ð Viene de la trigesimoséptima parte
Lo hemos decidido, vamos a hacer el Camino de Santiago. Hemos conseguido extraer unos días o semanas de nuestro abarrotado calendario y ya tenemos fecha y lugar de partida. Hemos estado también entrenando un poco en nuestro lugar de origen para que el desafío físico al que nos enfrentamos no nos pille a pie cambiado. Y ahora llega el momento de elegir la mochila que nos acompañará todo el viaje, nuestra mejor amiga pero también esa compañera que llegaremos a odiar en muchos momentos, sobre todo cuando el cansancio acosa detrás de cada cuesta y nuestras piernas cargadas ya no pueden más.
Durante el Camino descubrimos lo poco que necesitamos para disfrutar plenamente de los días, algo que es profundamente elocuente y que nos hace ir por la vida más livianos y despreocupados. Aunque eso sí, debemos ajustar nuestras necesidades más elementales al peso de esa mochila. Al fin y al cabo estamos hablando de un peso que tendremos que cargar sobre nuestras espaldas durante todos y cada uno de los pasos del Camino. Y llevar una mochila cómoda, resistente, flexible y ligera es tan importante como entrenar antes de emprender nuestro Camino o cómo llevar un buen calzado. Por todo esto merece la pena que gastemos un buen dinero en la mochila.
Peso y capacidad ideal de la mochila
Quizás más importante que la capacidad es el peso recomendable para llevar a la espalda. Por regla general este debería ser un 10% de nuestro peso, si pesas 80 kilos, por ejemplo, lo ideal sería no cargar en la mochila más de 8 kilos. Respecto a la capacidad lo más recomendable teniendo en cuenta todos los factores de espacio y peso sería una mochila de unos 40 litros, aunque el abanico aconsejable sería de entre 35 litros y 58 litros. Tanto el peso como la capacidad dependerán, por supuesto, del tipo de Camino que vayamos a hacer y de la época del año, si va a ser largo y en invierno, donde debemos cargar con más ropa, se aconseja llevar una de unos 50 litros.
La mochila ideal para hacer el Camino de Santiago
Estas son algunas de las características que ha de tener una mochila para hacer el Camino de Santiago de la forma más cómoda y eficiente posible:
- Lo primero es precisamente eso, la comodidad. Una mochila anatómica será perfecta.
- Va a ser un viaje exigente y las costuras han de ser resistentes.
- Refuerzo lumbar y almohadillas en los hombros para amortiguar el peso.
- Correas ajustables en pecho y cintura para que no se mueva y nos moleste al andar. Además de esta forma repartimos el peso para que descanse también sobre la espalda y no nos tire tanto de los hombros.
- Un sistema de regulación que permita adaptarla a cualquier peso.
- Funda impermeable para los días de lluvia.
- Bolsillos laterales y superior para repartir de forma eficaz nuestras cosas.
Algunos consejos para usar tu mochila
- Poner lo que menos vayamos a usar en el fondo de la mochila, en la parte de abajo.
- Repartir el peso equilibradamente, intentando que esté repartido.
- Llevar el agua a mano, en alguno de los bolsillos laterales. Vamos a beber frecuentemente durante la ruta y así evitaremos tener que quitarnos la mochila cada vez que lo hagamos.
- Utilizar la funda impermeable para cubrir la mochila en los días de lluvia y evitar que se humedezcan nuestras cosas.
- Sujetar firmemente la mochila con la correas, nuestra espalda lo agradecerá.
- E insistimos de nuevo, llevar solo lo imprescindible
- Por último, y para saber si hemos elegido la mochila correcta, lo mejor es siempre hacer una prueba. Nos ponemos a la espalda la mochila vacía, sujetándola únicamente con los amarres de la cintura y dejándola suelta por los hombros. Si no se mantiene vertical y rígida no será una buena elección, si por el contrario aguanta sin moverse será ideal para acompañarnos en nuestra aventura.