Olga Rodríguez: “La exhumación de Villadangos es un proceso de dignificación y visibilidad”
En la localidad navarra de Marcilla, situada a escasos cincuenta kilómetros de Pamplona y donde no hubo frente de guerra tuvo lugar en marzo de 1978 el primer traslado de víctimas republicanas a un panteón, cuyos restos fueron recogidos de diferentes fosas. En el bando de los golpistas, que vieron como la sublevación fracasaba y con ello daba comienzo la Guerra Civil, los homenajes a los muertos en combate no se hacían esperar y tanto sus viudas, hijos y mutilados recibieron una recompensación laboral, económica o social desde los primeros meses de la contienda. Ejemplos hay varios, sirvan estos dos como muestra: en el verano de 1939 un decreto obligaba a los empresarios a reservar un 80% de su plantilla a excombatientes; los estancos, administraciones de lotería, gasolineras y plazas en empresas públicas estaban reservadas directamente para combatientes y familiares de víctimas del bando fascista.
Este pasado jueves, 24 de febrero de 2022, en la localidad de Villadangos del Páramo comenzó la búsqueda de restos de represaliados en su cementerio, donde la documentación ubica los restos de más de 70 personas fusiladas entre septiembre y noviembre de 1936 en el monte de la localidad. De momento ya se han localizado restos de cinco posibles víctimas. Hablamos con la periodista Olga Rodríguez Francisco, biznieta de Santos Francisco, afiliado a la UGT y que en 1936 fue arrancado de su casa en Mansilla de las Mulas para no regresar jamás.
Vayamos de lo global a lo local. Proceso constituyente en Chile, búsqueda y reparación de las víctimas de la dictadura por parte del Estado en Argentina, búsqueda en Guatemala de los fusilados durante la dictadura con fondos del Gobierno. ¿Por qué en España va todo tan lento?
En España a los cuarenta años de dictadura hay que sumar que no hubo un proceso de cultura democrática pueblo por pueblo, ciudad por ciudad explicando cuales son los códigos democráticos. Los cuarenta años de adoctrinamiento franquista no fueron contrastados con una cultura de derechos humanos. Personalmente, como corresponsal de guerra fui testigo de exhumaciones en El Salvador, Guatemala, Iraq y Comisiones de la Verdad en países africanos. Aquí, como país europeo, no hemos llegado a ese momento.
Somos el segundo país del mundo con mayor número de desaparecidos, solo por detrás de la Camboya de Pol Pot. ¿Es esto compatible con un estado integrado en la Unión Europea?
No debería serlo. Naciones Unidas y varias organizaciones de Derechos Humanos nos lo piden constantemente a través de unos informes que solicitan que cumplamos con los parámetros de Naciones Unidas, que son verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Sin embargo vemos que hay una gran pereza para hacerlo y esto, lamentablemente, explica nuestro presente.
Han sido asociaciones, familiares de víctimas y movimientos memorialistas los que dan los pasos necesarios para que lo ocurrido en España goce de reconocimiento internacional. ¿Qué le ocurre a los diferentes gobiernos para que no se tomen este tema en serio 40 años después de que muriera el dictador?
Es es muy complejo y podría dar para una tesis, pero quizá todo se resuma en que se hace política a golpe de electoralismo, cuando no sea entienden unos mínimos democráticos y de Derechos Humanos. No se puede hacer electoralismo con los derechos humanos. La transición fue un momento muy difícil, pero hemos tenido momentos en los que se podía haber abordado esto y no se hizo.
Cuatro expresidentes del Gobierno, González, Aznar, Zapatero y Rojoy; el exsecretario general de CCOO José María Fidalgo y el exsecretario general de UGT Cándido Mendez, entre otros, le escribieron cartas a la jueza Servini de Cubria mostrando su apoyo a Martín Villa y mostrando su disconformidad con la toma de declaración al que fuera responsable, entre otros, de los hechos del 3 de marzo en Vitoria. ¿Sigue vivo el Franquismo?
Hay un franquismo sociológico evidente. Lo podemos ver en muchos lugares donde no se entiende que haya familias que quieran exhumar una fosa para enterrar dignamente a los suyos. Pero no solo esto, hay muchos medios de comunicación que normalizan mensajes de extrema derecha y esto no entra en los parámetros de una democracia. También creo que algo heredado directamente del franquismo es el premio a la sumisión, a no destacar, a no pronunciarse en contra, es decir, se castiga cualquier forma de pensamiento crítico, que es con lo que las sociedades avanzan.
A parte, aquí hubo un acuerdo tácito en el que se estableció que aquí ni se iban a investigar los crímenes del franquismo ni a juzgarlos, lo que ocurre que en 2022 estamos en un contexto muy diferente a 1975. Decidir que un torturador, una persona que estuvo en gobiernos franquistas siga disfrutando de su medalla, algo tan simbólico como eso, es para que lo analicemos. ¿Qué mensaje trasmite eso a la sociedad?
Toquemos, ahora sí, lo local, Villadangos. El verano pasado fue noticia a nivel nacional el concejo en el que se votó si se aprobaba la exhumación o no, cuando hay una ley que indica que si un familiar quiere exhumar una fosa, se exhuma. ¿Cómo viviste aquello?
Fue duro, la verdad. Vi como Rufino, uno de los hijos que tiene con ochenta y seis años, sentía eso como una humillación añadida, un castigo. Lo que nos querían decir es que ni si quiera teníamos derecho a enterrar a nuestros familiares de una forma digna, cuando las familias llevábamos décadas solicitándolo. Tanto el Ayuntamiento como la Junta Vecinal tenían la voluntad de que esa votación se llevase a cabo, sabiendo que esa votación no es vinculante ya que hay una ley por encima que dice que existe un derecho a exhumar una fosa. El alcalde dijo que el ayuntamiento no se podía posicionar ni a favor ni en contra de esa votación, pero sabemos que el primer teniente de alcalde hizo campaña por el no. Lo vivimos con dolor y con asombro.
La cifra de personas que pueden estar enterradas en Villadangos, según los informes que manejáis es de ochenta y cinco. ¿Cómo fue el proceso informativo con las familias de desaparecidos y qué disposición vistes cuando se planteó la búsqueda?
Este proceso salió de las familias. Aquí estamos veintiuna familias, tenemos un chat con más de cincuenta familiares. Nadie llamó a las familias para proponer la búsqueda y posterior exhumación, esto sale del interés y las ganas de los familiares de enterrar dignamente a sus seres queridos. Sabíamos que a nivel individual esto no se conseguía, por eso empezamos a reunirnos, esto salió en los medios locales y a nivel provincial. Esta repercusión hizo que nuevas familias llamaran para sumarse a nuestra causa.
Esta exhumación será llevada a cabo por una asociación, la ARMH, pero desde el movimiento memorialsta hasta algunos partidos y sindicatos se pide que esto debería ser competencia del Estado. A esto, se pide también un banco de ADN, algo básico para que los familiares sepan si las personas que se exhuman son las que están buscando. Como biznieta de desaparecido, ¿qué le pedirías al actual gobierno?
Celeridad con la Ley de Memoria Democrática y que incluyan las mejoras que organizaciones de Derechos Humanos han pedido aquí en España. Algo tan básico como una oficina de atención a las víctimas. Cuando se iba a producir la votación, no sabíamos a dónde llamar, a dónde preguntar, pero ya no fosas, si no datos, información. Si lo piensas, a nivel de Estado estamos totalmente desamparadas. Gente que recorre miles de kilómetros de archivo en archivo solicitando información porque no sabe dónde buscar.
Por otro lado, le pido garantías para conocer nuestra historia. Conocer cuáles y cómo fueron las atrocidades del pasado es algo fundamental para que no vuelvan a repetirse. Luego, claro, pido justicia y reparación. Si no hay un mensaje ejemplarizante lo que se está trasmitiendo es un mensaje de impunidad. Esto debe ser explicado en escuelas, institutos e incluso en medios de información y en discursos políticos.
Para finalizar, una pregunta sobre lo que observas a tu alrededor. ¿Qué ves cuando miras a los ojos a las personas mayores que están a pie de fosa?
Hoy he visto mucha alegría en las familias, a pesar que saben que es muy difícil que aquí encontremos algo. Es un proceso de dignificación, de dotar de visibilidad a estas personas cuyos nombres no han sido nombrados, cuyas historias no han sido contadas. Veo esperanza y veo orgullo. Orgullo de familiares, de hijos, nietas y biznietas que vieron como sus mayores lucharon para impedir un Golpe de estado, que con sus ideas intentaron defender derechos fundamentales como igualdad o educación pública para todos.
Esta mañana cuando empezaba la exhumación sentí algo metafórico, porque no se rompe solo la tierra que contiene esos huesos, se rompe el silencio también. En torno a una fosa se desarrolla una gran conversación. A lo largo de los días surgen las palabras y esto es algo reparador. A parte de lo tangible, como es la aparición de los huesos, está lo simbólico. Cuando yo vi esta mañana que empezaban a sacar la tierra, para mí ya fue reparador.