El Barrio Húmedo de León está desde hoy un poco más huérfano desde que se trancara la puerta y las contraventanas del mítico bar Valdesogo. Desde que 'Frutos' y su mujer Serafina sirvieran el lunes el último 'sol y sombra', la última mistela, el último vermú, decididos a no elaborar este año más limonadas y a no llegar a una Semana Santa más detrás de una barra que suma más de cien años de vida con el mismo nombre y en el mismo local.
El Valdesogo, prototipo de la taberna leonesa más auténtica, llevaba 39 años en las manos profesionales de Fructuoso Fernández y Serafina Suárez, la cual reconocía ayer a iLeon.com que “son muchos ya, creo que nos hemos ganado un descanso”. El año pasado ya sorprendió a los parroquianos del Húmedo y a los muchos visitantes que buscaban el sabor más añejo y tabernario de la hostelería leonesa aquel cartel que ponía 'Se traspasa' y que delataba que esta pareja, procedente de la comarca de la Tercia, estaba pensando en poner un final al local, con la esperanza de poder dar el relevo.
Pero Serafina admite que “no ha habido suerte” con el traspaso y se han cansado de dejarse llevar por la esperanza. Querían ceder el testigo de la barra más auténtica del León, la que menos ha cambiado, como con ellos hiciera hace 39 años Primitivo, el anterior propietario del establecimiento. Pero “la cosa está muy mal”, aunque no pierden la esperanza. Allí sigue el cartel colgado, muy cerca de la placa que reconoceal Valdesogo como el Establecimiento Tradicional Leonés del año 2012, premio concedido por el Ayuntamiento de León, que les llenó de orgullo y les ayudó más bien poco a superar la crisis. Otros tuvieron más suerte, como La Bicha, cuyo cierre también causó sensación hace un año hasta que se supo que Paco, el segundo más veterano del Húmedo, se empeñaba en remodelar el edificio y volver a dar que hablar con su polémica personalidad, como contó en una entrevista exclusiva a iLeon.com.
Hoy mismo el Barrio Húmedo leonés estaba un poco más triste al pasar por la pequeña Travesía de las Carnicerías, en la ruta de El Besugo, La Gitana o El Tizón. Se notaba en los rostros de aquellos habituales, los que apoyaban a diario sus codos para pedir el vino, el chato, de toda la vida o para degustar el embutido o el bacalao que ofrecía a quienes buscaban sabores de cuando el Húmedo no era ni el Húmedo. Ha cerrado el poco lustroso Valdesogo, el de la cabeza de toro en la pared desconchada y el torero de plastico junto a la eterna botella de Ponche, el bar más de pueblo del pueblo que fue León, aquel que fue ensalzado por la pluma de Paco Umbral. Y eso ya no se superará nunca.