Cinco mil alemanes desfilando marciales desde San Marcos hasta la Catedral. Así se despidió, tras la ceremonia de recogida de condecoraciones en el aeropuerto de la Virgen del Camino, la Legión Cóndor de León un 22 de mayo de 1939; justo hoy hace ochenta años.
Una 'celebración' que fue el delirio de la decoración nazi y fascista en la capital leonesa, con arcos de triunfo, flores, banderas y estandartes del Tercer Reich y yugos y flechas falangistas, y hasta un parasol de varios metros de ancho con forma de cruz gamada en el patio de la sede de la Diputación, el palacio de los Guzmanes.
Y no era para menos. Los fascistas habían vencido claramente en la Guerra Civil Española y sin la ayuda de la Legión Cóndor muy probablemente habría sido mucho más complicado, si no imposible.
Aquel 22 de mayo el ya 'generalísimo' Francisco Franco Bahamonde asistió a León a despedir a los 'aventureros' alemanes —como así los llamaban en su tierra y ellos mismos se lo creían— que bombardearon las ciudades e infraestructuras españolas, ametrallaron al Ejército Republicano y derribaron decenas de aparatos de la Aviación Republicana, matando a miles. León fue el último día oficial del escuadrón de la muerte en España, según este reportaje del periodista Peio H. Riaño.
En realidad no fue el último día, ya que el nuevo dictador español eligió León porque no podía asistir a la verdadera despedida en Vigo, donde embarcarían los embriagados jóvenes alemanes hacia el puerto de Hamburgo para recibir, el 6 de junio, un impresionante homenaje en Berlín donde desfilarían frente al 'führer' (el 'jefe') Adolf Hitler.
Desfile con antorchas y festividad el 22 de mayo de 1939
Entre el 5 y el 19 de mayo se trasladaron a León todos los efectivos y aviones de la Legión Cóndor (que el día 12 había tenido otro homenaje en el aeropuerto de Barajas) y el día 21 por la noche las tropas realizaron un desfile con antorchas a partir de las del que no se conservan fotografías.
Los cinco mil miembros de la Legión Cóndor desfilaron desde San Marcos a la Catedral por el paseo de la Condesa de Sagasta dando la vuelta a Guzmán, subiendo por Ordoño II y la plaza de Santo Domingo para afrontar la calle Ancha hasta la plaza de la Catedral. Ésto se cuenta en el libro 'La Legión Cóndor' de Jordi Barra.
Las autoridades declararon el día 22 de mayo de fiesta. Se repartieron ocho mil invitaciones para que aquel día, lunes, se asistiera a la ceremonia oficial de despedida en el aeródromo de La Virgen del Camino, donde Franco hizo una revista a las tropas alemanas y españolas e impuso condecoraciones. Allí dijo “España es la única nación europea que jamás contendió con Alemania” para mostrar cómo su régimen era totalmente filogermano en aquel momento.
A las nueve de la mañana se había fletado un tren especial a las instalaciones aéreas en el conocido Tren de la Aviación que los nazis habían construido para la Guerra Civil (y que había costado lo mismo que la multa a los que intentaron salvar al alcalde socialista de la ciudad, Miguel Castaño) con batallones de prisioneros republicanos en 1937.
En el aeropuerto se congregaron gran parte de los varios aviones que probaron los alemanes en la Guerra Civil Española, aunque ninguno de la docena de 'Stukas' que se montaron en León —con la presencia mayoritaria de los bombarderos Junkers Ju 52 y Heinkel He 111 y los cazas Heinkel He 51 y el novedosísimo Messerschmitdt Bf 109 entre otros aparatos—, y allí también se les homenajeó a partir de las 12.15 horas.
A las 14.30 horas el comandante de la Legión Cóndor, Wolfran von Richtoffen, ofreció una comida a Franco y a 165 invitados en el Hotel Oliden de León tras un paseo triunfal del dictador por las calles leonesas y tras ello el 'caudillo' vuelve a Burgos. El alcalde de León, Fernando González Regueral, descubre la placa de la Calle Legión Cóndor (hoy Varillas) junto al primo del Barón Rojo.
En la Diputación Provincial su presidente, Enrique González Luaces (uno de los que contó el alzamiento en sus memorias, y no precisamente de forma muy favorable al alzamiento de 1936 por lo que terminó siendo finalmente 'purgado' políticamente por el Régimen), entregó cuatro libros con las firmas de los habitantes de León a Franco y allí éste dio un discurso a los leoneses bajo un parasol de más de cinco metros de ancho con forma de esvástica en el patio del Palacio de los Guzmanes.
Discursos totalmente triunfalistas
A Franco lo acompañaron hace ochenta años el general del Ejército del Aire, Alfredo Kindelán, y el que fuera el último presidente del Gobierno asesinado en su cargo, Luis Carrero Blanco (como capitán de navío), también los generales Fidel Dávila, Carlos Martínez Campos, Juan Vigón y Agustín Muñoz Grandes (el que fue años después el primer general de la División Azul en Rusia).
También estuvieron el obispo de León, Carmelo Ballester, y el embajador alemán Eberhard von Stohrer y el italiano, Viola di Campalto.
Los discursos fueron completamente triunfalistas. El comandante alemán expresó que “con los voluntarios alemanes retorna a la Patria la admiración por los soldados de España. Nosotros los vimos darse por entero al hermoso ideal de rescatar la patria profanada y maltrecha, y apreciamos todo el valor de su magnífico espíritu de sacrificio porque, por muy modernas y eficaces que sean las armas de que disponga un país, exentas de aquel espírigo no alcanzarán nunca la plenitud de su rendimiento”.
Y también loó a Franco: “En la hora solemne de la despedida hacemos votos por la prosperidad persona de Vuestra Excelencia y expresamos el afecto fraterno de los legionarios de la Cóndor a este pueblo y a sus instituciones militares, desde sus Jefes Supremos hasta el último de sus soldados. De tiempo inmemorial ha ligado a nuestros dos países una verdadera amistad, más la sangre vertida en común durante esta guerra viene a sellarla eternamente”.
Éste le contestó de forma más sucinta, y las crónicas destacan que se refirió a los combatientes alemanes así: “Legionarios de la Legión Cóndor, obreros de la gran Alemania, españoles que me escucháis, unamos nuestros sentimientos hacia la nación amiga con un grito: ¡Viva Alemania! ¡Viva España!”
Los 'arrepentimientos' de los pilotos alemanes más de medio siglo después
En 1939 se escribió un folleto en el que se comentaba la participación de la fuerza expedicionaria de Hitler en la Guerra Civil Española. Entonces se explicaba su presencia así: “Cuando ya combatían en la España roja las Brigadas Internacionales se organizó la Legión Cóndor. Aviadores de bombardero, de caza, de reconocimiento en la tierra y en el mar, artilleros de los diferentes tipos de antiaéreos, tanquistas y especializados en antitanques, técnicos de comunicaciones, instructores y mecánicos, hicieron aportación de sus conococimientos, e incluso de su vida, al Generalísimo
Franco“.
Según aquel folleto propagandístico, los alemanes que acudieron a España “han vivido una época de guerra que ofreció la oportunidad de recoger inolvidables impresiones de amistad y camaradería”.
La participación en la Legión Cóndor permitió a los pilotos alemanes posibilidades de ascenso profesional en la Luftwaffe y muchos se lo tomaron además como una peripecia, como explica el libro de Stefanie Schüler-Springorum. 'La guerra como aventura. La Legión Cóndor en la Guerra Civil española 1936-1939'.
“No éramos criminales pero se nos sigue colgando el sambenito de Guernika” decían algunos pilotos en los años noventa cuando el Gobierno español anunció que iba a conceder la nacionalidad a los brigadistas internacionales aún vivos con motivo del 60.º aniversario del comienzo de la Guerra Civil“, pero en 1997 el presidente de Alemania Roman Herzogn reconoció ”la implicación culpable de pilotos alemanes“ en Gernika y llamó ”a la reconciliación“.
La visión de los propios pilotos que participaron en ella fue cambiando con los años, dependiendo sobre todo en qué Alemania quedaron tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial.
La historiadora alemana explica que el principal periodista militar de la República Democrática Alemana, Egbert von Frakenberg, explicaba: “En España era 'capitán' y la paga era conforme a mi supuesto rango; eso nos gustaba”. Pero luego matizaba: “No nos sentíamos como mercenarios y asesinos, y, sin embargo, lo éramos. Nos convertimos en eso, porque como oficiales estábamos dispuestos a camuflarnos y a obedecer incondicionalmente las órdenes en una guerra ilegal”.
Otro piloto, Hannes Trutloft, matiza esas palabras en el trabajo de Schüler-Springorum que repasa las vivencias personales de los miembros de la Legión Cóndor, enfatizando la despreocupación juvenil y la sed de aventuras de aquellos veinteañeros: “Tengo que admitir que en alquel entonces, a mis 24 años, la situación política en España me interesaba menos que vivir una aventura como piloto en ese país. Hoy, con cincuenta años de experiencia política y militar, pero también de
experiencia vital, veo algunas cosas de forma diferente“.
Quizás la relectura ochenta años después del discurso de Adolf Hitler que envió en la despedida de la Legión Cóndor de España indique qué pudo ver este piloto como diferente: “Asistimos en estos días a un magno triunfo y experimentamos por ello una íntima y profunda satisfacción. Un país devastado por el bolchevismo y en el que fueron inmolados cientos de miles de personas, mujeres y hombres, niños y ancianos, ha logrado su liberación, pese a todos los simpatizantes con el que el bolchevimos cuenta en la Gran Bretaña, en Francia y en otras naciones. Comprendemos plenamente a España y el alcance de su lucha; su éxito, pues, nos alegra y nos mueve a expresarle nuestra entusiasta felicitación. Con singular orgullo podemos declarar que, en dicho país, muchos jóvenes alemanes han sabido cumplir con su deber. Como voluntarios prestaron su ayuda para derrocar un régimen tiránico y para devover a una nación el derecho a regir sus propios destinos”.
Tras el desastre al que el canciller alemán del Tercer Reich llevó a su país tras inmolar millones de personas con su propio régimen tiránico, es fácil entender cuál es esa irónica diferencia.
Más fotos de la despedida en León
Las fotografías del desfile frente a Hitler en Berlín
La mayoría de las fotos en color de la Legión Cóndor son de un fotógrafo alemán al que llamaban 'el maestro del color'. Hugo Jaeger fue fotógrafo personal de Adolf Hitler y viajó a España para captar la salida de la fuerza voluntaria que la Werhmacht y la Luftwaffe habían mandado a la Guerra Civil para probar su armamento.
Tras la guerra escondió sus negativos para evitar represalias tras la derrota nazi y terminó vendiéndoselos en 1965 a la Revista Life. Éstas son algunas de las imágenes de aquel trabajo a todo color.