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Son muchas las razones que nos pueden empujar a tomar la decisión de emprender el Camino en bicicleta:
— Disponemos de menos tiempo para hacer nuestro Camino. Muchos peregrinos no disponen de los 20 ó 30 días que se necesitan para hacer ciertas rutas y la opción de la bici se revela como una buena alternativa, reduciendo notoriamente el tiempo necesario para completar la aventura.
— Es también una opción perfecta para aquellos peregrinos que, además de querer recorrer grandes distancias cada día, no quieren por ello perderse todas las maravillas que ofrece la ruta.
— La bici da más independencia al peregrino, le permite visitar puntos de interés alejados del Camino o moverse por las ciudades que cruza con mayor libertad.
— En la bici podemos distribuir el peso que normalmente llevaríamos en la mochila entre alforjas o cestas, lo cual nos permite llevar más equipaje y sufrir menos de la espalda.
— La mayoría de los peregrinos que eligen esta opción ya son aficionados en su vida diaria a la bicicleta, por lo que de esta manera unen dos de sus pasiones y el disfrute para ellos es doble.
Preparación previa
La exigencia física de hacer el Camino en bicicleta es muy grande, por lo que se recomienda entrenar las semanas previas, haciendo etapas similares a las que nos encontraremos en la ruta en nuestro lugar de origen, adecuándonos así a la bici que usaremos y al peso que llevaremos. También es muy importante planificar bien las etapas antes de salir, estudiar bien los perfiles y distribuir las jornadas de tu Camino dependiendo de la distancia entre localidades o la dureza del recorrido.
Elección del Camino
El Camino Francés o el Portugués son ideales para peregrinos novatos. Al ser los más transitados cuentan con más opciones de avituallamiento y más servicios, además de que las distancias entre las localidades son más cortas. Algo que no ocurre por ejemplo en la Vía de la Plata, donde las distancias son bastante más largas. Además esta ruta asusta a muchos bicigrinos por el excesivo calor que hace en los meses de verano. En cualquier caso se recomienda planificar siempre cada etapa para intentar alternar los días más duros con otros más relajados. Con todo, e igual que ocurre si lo hiciéramos caminando, podemos decir que las rutas más duras para el bicigrino son las que surcan el norte, donde la orografía es mucho más afilada y las etapas pueden ser auténticas rompepiernas: el Camino del Norte, el Primitivo, el del Salvador…
Época del año
A la hora de elegir cuando hacer nuestro camino en bicicleta no encontramos diferencias con el peregrino de a pie, y también entre los ciclistas las preferencias se decantan por los meses de mayo a septiembre. Las lluvias invernales, muy frecuentes especialmente en Galicia, aumentan muchísimo la dificultad para el ciclista, tanto en los tramos de asfalto como en los caminos de tierra. Aunque también pedalear bajo el sol vertical de julio o agosto puede ser muy duro. Desde aquí recomendamos sin duda los meses de primavera u otoño, donde además de tener un clima más adecuado para el ejercicio físico también encontramos el Camino menos saturado de gente.
La bicicleta y nuestro equipaje
La bicicleta será nuestra mejor compañera de fatigas durante el Camino, y la elección de una bici adecuada es la decisión más importante que debemos tomar antes de empezar. Si ya somos aficionados al ciclismo y tenemos nuestra propia bicicleta, no hay más que hablar, esa es nuestra mejor opción. Si no disponemos de una y hemos decidido hacer el Camino en bici, puede ser un buen momento para comprarla. Aunque eso sí, se recomienda hacerlo con tiempo para entrenar sobre ella y adaptar nuestro cuerpo al suyo.
Si hay decantarse por una, posiblemente la mejor decisión sea una bici híbrida que se adapte tanto a los tramos de asfalto como a los de montaña. Una que sea en parte bici de carretera, con dinamo y reflectantes; y en parte bici de montaña, con una buena suspensión y un buen sistema de platos. En cualquier caso, en los últimos años se ha especializado tanto el mercado que ya se fabrican bicis completamente adaptadas para el Camino, y no nos resultará complicado encontrar una que satisfaga todas nuestras necesidades. Lo que es impepinable es que debe ser ligera, tener un buen sistema de cambios y unos buenos neumáticos. Y también es recomendable aprender unas nociones básicas de mantenimiento, la ruta es larga y es muy posible que en algún momento tengamos una avería.
Al hacer el Camino en bici evitamos tener que cargar con una pesada mochila a la espalda, una de las mayores pesadillas del peregrino de a pie. El ciclista puede dividir su equipaje entre las alforjas de la parte trasera, y es importantísimo equilibrar el peso entre ambos lados para poder disfrutar de un pedaleo cómodo. Pero también es fundamental ir lo más ligeros que se pueda, escoger bien lo que necesitamos y deshacernos de lo más prescindible.
Además de las alforjas o parrilla en la parte trasera, los bicigrinos suelen llevar un triángulo hombrera bajo la barra del sillín para guardar las herramientas y una bolsa en el manillar, para guardar documentación, mapas y papeles. Y como la meteorología es igual para todos, un chubasquero o incluso unos neumáticos especiales para el barro nunca estarán de más. Además de las cosas que son comunes al peregrino de a pie, estas serían algunas otras pensadas para el ciclista: botines específicos para pedales automáticos, maillot y ropa técnica, casco de ciclismo, cámara, parches, bomba de aire, candado, uno o dos bidones para el agua…
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