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El rarísimo mineral que sólo se extrae en un lugar del mundo: León

1 de agosto de 2025 22:30 h

Se parece al Wolframio, pero no. No es el tungsteno. Y sólo se pueden extraer muestras visibles de este rarísimo mineral en León. Sí, en en todo el planeta Tierra la provincia de León es el único lugar en la que se pueden encontrar este valioso –por escaso–, compuesto metalífero descubierto hace poco más de un siglo y que ha despertado el interés de científicos, coleccionistas y museos de medio mundo.

Tiene un brillo metálico, una textura botroidal —en forma de pequeñas burbujas fusionadas— y una composición singular que mezcla cobre, níquel, cobalto, hierro y azufre. Lo más extraordinario: solo en León se han hallado ejemplares macroscópicos de este mineral, mientras que en el resto del mundo solo ha aparecido en forma microscópica.

Aunque con los años se han identificado rastros microscópicos de la misma composición en otros doce lugares del mundo —como Polonia, Japón, China o incluso Tarragona—, sólo una mina leonesa ha generado piezas que puedan contemplarse a simple vista, lo que le otorga a esta localidad minera el título de localidad tipo. En el mundo de la mineralogía, eso significa que cualquier otro hallazgo se compara, por definición, con lo que allí apareció primero.

Bajo las montañas del municipio leonés de Cármenes, oculto en vetas de dolomita y apenas perceptible a simple vista, se esconde este mineral descubierto y descrito en el año 1920, tras analizar muestras procedentes de la mina La Providencia, también conocida como La Profunda, situada en Cármenes. La explotación fue intensamente trabajada entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX por intereses angloespañoles, que buscaban principalmente cobre. “Situada a 2,3 kilómetros al oeste de la localidad de Villanueva de Pontedo, y fue explotada inicialmente entre 1906 y 1914, interrumpiéndose las labores debido a los problemas para el procesado de un mineral tan complejo. En 1920 se puso de nuevo en actividad, enviando muestras a Londres para estudiar su procesado. En estas muestras se descubrió este nuevo y raro mineral. Con distintas interrupciones, las labores se mantuvieron activas hasta 1963”, explican en la Wikipedia.

Fue entonces cuando los geólogos Schoeller y Powell identificaron una nueva especie mineralógica en el laboratorio y, por error logístico, la bautizaron con el nombre de la estación ferroviaria desde la que se enviaban las muestras: Villamanín.

Aparece en una piedra blanca, que en química se diría dolomita cristalina porque se une con otros sulfuros y su forma de cristalizar es cuboctaédrica u octaédrica (entre un cubo y un octaedro). Su lustre es metálico y opaco de color negro y algunos minerales presentan rayas de la misma naturaleza. Tiene una tenacidad frágil y una densidad calculada de 4,41 gramos por centímetro cúbico.

A pesar de que en muchas fotografías se ve como un mineral brilloso, la realidad es otra. Después de varias pruebas, se determinó que es opaco.

Se supone que el lector habrá adivinado ya su nombre: la villamaninita. Sin embargo, su nombre lleva a confusión: no alude al municipio de origen, sino a la estación de ferrocarril desde la que se exportaba.

Un garrafal fallo geográfico le dio su nombre

Por esta confusión se quedó para los estudios científicos como villamaninita, aunque la verdadera localidad tipo es Cármenes. La pieza original que sirvió para su clasificación aún se conserva.

Esta es la historia de un fallo garrafal que le dio su confuso nombre. Un error geográfico convertido en denominación científica que perdura más de un siglo después. La realidad es que es en el vecino municipio de Cármenes donde se encuentra el único yacimiento del planeta que ha producido cristales visibles sin ayuda de microscopio.

A pesar de su rareza, la villamaninita no tiene un valor industrial. Es un mineral del grupo II (sulfuros), según la clasificación de Strunz. Aparece en una dolomita cristalina junto con otros sulfuros, especialmente bravoita, linneita, bornita, tetraedrita y pirita. Tamta variabilidad de la composición de este mineral provocó que durante los años 1940 se pusiera en duda el que fuera una especie independiente, pero estudios posteriores lo determinaron fehacientemente. Es una de los 5.800 especies de minerales que hay en la Tierra, según la Asociación Internacional de Mineralogía. Y sólo se puede ver a simple vista en la provincia de León.

Su interés reside en su exclusividad geológica y en su valor como objeto de estudio y colección. Algunas piezas, por pequeñas que sean, han alcanzado precios elevados en el mercado especializado: ejemplares estéticamente llamativos de menos de un centímetro se han estimado en más de 2.700 euros por su belleza, simetría y procedencia, aunque lo más habitual es que piezas más comunes se vendan desde 25 euros en casas especializadas.

Dónde se puede ver o comprar

Este mineral leonés figura ya en catálogos científicos y bases de datos como Mindat.org, donde se conservan más de 70 fotografías de ejemplares visibles extraídos en León. También forma parte de colecciones oficiales como la del Museo Geominero del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), en Madrid, que conserva muestras originales del hallazgo y otras recogidas antes del cierre de la mina. En Zaragoza, el Museo Virtual de Mineralogía de la Universidad también lo documenta con fines didácticos, con imágenes de ejemplares botroidales sobre dolomita, que muestran la particular estética de esta curiosa especie.

Hoy, la mina de La Providencia de Cármenes permanece cerrada, sin actividad extractiva, y forma parte del pasado industrial de la Montaña Central leonesa, y también de una ruta de montaña. Pero su legado sigue vivo en vitrinas de museos, colecciones privadas y catálogos científicos, donde este pequeño y poco conocido mineral recuerda que, a veces, la mayor rareza puede estar justo bajo nuestros pies.