Han sido 87 días los que han pasado desde que los leoneses acudieron a las urnas en las elecciones municipales del 28 de mayo y el plazo para ver a la última Corporación nacer de ellas, la Corporación provincial en la Diputación de León, ha sido un camino de sofoco que jamás fue tan dilatado.
El sofoco ha protagonizado los recursos electorales primero en León y luego en Villablino que dilataron hasta la desesperación la elección de los diputados provinciales. Sofocantes las negociaciones in extremis de Unión del Pueblo Leonés (UPL), que agarraba con tres ediles la llave del próximo Gobierno del Palacio de los Guzmanes, intentando decantarse por el PSOE lastrado por cierto continuismo y un PP dividido entre 'críticos' y 'oficiales'.
Por eso, este miércoles no podía ser de otro modo: la asfixia de la ola de calor presidió ayer la elección del nuevo presidente, saludado por un cortejo de abanicos entre los selectos -porque no caben muchos en el histórico Salón de Plenos- invitados.
Fue una jornada de rostros muy desiguales. Por un lado, todo lo llenaba la sonrisa del socialista Gerardo Álvarez Courel al escuchar su nombre de boca de los tres ediles leonesistas, como estaba pactado en la víspera, y elevar un bastón de mando más valioso que los dos que ha levantado ya del Consejo Comarcal del Bierzo en dos mandatos. Pero a pesar del guiño verbal que lanzó a su antecesor, Eduardo Moran, que le rompió la voz de la emoción, la actitud seria, seca, casi enfadada de éste, intentando acelerar los saludos y parabienes como si de pésames se tratara, era todo un contraste.
En la bancada del Partido Popular (PP), que obtuvo en mayo menos votos que los socialistas pero un diputado provincial más, y al que UPL ha castigado por líos internos sin que la presencia de Vox le sirva para nada, la estampa era muy similar. El que se erigió en candidato fallido, cual Feijóo, Raúl Valcarce, no esbozó una sola sonrisa en toda la sesión. Mientras, a su lado, el joven alcalde vencedor Javier Santiago Vélez, que ganó la partida de los críticos populares para dominar ahora el grupo, no sólo sonreía con la boca sino que los ojos le chispeaban. Incluso cuando el recio alcalde berciano juraba su cargo.
Entre el público, con casi todas las autoridades pasando hoy sus vacaciones de agosto en la primera fila del Salón de Plenos del palacio, apenas levantaban su cara del móvil precisamente los dos principales cargos del PP presentes: su presidenta provincial, Ester Muñoz, inusualmente discreta en las últimas semanas, igual que hoy; y el único representante leonés en el Gobierno de PP y Vox en la Junta de Castilla y León, el consejero Juan Carlos Suárez-Quiñones, erigido en negociador de un pacto finalmente fallido y al que le ha tocado un verano más ser el responsable de los incendios. Y no sólo de los forestales, también de algunos internos.
El líder provincial del PSOE, Javier Alfonso Cendón, se sentaba justo al lado y detrás de los populares, bien secundado por cargos socialistas nacionales o alcaldes, como el de Villaquilambre o el de Santa Marina del Rey, Francisco Álvarez, que si se cumple lo pactado internamente dará relevo a mitad de mandato a una de las seis únicas diputadas provinciales, Carolina López. Él, Cendón, era la viva imagen trajeada de la satisfacción.
Fue el primero a quien nombró Courel en su discurso de agradecimiento. A quien casi todos felicitaban. Y quien se pinó un poco en la bancada cuando el nuevo presidente de la Diputación relataba en su discurso aquellos puntos que han sido los pactados con UPL, guiñando ostensiblemente varias veces a quien será su portavoz, Valentín Martínez, alcalde de Villaturiel, como haciéndole ver que todo se cumplirá y ha quedado sellado desde el momento inaugural. Incluido el sonoro sello de un “¡Viva León!” final del mandatario berciano, y la salva de aplausos.
“Concejala de Valderas”. Y punto
Entre algunas destacadas anécdotas, sobresalió sin duda el runrún de rumores por lo bajini cuando a prometer fue llamada una hasta ahora desconocida Patricia Martínez en la bancada socialista, estratégicamente sentada durante el Pleno a la izquierda del presidente Courel. “¿Y ésta quién es, quién es?”, se preguntaron como un reguero de susurros muchos de los presentes. “Concejala de Valderas”, zanjó secamente la diputada nacional, socialista Andrea Fernández, a modo de cortafuegos.
Tampoco disimuló mucho el alcalde de León, José Antonio Diez, del PSOE, su efusividad cómplice pero en gestos discretos con cada uno de los tres nuevos diputados leonesistas al ir saliendo a prometer “por la Autonomía de la Región Leonesa” sus cargos, gestos que no se le apreciaron cuando quienes prometían y asumían el acta eran sus propios compañeros de partido.
Al final, tras el ritual del Pleno, en la magnífica escalera del Palacio llegó el ritual de las fotos 'de familia' de la nueva Corporación, otra vez mucho más masculina que femenina, y de cada partido político que estará representado. Los abrazos y los besos, y junto a buenos deseos y algunas despedidas, el tiempo de que los familiares de los electos -más arrinconados arriba- pudieran inmortalizar el momento para siempre. Un sofocante revuelo final en el centenario claustro que es el corazón de los pueblos de la provincia de León.