Estos dos últimos años estamos asistiendo en España a una proliferación masiva y sin precedentes de proyectos de desarrollo de energías renovables: eólicos, fotovoltaicos e hidroeléctricos. Estos proyectos surgen como respuesta a los Fondos Next Generation EU, creados para lograr una transición energética hacia la neutralidad climática y para una transición digital. En este marco, y según datos oficiales de la Comisión Europea, se han adjudicado a España 69.500 millones de euros a fondo perdido, de los cuales 6.100 millones van dirigidos a tecnologías limpias e infraestructuras asociadas. Estos fondos se destinan a cubrir el 100% de los gastos de los proyectos que sean aprobados. Una buena parte de estos proyectos se ubican en zonas de gran valor medioambiental.
Para facilitar la aprobación de estos proyectos energéticos renovables que se acogen a los fondos Next Generation, se ha aprobado un Reglamento Europeo con carácter de emergencia (Reglamento UE 2022/2577) que posteriormente ha sido recogido en el Real Decreto Ley 20/2022. Ambos establecen un nuevo procedimiento rápido para la autorización de nuevos proyectos de energías renovables. Bajo esta nueva legislación, estos proyectos ya no tienen que pasar una evaluación de impacto ambiental ni tampoco están sometidos a un proceso de información y participación pública. De hecho, la administración pertinente encargada de dar luz verde a cada proyecto dispone de diez días para ello, si transcurrido ese plazo no han dado respuesta alguna, el silencio administrativo otorga la aprobación definitiva del proyecto. De esta manera, el proceso de evaluación de impacto ambiental externo desaparece, en incumplimiento con la legislación vigente al respecto. Todo esto supone una enorme regresión en materia de legislación ambiental.
Este nuevo marco legal deja principalmente en manos de la empresa promotora la valoración ambiental de su proyecto, de la cual depende la aprobación final del mismo. La empresa sabe que una vez que sea aprobado, el 100% del coste de construcción será cubierto por los fondos Next Generation arriba mencionados, resultándole totalmente gratis al promotor la ejecución del mismo. La producción de energía renovable para la lucha contra el cambio climático se convierte así en una mera excusa para conseguir unos objetivos económicos empresariales.
Una de las zonas más afectadas es la Comarca de La Cabrera de León, donde están proyectados cinco parques eólicos que incluyen 150 aerogeneradores de 200 metros de altura, innumerables pistas de acceso de más de 30 metros de ancho, decenas de apoyos de alta tensión de 40 metros de altura y 120 kilómetros de tendidos eléctricos de evacuación. También está proyectada una mega central hidroeléctrica reversible en el río Cabrera, con una gran presa de unos 50 metros de altura que anegaría al menos 5 kilómetros del valle, y con un embalse adicional de similares dimensiones en la parte alta de la montaña.
La empresa Capital Energy, en manos de una de las grandes fortunas de este país, es la principal promotora de estos proyectos. El presupuesto solamente de la central hidroeléctrica proyectada es de 1.150 millones de euros. Su aprobación supondría que casi un 20% del dinero europeo asignado a España para desarrollos renovables iría destinado a una sola empresa, a un solo proyecto. Y todo ello con un coste de construcción de cero euros para la empresa.
La Cabrera, zona de gran valor ambiental
La Cabrera leonesa es una zona de gran valor ambiental, con una extensa cobertura vegetal de bosque autóctono. El Rio Cabrera, que lo atraviesa, es una de las ultimas joyas fluviales que quedan en nuestro país. Capital Energy quiere convertir la comarca en un polígono industrial del que extraer energía a cualquier coste ambiental, para beneficio propio, y dejando a su paso una irreparable destrucción del patrimonio natural. Y todo ello “por una transición energética para la lucha contra el cambio climático”.
Las asociaciones SEO Birdlife, Plataforma por la Defensa de la Cordillera Cantábrica, ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono) y AEPIRA (Asociación en Defensa del Piragüismo y usos recreativos del agua), Ríos con Vida, Cabrera Natural y Cabrera Despierta han manifestado su rechazo a la Central Hidroeléctrica reversible sobre el río Cabrera, en una carta dirigida a la Comisaría de Medio ambiente y a la Comisaría de Economía de la Comisión Europea. De la misma manera muchas asociaciones medioambientales han presentado alegaciones a dicho proyecto ante el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico.
Somos muy conscientes de la gravedad de la emergencia climática y de la necesidad de establecer un modelo energético renovable sin emisiones de CO². De la misma manera, sabemos que, en este entorno de calentamiento global, el mejor aliado que tenemos como sociedad son los ecosistemas naturales totalmente funcionales. Estos nos proveen de una serie de servicios ecosistémicos que garantizan una mayor resiliencia y adaptabilidad frente al aumento de temperaturas y de sequias que ya estamos experimentando y que sin duda se acrecentarán.
Es por todo esto, que ante el tremendo desafío que la transición energética nos presenta, bajo ningún concepto podemos olvidar la protección de los últimos reductos naturales que nos quedan porque literalmente nuestra supervivencia como especie depende de ello. No solo debemos garantizar su conservación, sino hacer todos los esfuerzos posibles para aumentar su extensión.
No causar daños significativos medioambientales
Todos los nuevos proyectos que se beneficien de los fondos Next Generation EU están obligados a cumplir el principio de “no causar daños significativos” en varios aspectos medioambientales. Existen estudios serios que demuestran que toda la potencia renovable proyectada en este país cabe en zonas ya degradadas, sin tener que destruir el poco patrimonio natural que nos queda. Además, en el contexto energético en el que nos encontramos, se debería hacer un gran esfuerzo en eficiencia y ahorro energético. La sociedad debe dirigirse hacia una reducción de su consumo energético.
Es nuestra obligación como sociedad preservar los ecosistemas funcionales que nos quedan, como el valle del rio Cabrera. Debemos poner en valor su inestimable contribución a la mitigación de un clima cada vez más extremo y cambiante. Por todo ello, en aras del bien común, y no del particular de una gran empresa, pedimos que se desestimen estos macro proyectos en la comarca de La Cabrera.