Antonio Pereira: un centenario que traspasa fronteras, trasciende edades de lectores y mira más allá de 2023

Tendría la misma ironía que caracteriza su obra que el escritor Antonio Pereira reapareciese un día por la que fue su casa de León ahora convertida en museo y comprobase que los lectores siguen mostrando predilección por su cuento Palabras, palabras para una rusa. “¡La jodida rusa!”, exclamaba en otro en el que le reclamaban por enésima vez que leyera el célebre relato. “Pocas veces he tratado de cerca a una rusa. Pero una vez, en Moscú, tuve una relación tan íntima que no he llegado a olvidarla”, comienza aquella famosa narración. Ahora la Fundación Antonio Pereira, la que promociona el legado del autor y organiza en este 2023 su centenario, no quiere poner punto final a las actividades que han servido para traspasar fronteras, trascender generaciones de lectores y reivindicar su condición de poeta.

El caso es que Antonio Pereira, nacido en Villafranca del Bierzo en 1923 y muerto en León en 2009, 'reaparece' a veces por su casa del Paseo de Papalaguinda junto a su viuda y albacea literaria, Úrsula Rodríguez Hesles, fallecida en 2019. “Yo los sigo viendo por aquí, por la casa”, cuenta su sobrino y director gerente de la Fundación Antonio Pereira, Joaquín Otero, al relatar una “constante” que se repite en sueños o en sensaciones ahora que le toca el papel de enseñar el domicilio en el que tantos ratos compartió con sus tíos a visitantes de la reconvertida en Casa-Museo, estrenada en octubre de 2022 como prólogo de un centenario del que todavía no se quiere escribir el epílogo. No habrá actos de clausura de una celebración que, en sentido estricto, todavía tiene pendientes los fallos de los premios de ensayo y de poesía. Pero es que, además, se pretende prolongar la estela del narrador y poeta villafranquino sin fecha de caducidad.

Por la Casa-Museo de Antonio Pereira han pasado hasta la fecha más de 1.500 personas, entre visitas de particulares, grupos y centros educativos. “No esperábamos tanto (...) Pero no nos obsesiona el número de visitantes”, reconoce el director gerente de la Fundación al remarcar que se trata de un piso y no un edificio, que la visita está disponible siempre previa concertación y que no está incluida en ningún paquete o itinerario turístico. El mural realizado por Juan Carlos Mestre, y ahora completado por un vídeo en el que el joven poeta Mario Obrero se atreve a interpretarlo, es la 'estrella' de la visita, en una estancia aneja al despacho que da a un patio de luces en el que Pereira se refugiaba para escribir. Precisamente por 'la fábrica de las fabulaciones' preguntan algunos visitantes. De decantarse por algún cuento, el preferido sigue siendo Palabras, palabras para una rusa.

El balance cuantitativo resulta superior al esperado. El cualitativo a la hora de valorar el centenario se ajusta a lo previsto. “Se están cumpliendo las expectativas, porque las expectativas eran altas”, apunta Otero al aludir primero a una dimensión nacional, la lograda a través de referencias en las principales publicaciones y suplementos literarios del país: “Todos se han hecho eco como un acontecimiento importante dentro de la literatura de 2023”. La dimensión internacional se hace presente al comprobar los remitentes de distintas partes del mundo de los trabajos presentados a los concursos de ensayo y de poesía, cuyo fallo y edición de las obras, así como el estreno del documental que prepara el periodista Agustín Remesal en el formato del espacio de Televisión Española Imprescindibles, quedarán pendientes para 2024.

Uno de los pilares de la Fundación es conseguir que Pereira trascienda a su generación. Y se está logrando que las nuevas generaciones también se interesen por él

El epicentro de las celebraciones de un centenario itinerante en el que se ha estrenado una escultura en el Jardín de la Alameda de Villafranca del Bierzo y en el que su figura llegó a través de un acto a la Biblioteca Nacional de España es la Casa-Museo, un atractivo desde varios puntos de vista. El primero consiste en el propio espacio, ambientado con libros (está ahora pendiente de inventariar su biblioteca), fotos, pinturas, recortes o elementos como su máquina de escribir. El segundo estriba en “escuchar a Antonio Pereira” a través de un vídeo de unos veinte minutos de duración que resume una entrevista (base de la obra de teatro estrenada este 2023 Contar y cantar) en la que afloran características del autor como su expresividad y su ironía. La consecuencia, a juicio de Otero, es que la mayoría de los visitantes que no conocían la obra se habrán sumergido en la lectura de Pereira. “En muchos casos”, precisa, “porque nos lo dicen ellos mismos; y en otros porque salen con tal curiosidad sobre el personaje que anima a la lectura”.

Trabajos escolares

Con la lección aprendida acuden ya algunos alumnos, que han consultado la recopilación de cuentos incluidos en la colección Clásicos Modernos de la editorial Anaya y que han volcado la visita en trabajos escolares como los book trailers realizados por estudiantes del Instituto de Educación Secundaria Juan del Enzina. La consecuencia en este caso de visitas que a partir de 2024 se extenderán a centros privados y del resto de la provincia es llegar a nuevos lectores. “Uno de los pilares de la Fundación es conseguir que Pereira trascienda a su generación. Y se está logrando que las nuevas generaciones también se interesen por él”, expresa su director gerente.

Ahora con la edición actualizada por parte de Siruela de Todos los cuentos y Todos los poemas, la Fundación cuenta con otra arma promocional de primer orden. “El Antonio Pereira cuentista estaba más vigente que el Antonio Pereira poeta. Por eso hemos querido dedicar una parte importante del centenario a la obra poética. Creo que lo hemos conseguido. Y a él le habría gustado eso”, considera Otero sobre un autor que decía que habría dado todas sus prosas por un poema que lo inmortalizara. “Aquí los poetas están en todas partes”, dice la voz de Mario Obrero interpretando el mural de Juan Carlos Mestre hasta hacer confluir tres generaciones de poetas con la figura de Antonio Pereira, protagonista literario de 2023 y más allá. 

El otro cine que lo inmortalizó

Antonio Pereira se fue en 2009. Quedó su obra, ahora recopilada en su producción cuentística y poética, amén de sus novelas y colaboraciones periodísticas. También fue inmortalizado en el cine. Y no sólo porque El filandón, la película de Chema Sarmiento de cuyo rodaje acaban de cumplirse 40 años, adaptara su cuento Las peras de Dios y lo convirtiese en protagonista de la propia reunión de escritores en la ermita de San Pelayo hasta fantasear irónicamente con el comienzo de una trayectoria que lo llevaría a Hollywood. Sus relatos La embajada toscana y La Orbea del coadjutor también tuvieron su traslación cinematográfica, en estos casos enmarcados en dos proyectos educativos.

Gabriel Folgado era un chaval cuando en su pueblo, Albares de la Ribera (Torre del Bierzo), el mismo que el de Chema Sarmiento, se rodó precisamente el cuento de Las peras de Dios para El filandón, filme que estrenó el pasado mes de abril en León su remasterización para ser otro hito de las celebraciones del centenario de Antonio Pereira. Folgado, que recuerda cómo se grabaron las escenas de la llegada de los familiares a la casona o la de los primos en bicicleta comparando con distintos tipos de peras las tetas de las vecinas, despertó así una afición que canalizó años más tarde al matricularse en la efímera Escuela de Cine de Ponferrada.

Cuando tuvo que hacer la práctica de fin de carrera en 2005, su memoria se retrotrajo a aquella experiencia iniciática al comprobar que Antonio Pereira había autorizado a la Escuela de Cine a adaptar su cuento La embajada toscana. “En cuanto se abrió la opción, lo pedí. Me atraía la figura de Antonio Pereira. Y su obra ofrece muchas posibilidades”, cuenta Folgado, que dirigió aquel cortometraje con un guion adaptado del que se encargaron varios alumnos de esa especialidad. Y aunque el corto es “bastante fiel al relato”, incluyeron variaciones como cambiar una diputación por un pequeño ayuntamiento o prescindir de una secuencia en una sacristía. Fue precisamente este último el único 'pero' que el autor villafranquino le puso a Folgado cuando se interesó en contactar con él y hablaron “un domingo por la mañana del teléfono fijo de casa al suyo fijo de León”.

Folgado, que luego dirigió documentales como Paisajes interiores y Ancestral Delicatessen y es desde 2015 alcalde de Torre del Bierzo, se refiere a una conversación “muy agradable” tras admitir la sensación de “responsabilidad” por haber adaptado la obra de uno de los grandes de la literatura leonesa y española. El último giro sobre el relato original fue hacer aparecer sobre una escalera en la fachada de una iglesia al cura protagonista por ser una celebridad en materia de seguridad vial y hacerlo desaparecer de escena... montado en una bicicleta.

Precisamente la bicicleta es protagonista principal de la otra adaptación, que tuvo que cambiar incluso el título del cuento. De La Orbea del coadjutor pasó a La bici del cura. “Los chavales no sabían ni lo que era una Orbea ni lo que era un coadjutor”, justifica el profesor de Dibujo Javier Carpintero, que ha hecho del Instituto de Educación Secundaria Europa de Ponferrada una referencia en materia de producción de cortometrajes a través de una antigua asignatura optativa. Carpintero dirigió a un equipo de alumnos que en el curso 2006-2007 aprovecharon la primera edición de los Premios Bergida del IEB (Instituto de Estudios Bercianos), dedicada a la figura de Antonio Pereira, para adaptar al cine la historia de un chaval de Villafranca del Bierzo que busca una bici para ir a 'ligar' a Cacabelos.

“Los cuentos de Pereira tienen un toque muy cinematográfico. Tienen un humor muy inteligente y sutil. Igual no te desatan una carcajada, pero sí una sonrisa”, señala Carpintero. La mayor “complejidad” en este caso estribaba en recrear una historia de época, lo que implicaba un esfuerzo extra en localizar vestuario hasta rastrear algún armario de los abuelos. El tema, el amor, era universal. Y seguramente resultó un aliciente para los chavales, entonces alumnos de 4.º de la ESO. “Fue de los cortos que más han gustado de los que hicimos”, dice sobre un trabajo que se completó con una voz en off de Luis del Olmo ahora con cierto lamento por no haber pedido al propio Antonio Pereira una grabación como narrador.

La bici del cura se llevó el primer premio de los Bergida. Pereira acudió a la entrega de los galardones. “Y nos dijo que se había reconocido en la cara de tontorrón que se le quedaba al chaval protagonista”, recuerda Carpintero sobre la historia de amor truncada con una bicicleta Orbea por el medio. Y es que Pereira estuvo aquel día a la altura del mito que lo sitúa como narrador oral extraordinario. “Fue un placer escucharle hablar. Era como el abuelo que todos quisimos tener para que nos contase los cuentos”. 

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