El CEO de Wacker, Christian Hartel, ha hecho sonar las alarmas en la multinacional alemana con una carta enviada a la plantilla a la que ha tenido acceso este periódico en la que expone un contexto difícil para la compañía y un plan de ajuste de costes. “La demanda del mercado es débil y la presión sobre los precios es alta”, señala el ejecutivo del gigante químico alemán dueño de la antigua fábrica de antibióticos en León, que expone la caía de un 20% de la facturación y de un 60% del resultado operativo por lo que ponen en marcha medidas de contención como ajuste de costes y congelación de contrataciones. La carta fue enviada de forma interna tras la publicación de los últimos resultados de la multinacional, evidenciando una fuerte caída de ventas y márgenes del grupo, que en parte achaban al incremento de los costes energéticos en Alemania.
“Es esencial y nuestra responsabilidad actuar con previsión y prepararnos para una fase más larga de debilidad del mercado”, señala al no prever a corto plazo una recuperación del mercado y, por tanto, “es mejor prepararse para una carrera de larga distancia que para un sprint, para no perder fuerzas al final”. Hartel pide a su plantilla un esfuerzo de ventas y, a la vez una contención de costes ya que “si nuestras ventas se desploman por un lado, no podemos simplemente permitir que nuestro gasto continúe sin cambios, por el otro. De lo contrario, acabaremos en una situación precaria y pondremos en peligro nuestra estabilidad financiera”.
El ajuste de costes irá en varias direcciones, como “limitar todos los costes no personales al mínimo necesario con efecto inmediato”, que incluye “gastos técnicos y de mantenimiento”. En segundo lugar ha pedido “controlar firmemente nuestros gastos de personal”, anunciando congelaciones en varios países en los que opera y un análisis regional de la situación. En tercer lugar solicita “un enfoque mesurado con respecto a nuestras inversiones y mantenerlas al nivel del año en curso”, a la vez que asegura que “seguiremos invirtiendo sistemáticamente en nuestro futuro”.
“Disciplina de costes”
La compañía ha aclarado desde Alemania a ILEÓN, respecto a su factoría ubicada en la capital de la provincia, que “en los desafíos del difícil clima económico Wacker necesita centrarse globalmente en la eficiencia y la disciplina de costes”. Sin embargo al mismo tiempo señalan que mantienen inversiones “en su negocio futuro, incluida la sede recientemente ampliada en León. Seguimos impulsando el desarrollo sustentable de nuestras operaciones con la fuerte disciplina de costos que requiere la situación actual”.
Wacker asegura a ILEÓN que “Actualmente no hay planes para un programa de reducción de personal” y que “Nuestra estrategia y objetivos de largo plazo en León se mantienen sin cambios”. En la planta leonesa si aplicarán, al igual que en el resto de sus posiciones, “eficiencia y disciplina de costes”.
Para Wacker la planta de León “desempeña un papel central” en el objetivo de que su división de Biosolutions, a través de la que adquirió la factoría, alcance una facturación de 1.000 millones de euros en 2030, “Por lo tanto, continuaremos invirtiendo constantemente en el sitio”. Estas declaraciones son prácticamente clavadas a las que el CEO, Christian Hartel, señaló tras anunciar la compra: “Adquirir ADL BioPharma es un paso importante en el crecimiento continuo de nuestro negocio de biotecnología, con el que esperamos generar mil millones euros en ventas en 2030”.
De Antibióticos a Wacker
Wacker lleva operando en León desde 2016 al adquirir parte de la fábrica de Antibióticos de León en medio de la crisis de la histórica compañía farmacéutica leonesa. En mayo de este 2023 compró la totalidad de la factoría en una operación valorada en más de 100 millones de euros, asumiendo la plantilla de 300 personas además de las 60 personas con las que ya contaba Wacker trabajando en León. Por tamaño es una de las principales empresas privadas de la ciudad por número de empleados.
El grupo Wacker era uno de los principales rivales europeos de ADL BioPharma en el sector de la fermentación, principal activo de la fábrica leonesa que hace años que dejó de producir antibióticos por la competencia del mercado chino. Fundada en 1952, la historia de la antigua factoría farmacéutica, hoy más bien bioquímica, pasa por el histórico 'pelotazo' en su venta por Mario Conde en los años 80, la quiebra a manos de la familia Pucci en 2014, y a su convulsa resurrección en los últimos años.
El gigante alemán compró la fábrica al fondo de inversión Kartesia, que a su vez se la 'levantó' al fondo Black Toro Capital al prestarle 25 millones de euros en 2019 que nunca devolvió, por lo que se quedó la factoría en su lugar. En 4 años Kartesia inyectó hasta 45,9 millones de euros, por lo que la operación para el fondo ha salido muy rentable, aunque la empresa nunca lo ha sido.
Las cuentas de la ADL BioPharma en 2022, últimas cerradas, se saldaron con unas pérdidas de 7.081.557 euros. Entre 2014, año en que Black Toro se hizo con la fábrica, y hasta el 2022 se han acumulado unas pérdidas de 81,2 millones de euros.
Para este 2023 el grupo Wacker estima que sus ventas ronden los 6.500 millones de euros, con un Ebidta de entre 800 y 900 millones de euros. A finales de septiembre el gigante alemán contaba con 16.391 empleados en todo el mundo, dos tercios de ellos ubicados en su Alemania natal. Más de la mitad de las acciones con derecho a voto del gigante están en manos de la familia Wacker y un holding con sede en Baviera.