Las dos décadas de Moncho en las nubes: “Como si fuera Peter Pan”

El parapentista leonés Víctor Rodríguez, Moncho, cumple dos décadas del inicio de su carrera deportiva.

Miriam Badiola / ICAL

25 de diciembre de 2024 13:18 h

‘¿Quieres volar? Aprende a hacerlo en nuestra escuela’. Este era el eslogan publicitario de un cartel que en 2004, hace ahora dos décadas, estaba colocado en las Escuelas Deportivas de León. Un cartel que promocionaba una escuela de vuelo hoy desaparecida. Un cartel que en 2004, hace ahora dos décadas, le cambió la vida a Víctor Rodríguez cuando tan solo tenía 15 años.

Víctor siempre había tenido el sueño de volar y reconoce que “un volador ha sido pájaro en otra vida”, así como que “mil veces” ha soñado consigo mismo “volando como si fuera Peter Pan”. Por este motivo, en cuanto vio ese cartel, pensó que el curso le iba a permitir “echar a volar desde las montañas”, aunque gracias a ello comprendió que lo bueno del parapente y posteriormente el paramotor “es que es progresivo y muy poco a poco”. Todo empezó “de casualidad”, de la mano de un curso básico que dio pie a dos años de mejora y perfeccionamiento en Ponferrada, donde “volaba de poco en poco con unos amigos militares”.

“En este tipo de cursos se aprende y sales volando, sí, pero sales usando un parapente hacia abajo, no volando con un parapente, porque eso lo da la experiencia de los años”, cuenta, al tiempo que resalta la importancia de “meterse en el club de tu zona o con un grupo de amigos que vuele”. Sin embargo, su paso hacia el paramotor y su entrada en el mundo de la competición hizo que cada vez se fuera más hacia fuera de esos clubes o grupos.

Dos años después de esa formación inicial y, “por la suerte” de rodearse de pilotos “bastante buenos”, como José Luque, su maestro inicial, y Juanjo García, un piloto que llegó a ser campeón de Europa de paramotor, Víctor, más conocido como Moncho, pasó del vuelo libre al paramotor y logró entrar en el equipo nacional de slalom de paramotor junto a “grandes leyendas que empezaban a quitarse tras su época de oro” gracias a haber obtenido la tercera plaza en la categoría de novatos en una competición en Francia.

Así fueron pasando los años, con Víctor, o Moncho, surcando los cielos y compitiendo por el mundo al mismo tiempo que se preparaba las oposiciones a Bombero, una profesión y “una vocación” que ejerce en Valladolid desde los 18 años y que siempre ha sido y es “la prioridad”.

Un torneo europeo de paramotor, en el que quedó cuarto junto al equipo nacional, le otorgó a Víctor por primera vez la consideración de Deportista de Alto Nivel mediante resolución de la presidenta del Consejo Superior de Deportes, algo que “no es tan fácil”, porque para ello se exige “estar en la selección nacional del deporte que practiques, participar en un evento europeo o mundial y obtener méritos en él”.

De las nubes a la diana

Tras haber obtenido diferentes logros a lo largo de su carrera dentro del mundo del paramotor, Víctor cambió “las carreras mucho más radicales” y pasó “de hacer lo más ‘heavy a hacer dianitas” al competir, en este caso sin motor, en la modalidad de ‘accuracy’, que prueba las habilidades de aterrizaje de precisión de un piloto al tener que caer en el centro de una diana y que en España se practica de forma profesional “desde hace unos tres años”, aunque “está más cerca de ser olímpica”.

Fue precisamente en el primer torneo en el que compitió en esta disciplina, concretamente en un mundial que recuerda con especial ilusión, ya que él acudió como suplente y sufragándose sus propios gastos, donde renovó su distinción de Deportista de Alto Nivel, porque “se consideró mérito deportivo por ser el primer año al que acudieron”. Esa consideración, que le permite “compaginar mucho más el trabajo con el deporte”, estuvo a punto de renovarla de nuevo este año en el último campeonato europeo.

En esta modalidad, Moncho resalta su participación, junto a su pareja, Pilar Montero, y al resto del equipo nacional, en el campeonato de Europa de Accuracy y la final de la World Cup celebrada en China, en la que participaron un total de 40 pilotos seleccionados. “Estar ahí ya suponía un mérito, aunque hizo tan mal tiempo que solo se pudo hacer una ronda, con la que Pilar quedó segunda en la categoría de mujeres, pero yo tuve un pequeño fallo de poner el pie en el último momento por no saber gestionar una corriente térmica y que, si hubiera sabido, habría sido la diana del año”, comenta.

Volar “donde nunca nadie lo ha hecho”

De la mano de su pareja Pilar y con sus ‘alas’ a la espalda, Víctor lleva a cabo con “grandes aventuras por el mundo”. Así, próximamente viajarán juntos a la isla de Madeira, en Portugal, al tiempo que pretenden volver a África, pero en esta ocasión de forma solidaria, para lo que ya ha hecho rutas en colaboración con organizaciones no gubernamentales, como una que le llevó a cruzar España en paramotor, desde Gijón hasta Almería, en tres días.

Precisamente en el continente africano, concretamente en Etiopía, vivió una de las experiencias “más heavys” de su vida, ya que Pilar y él volaron “en lugares en los que nadie lo había hecho”, llegando incluso a “aterrizar en poblaciones en las que nunca habían visto al hombre blanco”. También han sobrevolado Pilar y Víctor las pirámides de Egipto, a donde previsiblemente volverán. De igual forma, Moncho ha surcado los cielos su ciudad natal, León, donde recuerda haber hecho cosas “que ahora serían de locos”, como “haber pasado volando por debajo del puente de Sáenz de Miera o entrar en el estadio de fútbol”. “Fue una pasada, porque pasé por toda la ciudad e incluso alguna vez he aterrizado en San Marcos”, cuenta.

‘It’s all about passion’, repite como un mantra el deportista conocido en redes sociales como ‘Parapente Moncho’, quien considera “gratificante” todo aquello que le ha permitido llevar a cabo el deporte en el que se inició hace ya dos décadas y en el que es consciente de que “siempre hay que tener mucho cuidado y respeto”.

Después de estos 20 años Víctor mira al futuro cercano con el objetivo de “gastar su mejor momento”, para lo que pretende “seguir como hasta ahora”, a falta de un 2025 que va a ser “igual de potente e increíble que el actual”, en el que ha practicado su deporte junto a su pareja, Pilar, en lugares como China, Etiopía, Tailandia, Egipto, Albania, Turquía, Alemania o Kazajistán, donde sufrió una lesión en un aterrizaje que le obligó a parar dos meses.

A pesar de todo ello, tiene como “cuenta pendiente” poder hacer “un gran viaje, largo, sin prisa y como experiencia vital”, mientras que, nivel deportivo, tiene pendiente “pegar una buena” que le deje como campeón del mundo, aunque es algo “francamente difícil”, así como “consolidar el campeonato de España”.

Con tantas horas de vuelo, “más en el aire que en la tierra”, Moncho define, con una sonrisa de oreja a oreja, que lo que se siente al elevar tanto los pies del suelo es “libertad” porque “estás haciendo lo mismo que los pájaros”, por eso es un deporte que, según reconoce, le encantaría practicar “hasta ser viejecito”.

Un amor de altos vuelos

Tal es la pasión de Víctor Rodríguez, Moncho, por el cielo, que ha encontrado el amor en un pájaro que también se pasa el tiempo volando. Se trata de Pilar Montero, una parapentista de precisión marbellí que se ha convertido en la primera mujer española en subir al podio del Campeonato de España, con una medalla de bronce, y que, además, obtuvo una medalla de plata en la final de la World Cup celebrada en China el pasado mes de octubre, lo que la hizo merecedora de la distinción de Deportista de Alto Nivel.

Pilar, conocida como ‘Pilifly’ en redes sociales, es una maestra que se inició en el parapente en el año 2019, después de unas vacaciones de Semana Santa en las que tuvo su primera experiencia con una empresa de Málaga. “Contacté con ellos, les dije que quería ser piloto… y hasta hoy”, cuenta, al tiempo que reconoce que, para ella, “volar supone el modo de entender la vida”.

“Lo dejé todo para volar y me hace inmensamente feliz. Una vez un amigo al que le pregunté qué significaba para él, me dijo que para él volar era como para cualquier otra persona estar sentada en una mesa con todos sus seres queridos, a gusto, comiendo y riendo. Esa felicidad y esa plenitud que se siente es lo mismo que yo siento cuando vuelo”, reconoce.

Descubrir el parapente con 33 años “cambió por completo” la vida de Pilar, que pasó de ser maestra, tener su piso, sus rutinas y su “vida normal” a comprarse una furgoneta, vivir en ella, pedirse una excedencia y “viajar por todo el mundo con el parapente”. El primer año de esa excedencia, la parapentista marbellí viajó por Latioamérica, “compitiendo por Colombia o Venezuela” y por Europa, mientras que el segundo lo dedicó al parapente de precisión, donde conoció a Moncho, y juntos compiten a alto nivel.

Precisamente Pilifly mira al futuro con aspiraciones de seguir formando parte de la selección española junto a Moncho de cara al mundial del próximo año, que se celebrará en Turquía, y poder lograr un podio, “pero con España, por equipos”.

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