España y los estrategas políticos

Fuera del bipartidismo, en España sólo hay estrategas de mierda. Y dentro, también, que hay que empezar por ahí. La categoría humana y política, técnica y personal de nuestras élites es simplemente bochornosa; pero de eso ya nos ocuparemos, en tres tomos, en un libro que se publicará en la siguiente reencarnación y que tratará sobre cómo elegimos en España a nuestros líderes y cómo hemos llegado a tener presidentes como Zapatero o como Rajoy. Dilaciones y dilataciones, lo voy a titular.

Pero fuera de eso, ¡oh Cielos!, lo de los partidos que tratan de romper ese turnismo casi decimonónico que padecemos, es para llevarlos a una asesoría cualquiera a ver si, hablando con la secretaria, o con la señora de limpieza, son capaces de diseñar una estrategia de partido que parezca un poco mejor que la que elegiría un chimpancé ante una pantalla de colores.

Empezamos por donde queráis. Ciudadanos, por ejemplo.¿A quién se le ocurre estar en la posición en que estuvieron y decirles a sus electores que votarlos a ellos era como votar a Ecoembes, porque su voto se iba a reciclar, o más probablemente, a incinerar? ¿Qué clase de cálculos hicieron en sus conciliábulos para tomar las decisiones que tomaron? ¿Y quién tomó esas decisiones? El amo o el enemigo, o ambos. Otra cosa no se entiende.

Luego tenemos a los de Vox, que van de culo, cuesta abajo y sin frenos, por una especie de afán de autoinmolación. Parece que no les queda claro que sus votantes son los del PP, esa parte del PP que cree que los dirigentes populares son unos pichaflojas y unos vendidos a la trinchera cultural zurda, junto a todo un montón de españoles de clase obrera que se siente nacionalista español y conservador en lo social. Y en vez de nadar entre dos aguas y atraer a toda la inmensa horda de rojipardos que votan a la izquierda, se enrocan bajo palio y disparan caspa franquista. ¿Cómo creen que por ese camino les va ir mejor que Blas Piñar, que por cierto, era mucho mejor político que Santiago Abascal? La esquizofrenia del partido, esa por la que la mitad de sus votantes quieren un Caudillo y la otra mitad no tolera que nadie les dé órdenes, les obligaría manejar una fuerte transversalidad, pero en vez de eso parece que quieren destilar las esencias del Varon Dandy y eliminar a todo el que no sea lo bastante cristofascista para unirse a su procesión. Y se meterán la hostia, como corresponde. Valga la redundancia.

¿Y qué decir de Podemos? Los atacan, los machacan, los acorralan, sí, y todo lo que queráis, ¿Pero no hay alguna manera de guardar un rato el piolet para no dar el espectáculo lamentable que están dando? Mareas, Sumar, Podemos, grupos de presión animalistas, ecologistas, feministas (estas a saco) y el ego cipotudo y viril de Pablo Iglesias, que embiste como un Victorino a cualquiera que se atreva a llevarle la contraria. No es de extrañar que Yolanda, comunista de toda la vida, les acabe pasando por encima, porque tendrá o no razón, pero al menos tiene un poco de disciplina y entiende que un partido político no es un club de tenis. ¿Cómo piensan que dividiendo un electorado ya de por sí escaso van a conseguir nada? ¿Cómo creen que sancionando y expulsando a todo Cristo van a aglutinar voluntades?

A veces pienso que todo estos partidos los funda alguien, una mano negra, que pretende sostener el bipartidismo a toda cosa. Luego recuerdo que eso es una magufada conspiranoica y se me pasa. Se me pasa, pero no mucho. Se me pasa sólo un poquito, para que no se diga.