Los osos polares y los pardos son dos especies distintas. Sin embargo, esto no les impidió aparearse entre sí a lo largo de la historia. Una nueva investigación, que incluye el estudio del ADN de un antiguo diente de un oso polar, ha permitido obtener más detalles acerca de la evolución de estas especies, y revela un nivel de complejidad similar al de la evolución del ser humano.
“La formación y mantenimiento de especies puede ser un proceso complicado”, dice Charlotte Lindqvist, profesora asociada de ciencias biológicas en la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Buffalo y líder del estudio. “Lo que sucedió con los osos polares y los pardos es un claro análogo a lo que se está aprendiendo sobre la evolución humana: que la división de especies puede ser incompleta”.
“A medida que se van recuperando más y más genomas de poblaciones humanas antiguas, incluidos los neandertales y los denisovanos, estamos viendo que grupos arcaicos se apareaban con ancestros de los humanos modernos, y esto dio lugar a una mezcla genética. Los osos polares y los pardos son otro sistema en el que se ve que esto sucede”, prosigue Lindqvist, experta en genética de osos.
El estudio se publica en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y ha sido el fruto de una colaboración internacional entre la Universidad de Buffalo, la Universidad Tecnológica de Texas, el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad, en México, la Universidad finlandesa de Oulu y otras instituciones, como museos y centros de estudios, de EE UU, Finlandia, Singapur y Dinamarca.
Una madre oso polar y sus cachorros de 2 años en el noroeste de Groenlandia. / Øystein Wiig
El concepto de osos polares adaptados al Ártico que intercambian material genético con los pardos, que están adaptados a la vida en latitudes más bajas, es un tema de interés para el estudio de los impactos del cambio climático en las especies amenazadas.
“A medida que el mundo se calienta y el hielo marino del Ártico disminuye, los osos polares y los pardos pueden encontrarse con más frecuencia en lugares donde sus áreas de distribución se superponen. Esto hace que su historia evolutiva compartida sea un tema de estudio particularmente atractivo”, explica Lindqvist.
La división de especies puede ser un proceso complicado
Antes se pensaba que los humanos modernos y los neandertales simplemente se dividieron en especies separadas después de evolucionar a partir de un ancestro común, cuenta la investigadora.
Estudios posteriores con ADN neandertal y moderno demostraron que las poblaciones humanas recientes y los neandertales se cruzaron e intercambiaron genes recíprocamente en algún momento de su historia evolutiva compartida. En otras palabras, el mestizaje puede ser complejo, no necesariamente una calle de sentido único prosigue Lindqvist.
La mandíbula subfósil de un oso polar que vivió hace entre 115.000 y 130.000 años en el archipiélago noruego de Svalbard. // Karsten Sund, Natural History Museum (NHM), University of Oslo
El nuevo estudio sobre osos revela una historia similar: el análisis encuentra evidencia de intercambio genético tanto en el genoma del oso polar como en el del oso pardo. Los polares, en particular, tienen fuerte evidencia de una afluencia de ADN o ‘firma genética’ de los pardos. Según Lindqvist, investigaciones anteriores proponían solo el patrón inverso.
Los osos polares muestran menos diversidad genética que los pardos
El estudio analizó los genomas de 64 osos polares y pardos modernos, incluidos varios procedentes de Alaska, donde se encuentran ambas especies.
Los investigadores elaboraron también un genoma nuevo y más completo de un oso polar que vivió hace entre 115.000 y 130.000 años en el archipiélago noruego de Svalbard. El ADN del antiguo ejemplar se extrajo de un diente de una mandíbula subfósil, que ahora se encuentra en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oslo.
Gracias a estos datos, los investigadores estiman que los osos polares y los pardos comenzaron a separarse en especies distintas hace aproximadamente entre 1,3 a 1,6 millones de años. Sin embargo, la edad de la división ha sido y sigue siendo un tema de debate científico, debido a varios factores, como una limitada evidencia fósil de antiguos osos polares.
Sea cual sea el momento de la separación, el estudio concluye que después de convertirse en su propia especie, los osos polares sufrieron una dramática disminución poblacional y un cuello de botella genético prolongado, lo que les dejó con mucha menos diversidad genética que los osos pardos.
___Referencia: Lan et al. 'Insights into bear evolution from a Pleistocene polar bear genome'. Revista Proceedings of the National Academy of Sciences | DOI: 10.1073/pnas.2200016119.
et alProceedings of the National Academy of Sciences 10.1073/pnas.2200016119