Berenguela, la leonesa que fue reina de Jerusalem y emperatriz de Constantinopla

¿Que una leonesa fue reina de Jerusalem y emperatriz de Constantinopla y no está en los libros de Historia? Efectivamente, Berenguela de León, hija del rey leonés Alfonso IX y de la reina Berenguela de Castilla, lo fue. Pero nadie se acuerda de ello.

Durante muchos años los historiadores han desestimado la importancia del Reino de León, hasta tal punto que han ido oscureciendo a los monarcas leoneses de forma tal que la historiografía castellana durante siglos decían que el reino leonés era débil por sus guerras civiles –denominándolo bizantinizante, mientras que la historiografía política liberal del XIX hablaba muy erróneamente de Castilla como el reino de las libertades– y hasta llegaron a decir que Alfonso IX de León, el que presidió las primeras Cortes estamentales del Antiguo Régimen, era “un rey menor que había gobernado poco tiempo”.

No son más de cuarenta años de reinado (1188-1230) poco tiempo, ni se puede comparar al Reino de Castilla con el de las libertades leonesas (marcadas en las leyes desde el Fuero de León de 1017) ni se puede decir que la Corona de Castilla (formada por la de León y la de Castilla como indica su blasón al incorporar los dos muebles el león y el castillo en su enseña) fuera más pacífica que la leonesa: cuatro guerras civiles tuvo el Reino de León en trescientos años; y seis o siete la Corona Castellana y Leonesa en 250... provocadas por el ansia de la alta nobleza de terminar con los derechos de las ciudades y villas y su afán de controlar el trono (o hacerse con él). Algo que terminó en la eliminación del sistema foral leonés debido a la mal llamada primera revolución libertaria en España, el 'procés' comunero de Castilla de los Comuneros, derrotados de forma ignominiosa en Villalar en 1521.

Y, precisamente, la protagonista de este artículo, Berenguela de León (1204-1237) fue una de las primeras piezas del tablero de ajedrez que se comenzó a mover para desmontar la estructura legislativa leonesa que otorgaba derechos a los habitantes más humildes; inmersa en la pugna entre sus padres, defensor de León uno y adalid de Castilla la otra. Dama convertida en peón, que terminó siendo emperatriz alejada del conflicto entre las dos Coronas, pero inmersa en otro de la Europa cristiana imperial.

También conocida como Berengaria, sobre todo fuera de Hispania, la cuarta hija de Alfonso Fernández (Alfonso IX de León) y su segunda mujer Berenguela Alfonsez (Berenguela de Castilla), cuyo padre era Alfonso VIII de Castilla y su madre Leonor Plantagenet; hermana de Ricardo Corazón de León y Juan Sin Tierra, que eran sus tíos.

Por tanto, la joven Berenguela hija era nada menos que nieta de la gran Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra; y fue la hermana pequeña de sangre del que terminó siendo Fernando III de Castilla y de León; aunque tuvo 14 hermanastros más por parte de su padre Alfonso IX, el último rey leonés (con 'permiso' de Juan I).

El caso es que la infanta Berenguela terminó siendo un peón en la lucha de poder que, tras varios años casados y divorciados por bula papal debido a su consanguinidad, tuvieron Berenguela madre y Alfonso padre por el control del Reino de León. Ella, empeñada en que Fernando, su hijo, obtuviera la corona leonesa y otro, en que no se unieran sus territorios bajo un mismo monarca que daría preponderancia a Castilla. Y en esas luchas de poder llegó en 1223 de peregrinación a Santiago de Compostela Juan de Brienne, un cruzado muy especial: el rey de Jerusalem.

Alfonso IX aprovechó para intentar casar a una de las hijas mayores que tuvo con Teresa de Portugal (Sancha o Dulce) con este importante personaje, prometiéndole si lo hacía que su estirpe heredaría el Reino de León; pero su ex mujer castellana, temerosa de que esto impidiera que Fernando III (ya rey de Castilla tras abdicar ella en él en 1217) se quedara sin el reino importante, el imperial leonés, maniobró junto a su hermana Blanca –a la sazón reina de Francia al estar casada con Luis VIII– para convencer al cruzado de que se casara con su hija menor y así evitar un competidor a su hijo Fernando.

Así el matrimonio de la infanta Berenguela con el rey de Jerusalem se produjo finalmente en mayo de 1224. No se sabe bien si en Burgos, como indican las fuentes francesas, o en Toledo como apuntan las españolas.

Reina consorte de Jerusalem

El problema fundamental de contar la vida de una mujer de hace ocho siglos es que las referencias son siempre supeditadas a lo que le ocurriera a sus maridos o hermanos o padres. Así, para saber qué le pasó a Berenguela de León (que es como se la conoce para diferenciarla de su madre, la primera reina castellana), es necesario conocer la historia de su marido.

Juan de Brienne llevaba fuera de Jerusalem desde 1222. Fue el primer monarca de ese territorio cruzado en visitar Europa, tras el gran fiasco de la Quinta Cruzada. Intentó aliarse con el Emperador Sacro-Germánico Federico II casándolo con su propia hija Isabella (que tuvo con anterioridad) en 1125. Y su principal objetivo era conseguir levantar otro ejército cristiano para liderar una nueva cruzada e intentar reconquistar... Jerusalem. Juan de Brienne era, como los demás que tuvieron el cargo desde 1187 rey nominal del territorio, pero sin la ciudad Santa tras la reconquista de Saladino.

En todo caso, la alianza con Federico II Hohenstaufen salió mal. De hecho, éste aprovechó su matrimonio con la hija de Brienne para declararse él mismo el poseedor del título de monarca de Jerusalem e intentar arrebatárselo. Pese a que Brienne siguió reclamando esos derechos, nunca volvió a ejercer el mando en aquel territorio lejano. Poco tiempo le duró a la joven leonesa Berenguela el cargo de reina consorte de un reino cristiano en Oriente Próximo que nunca conoció.

Emperatriz Latina de Constantinopla

Pero la vida daría una vuelta más y a la leonesa le tocaría en suerte ser la mujer del máximo mandatario de Constantinopla, la capital de lo que quedaba del Imperio Romano... sin ser emperatriz del genuino Imperio Romano.

Y es que el Imperio Romano de Oriente –o Bizantino como se sigue conociendo hoy, aunque no sea el término más adecuado– sufrió una enorme crisis en el siglo XIII debido al giro que tomó la Cuarta Cruzada. Los cruzados, de ir a reconquistar Jerusalem terminaron cambiando de opinión y terminaron saqueando Constantinopla. Tras eso instauraron el breve Imperio Latino, también llamado Imperio Latino de Oriente o Imperio Latino de Constantinopla, con su significativa denominación original en latín: Imperium Romaniae, o 'Imperio de Romania'. Duró desde 1204 y hasta 1261.

Según el pacto entre los cruzados, el territorio bizantino se repartió: en la Partitio terrarum imperii Romaniae, firmada el 1 de octubre de 1204, tres octavos —incluyendo Creta y otras islas— fueron para la República de Venecia. El Imperio Latino se quedó con el resto, y ejerció dominio sobre zonas de Grecia, dividida en feudos vasallos: el Reino de Tesalónica, el Principado de Acaya, el Ducado de Atenas, el Ducado del Archipiélago y los ducados fugaces de Nicea, Filipópolis y Filadelfia.

Un efecto notable de esto fue que coexistieron tres supuestos imperios romanos a la vez: El Imperio Latino, el Sacro Imperio Romano Germánico y los restos del Imperio bizantino, el Imperio de Nicea, heredero directo del antiguo Imperio romano. Sin embargo, ninguno de ellos poseía la ciudad de Roma; bajo la autoridad política del Papa.

En esa época la joven Berenguela tuvo dos hijos, María de Brienne en diciembre de 1225 y Alfonso de Brienne en 1227. En 1229, el trono del Imperio Latino había sido heredado por Balduino II de Constantinopla, un niño de doce años. Para asegurar el Imperio Latino se decidió nombrar un emperador-regente para Balduino. Eligieron a Juan de Brienne, que aceptó el encargo como una especie de tutor senior. En abril de 1229, Juan fue elegido emperador en Perugia. No llegaron a Constantinopla hasta 1231, donde Juan fue coronado oficialmente.

Balduino II permaneció como el co-emperador junior y único heredero al trono. Por acuerdo, el niño de 12 años Balduino había sido prometido a la hija de Juan y Berenguela, de 5 años; aunque el matrimonio no tuvo lugar hasta 1234, cuando María tenía unos diez años y Balduino unos diecisiete. Así, madre e hija terminaron siendo, contra todo pronóstico, co-emperatrices de Constantinopla.

Estirpe leonesa de gran importancia europea

Tras muchos avatares, Juan murió el 27 de marzo de 1237 con 61 años y Berenguela murió el 12 de abril de 1237, a la edad de unos 33 años, sobreviviendo a su marido sólo por dieciséis días.

La infanta leonesa quiso ser inhumada en su tierra. Pero la historia de las mujeres en esa época es tan confusa que muchos no tienen claro dónde está enterrada toda una emperatriz de Constantiopla y reina de Jerusalem. La versión oficial es que su cuerpo está en un ataúd de mármol en la Catedral de Santiago de Compostela, pero muchos libros lo confunden con el de la esposa de Alfonso VII, la reina Berenguela de Barcelona. Para colmo, otros confunden su ataúd con el de su sobrina la infanta Berenguela (1228-1288), hija de Fernando III y monja en el monasterio cisterciense en el que que se encuentra el panteón real castellano: Santa María la Real en Las Huelgas (Burgos).

Su hija María continuó como emperatriz de Constantinopla hasta el 25 de julio de 1261, cuando el Imperio Latino cayó en manos del Imperio de Nicea para desaparecer. Ella murió en el exilio en Sicila en 1273 y está enterrada en Assisi (Perugia). Su hijo Alfonso de Brienne, que llegó a ser Gran Chambelán de Francia, había muerto tres años antes. Acompañó Luis IX de Francia durante la Octava Cruzada, y murió por disentería o fiebre tifoidea el 25 de agosto de 1270; al igual que el rey francés. El cuerpo del hijo de Berenguela de León fue llevado a Francia y está enterrado en la basílica de Saint Dennis.

La historia de Berenguela de León muestra la importancia que tenía el Reino de León en el siglo XIII, con una infanta leonesa (y su hija, María, nieta de Alfonso IX de León) llegando a prácticamente lo más alto como emperatrices de la segunda ciudad cristiana más importante de Europa después de Roma. Y reina nada menos que de la Ciudad Santa, aunque lo fuera protocolariamente.

Y las vueltas que da la Historia: hoy en día el monarca 'nominal' de Jerusalem es el rey de España: Felipe VI.