadora” adelantada a su época desde Noceda del Bierzo
A ojos de una niña, Felisa Rodríguez era “una soñadora”. Camino Rodríguez fue hasta los once años de edad alumna de esta maestra que no se limitaba a dictar la lección entre las cuatro paredes de clase en Noceda del Bierzo. Transmitía su pasión por la naturaleza a sus pupilas, a las que convertía en pequeñas exploradoras del patrimonio arqueológico hasta hacerlas protagonistas del programa impulsado por Radio Televisión Española (RTVE) 'Misión Rescate'. “Y nos trataban como si fuéramos importantes”, dice Camino medio siglo después.
Desde la perspectiva de una compañera de fatigas en las aulas y en las letras, Felisa Rodríguez era “buena y sincera”. Manolita López, también maestra y poeta, escribe una carta el 9 de septiembre de 1998 dedicada a su amiga, fallecida dos días antes. 'Más Allá de las Albas' titula esa misiva en la que define sus cualidades: “Eras de las que aceptaron lo que le dieron sin arrastrarse nunca a mendigarlo”. Una de Cacabelos y otra de Noceda, López y Rodríguez transitaron caminos paralelos que convergían en recitales poéticos: “Nos sentíamos felices y hasta nos proporcionaban un poco de fe en la vida”.
La carta, a modo de despedida, apareció entre los papeles que manejaba la escritora, investigadora y gestora cultural Mercedes González Rojo, que encontró así a la protagonista del libro que este año le iba a servir para celebrar el Día Internacional de la Mujer. El resultado es 'Felisa Rodríguez. Una biografía desde el recuerdo', que comenzará su recorrido promocional precisamente este próximo martes 8 de marzo en Villablino. Sin familiares directos a los que consultar y sin muchas referencias escritas, el título ya da una idea de que la obra recoge más impresiones que datos sobre una mujer que compaginó docencia y literatura con un pie siempre puesto en la naturaleza.
Felisa Rodríguez fue una maestra diferente. Tenía una imaginación desbordante, cuenta una de sus alumnas al recordar que al fondo del aula en la que daba clase tenía una máquina de escribir con la que incluso pergeñaba poemas personalizados para sus pupilas
Camino Rodríguez no puede evitar emocionarse al recordar la figura de una persona que fue mucho más que su maestra. “Era una mujer adelantada a su tiempo. Tenía una imaginación desbordante”, cuenta al recordar que al fondo del aula en la que daba clase tenía una máquina de escribir con la que incluso pergeñaba poemas personalizados para sus alumnas. Felisa y su hermana Flora heredaron la vocación docente de su madre hasta ser conocidas por ello como 'las Matildes'. “Vivían entregadas por y para el pueblo”, destaca Camino.
Los escasos datos permiten trazar un esbozo biográfico hasta situar a las hermanas estudiando Magisterio en León. La carrera docente comenzó todavía en tiempos de la Segunda República hasta desatarse la Guerra Civil e imponerse el régimen franquista. “Y pese a ser muy religiosas, eran también críticas”, advierte Mercedes González Rojo para explicar cómo fueron suspendidas de empleo y sueldo y tuvieron que trabajar en el campo antes de retomar la enseñanza a partir de la década de los sesenta. Con vocación de maestras rurales, pronto se asentarán en el destino de Noceda del Bierzo. Felisa daba clase a las niñas.
“Pionera en temas hoy normalizados en la enseñanza”
González Rojo, que se encarga de la coordinación literaria de una obra coral en la que ella sigue su rastro biográfico y bibliográfico y deja un apartado para los recuerdos de quienes la conocieron y otro para las impresiones de 23 escritoras a modo de homenaje de las letras leonesas femeninas de hoy, sugiere algún contacto con la Institución Libre de Enseñanza (ILE) para reflexionar sobre una forma de ejercer la docencia que se salía de los cánones de la época: “Ella fue una pionera en temas que hoy están normalizados en la enseñanza”. Camino Rodríguez la recuerda con cámara fotográfica y poniendo el tocadiscos. Muchas tardes de primavera tocaba preparar la cantimplora y la merienda. Los tesoros podían esconderse en las faldas de la sierra de Gistredo.
La maestra “consiguió una máquina para excavar”. El Grupo 359 de Noceda del Bierzo se llevó varios premios del concurso 'Misión Rescate' creado por RTVE en colaboración con la Dirección General de Bellas Artes. Felisa se preocupaba de cambiar de alumnas cada vez que unas ya habían sido premiadas para dar oportunidad a las demás. El conjunto en el que participó Camino Rodríguez se llevó un trofeo de plata, lo que les permitió viajar a Madrid y pasar unos días entre Prado del Rey, El Corte Inglés y el Santiago Bernabéu. Además de para salir en la televisión, aquellos hallazgos fueron el caldo de cultivo para que hoy Noceda cuente con un Museo Etnográfico y Arqueológico.
Felisa Rodríguez compartió experiencias con la también maestra y escritora Manolita López. Y mientas en Manolita hay una intención puramente poética, en Felisa hay mucho de didáctico. Ella vuelca su preocupación por el medio ambiente. Ya en los años setenta denuncia los incendios forestales, expone Mercedes González Rojo
Al principio, Felisa Rodríguez acompasó la docencia con la literatura como territorios inseparables. “Nos escribía las obras de teatro en verso. Y luego vendíamos las entradas por el pueblo”, señala su alumna de entonces. “Ella estaba volcada en la docencia. Y no le importaba su promoción”, acredita González Rojo. La nocedense sí encontró altavoz a través de sus colaboraciones en publicaciones como las revistas Folklore y Aquiana. Y se sumó junto a su amiga y colega a la eclosión de festivales y recitales poéticos en la comarca del Bierzo, una “época mágica”, según reconoce la cacabelense en su carta de despedida.
Felisa, que editó la mayoría de sus trece obras tras la jubilación, y Manolita son autoras de publicación tardía. “Y mientas en Manolita hay una intención puramente poética, en Felisa hay mucho de didáctico. Ella vuelca su preocupación por el medio ambiente. Ya en los años setenta denuncia los incendios forestales”, subraya González Rojo, quien también detecta en su obra el uso preferente del romance, así como una mezcla de géneros y el uso de modismos bercianos en un intento de agarrarse a la tradición. “Ella ve el cambio que se viene encima y no quiere que se pierdan las raíces”, abunda la coordinadora de una obra editada con el apoyo de los ayuntamientos de Noceda del Bierzo, Cacabelos, Gordoncillo, Luyego de Somoza, Santa María del Páramo, Valencia de Don Juan y Villarejo de Órbigo. Tras Villablino el 8 de marzo, las siguientes presentaciones serán el 9 de marzo a las 19.00 horas en la Casa de la Cultura de Cacabelos, el 10 a las 19.30 horas en el Auditorio del Conservatorio de Música de León y el 12 a las 18.00 horas en la Biblioteca de Priaranza de la Valduerna (Luyego de Somoza).
Mecenas de estudiantes y madrina de nuevos autores
Maestra rural y soltera, Felisa había ejercido su profesión rodeada de niñas. “Ella quería que nosotras estudiáramos y fuéramos independientes”, apunta Camino Rodríguez sin obviar que aquella implicación llegaba incluso hasta lo económico en el caso de familias con escasos recursos. Su vocación altruista la llevó también a ejercer de 'madrina' de nuevas hornadas de poetas que acudían a ella en busca de consejo. “Eras buena y sincera”, escribía Manolita López, “de las que no defraudan ni traicionan; de las que nunca despreció a ningún poeta; de las que nunca atropellaba buscando un primer puesto, de las que acataron lo que le dieron sin arrastrarse nunca a mendigarlo”.
Rodeadas de hombres en aquellos festivales y recitales poéticos, Felisa Rodríguez y Manolita López puede que “se consideraran algo de menos”. “No se daban importancia”, señala Mercedes González Rojo, que ha explorado de forma paralela ambas figuras y que asegura que Felisa “estaría orgullosa de las mujeres de hoy”. Los libros y la gloria literaria seguramente eran lo de menos para una mujer entregada sus alumnas, a su entorno y a su pueblo hasta el punto de que incluso se atrevió en primera instancia a diseñar la residencia de mayores que en Noceda del Bierzo lleva como nombre Flora y Felisa por quienes donaron el solar para levantarla. “Fue una soñadora hasta el final”, concluye Camino, una de las alumnas de aquella maestra y escritora que parecía llegada de una época que estaba por venir.