Desde primera hora de la mañana, una venitena de operarios de la empresa encargada del mantenimiento de los jardines de la ciudad de León se afanan en intentar que la ciudad vuelva a la normalidad luego de los festejos de la noche de San Juan.
El sitio elegido por los jóvenes fue, como sucede año tras año, el río Bernesga. Allí se multiplicaron los grupos, enteramente dedicados a unas de las formas de diversión más polémicas de los últimos años: el botellón.
Y sus consecuencias a la vista están, con miles de botellas y bolsas plásticas desparramadas por el paseo fluvial, sobre todo en el tramo que separa el Hostal San Marcos del Estadio de Fútbol, sobre la margen más próxima al centro de la ciudad.
A primera hora de la mañana, los leoneses deportistas y madrugadores que habitualmente utilizan el paseo para correr, andar y hacer gimnasia se vieron obligados a sortear la suciedad reinante, además de soportar los vahos alcohólicos que emanaban de la hierba.