Viajar desde los libros: la amistad de Manuel Fraga y Fidel Castro cristalizada en un pueblo vecino de Galicia

Hay libros, no pocos, que nos incitan a viajar para conocer in situ lo que en ellos se cuenta. Sin irnos demasiado lejos, tenemos “Hijos del Carbón”, de Noemí Sabugal, “El río del olvido”, de Julio Llamazares o “Cordillera”, de Marta del Riego. En este caso, el viajero dirigirá sus pasos, o más bien sus pedaladas, a la vecina Galicia. El título de la obra, “Yo podría haber sido Fidel Castro”, escrita por un asturiano de nacimiento y leonés de adopción, Pablo Batalla.

Llegaba el ciclista temprano una mañana de julio a Pedrafita do Cebreiro. La niebla se apoderaba de todo el entorno. Un entorno en el que la cultura, la lengua y la vida misma son como ese meandro que zigzaguea a un lado y otro de una frontera administrativa sin comprender muy bien su significado. Descendiendo por la antigua N-VI, se divisaban tanto a izquierda como a derecha los numerosos cadáveres originados por la autovía A-6. La una, llena de vida, la otra, con apenas diez coches en todo el trayecto. Gasolineras, talleres, restaurantes y tiendas sienten selladas sus puertas por una maleza que se sabe de nuevo dueña de lo que un día fue suyo.

Atravesados As Nogais, Becerreá y Baralla, una carretera nos lleva a Láncara, destino de este libro, no así del viaje. En este concello lucense, allá por el año 1875, nació en lo que hoy es el Centro de interpretación de la Emigración Ángel Castro Argiz, padre de Fidel Alejandro Castro Ruz. Tal y como reza en una de las piedras de la fachada: “gallego que emigró a Cuba, donde plantó árboles que aun florecen”.

Esta antigua casa, hoy convertida en museo, fue testigo en 1992 del viaje oficial de Fidel Castro a Galicia. En compañía de un gran número de vecinos y curiosos bajo la organización y patrocinio de Manuel Fraga Iribarne, el comandante entró a la que fuera casa de sus antepasados. Castro devolvía de esta forma el viaje que Fraga hizo a Cuba un año antes, en el peor momento del conocido como Periodo Especial debido al colapso de la URRS, buscando, quizá, lo mismo que Fidel en esta.

En palabras del autor del libro, “Fidel y Fraga eran el anverso y el reverso de la Guerra Fría. Un antiguo líder franquista y un líder revolucionario, un capitalista y un comunista”, indica Pablo Batalla. Este viaje venía a demostrar que tanto el gallego como el cubano transcendieron a su momento. “Manuel Azaña decía que cuando una época se acababa lo hacían también su anverso y su reverso, pero estos dos fueron lo suficientemente hábiles para sobrevivir a la caída de su época y prolongar sus carreras políticas hasta que biológicamente no pudieron más, y los dos pudieron mucho”, destaca Batalla Cueto.

En el documental Fraga y Fidel. Sin embargo (Manuel Fernández-Valdés, 2011) se puede ver a Fidel entrando en la que fuera su casa paterna recibido por decenas de vecinos y vecinas. El autor de “Yo podría haber sido Fidel Castro”, frase pronunciada por Manuel Fraga en su visita a la isla, señala que “sin tener una amistad como tal, ambos mostraban una evidente sintonía, no solo con el fin de la Guerra Fría, si no durante”, apuntando que “dos personas de una misma generación, como eran Castro y Fraga, se parecen más en el fondo entre ellos que con otras personas de su misma ideología, pero de otra generación”.

Con un tranquilo pedalear, la bicicleta me llevó a Sarria, y desde esta localidad, subiendo contracorriente de los peregrinos que descendían de O Cebreiro, a Samos y Triacastela. Mientras tanto, el viajero se preguntaba si en la actualidad el presidente de la Xunta y el presidente del principal partido de la oposición organizarían un viaje similar con un líder comunista de reconocimiento internacional.

Otro de los pensamientos que atravesaban la subida de este Itinerario Cultural Europeo, este crisol de culturas, es si la ola racista que está arribando a nuestras calles, aunque en realidad nunca se fue, es más fuerte ahora que en tiempos de Fidel y Fraga. Al llegar de nuevo a Pedrafita y tarareando las estrofas de “Y en eso llegó Fidel”, de Carlos Puebla, volví al libro de Pablo Batalla, en el que sin obviar el papel principal de Fraga tanto en los asesinatos de Vitoria, como el asesinato de Enrique Ruano y de Julián Grimau, como la matanza de Montejurra, muestra ese papel que el de Vilalba siempre interpretó para seguir en el epicentro del poder. Emily Dickinson dijo que para viajar lejos no hay mejor nave que un libro. ¡Anímense!