Profesora de Lengua y Literatura, poeta y egiptóloga, la leonesa Elvira Martínez Ropero acaba de publicar y presentar en el Museo Liceo Egipcio de León su ópera prima 'Luciérnagas en el desierto', que ha contado con la colaboración de otros autores y artistas relacionados todos, de alguna manera, con León, como es el caso del escritor y periodista Carlos Salem, que hace la introducción de su poemario y ha sido, en su opinión, su maestro en poesía y un gran apoyo para atreverse a publicar.
“Hay en este libro de Elvira Martínez Ropero dolores, perfiles, alegrías y una trabajada esperanza que, como sus versos, se edifica sin prisas, porque quiere durar para siempre”, escribe Carlos Salem.
Asimismo, la profesora y narradora Nohelia Alfonso ha escrito el prólogo de 'Luciérnagas en el desierto' y ha sido, según Elvira, ejemplo, amiga y apoyo incondicional. Algo que se le antoja un lujo y además le emociona.
“Este libro se escribió viviendo, con tinta de sangre, sudor y lágrimas, es un reflejo de vida, del camino tortuoso que supone la misma, y que Elvira recorre apoyando todo su peso en el cayado del amor”, nos cuenta Nohelia Alfonso en el prólogo.
“Destaco también las ilustraciones de Ana Pedregal, porque ella realizó los dibujos (a excepción de uno) sin ninguna indicación por mi parte, yo le enviaba un poema y ella tras leerlo trabajaba en una ilustración e increíblemente plasmó el poema con su lápiz a la perfección”, detalla Elvira, cuya selección de poemas es muy representativa de quién es ella, con una primera parte, 'Nadie soy', que habla de conceptos más universales (feminismo, el tiempo, la traición, el olvido, la solidaridad, etc.) a través de personajes e historias ajenas, y una segunda parte más personal, 'Que nadar me sea imposible', en la que desnuda su alma, con versos como “Pero me paraliza el miedo de descubrir/ que sólo has sido un sueño”...“Quien corta alas/ ignora/ que dormirá/ en un panteón/ de plumas”... “No sabía que se gana el infierno quien renuncia a su alma” o “Solo traigo conmigo la voz de mis entrañas. / Con ella he des susurrarte palabras prohibidas/ en la mañana,/ y gritarlas cuando la falta de aliento me robe las fuerzas,/ justo antes de firmar mi rendición/ en los pliegues de tus sábanas”.
“Todos los ceniceros están llenos/ de tus dudas y mis miedos/ Quizá algún día veas esta luz/ que he tendido a la sombra de aquello que fuimos./ Fue flor de una sola primavera/ pero un recuerdo mil inviernos./ La memoria olvida/ que la hierba está hecha/ de cristales afilados/ y se descalza.”
(Elvira Martínez Ropero, 'Reincidencia de la memoria', poema incluido en 'Luciérnagas del desierto')
Cuenta que su interés por la literatura empezó en el colegio, porque las letras le interesaron desde el primer momento en que empezó a aprenderlas. “Desde el jardín de infancia las encontré mágicas, aquellas 27 letras podían hacer que dejáramos por escrito y de manera permanente cualquier cosa; después descubrí que el lenguaje con el que nos comunicamos cada día servía también para crear, imaginar, soñar... fue el colofón para agarrarme a los estudios de las lenguas y la literatura y no soltarme ya nunca”, explica Elvira, que, siendo una niña, se inició en la literatura escribiendo pensamientos, poemas, diarios... aunque nunca se imaginó que algún día publicaría.
Su devoción por las letras le llevó a estudiar Filología Hispánica. Recuerda que pocas veces, durante su época universitaria, le mostraba algún poema o escrito a alguna amiga muy cercana. Y, tras la universidad, siguió escribiendo y en contadas ocasiones dejaba que sus familiares, amigos o pareja leyeran sus textos.
“Si bien es cierto que usaba un blog para poner textos de otros y colar alguna cosa mía, poema corto, reflexión, opinión... pero todo cambió cuando mi actual pareja le hizo llegar unos poemas míos a Carlos Salem con quien empecé a aprender a pulir lo que escribía, a darle valor, a quererlo y mirarlo de otra manera y fue el quien me propuso publicar. Y bueno, aquí está el resultado”, expresa Elvira, que en la actualidad imparte clases de Lengua y Literatura en Secundaria y Bachillerato, lo que, en su opinión, le permite manejar los tres grandes géneros: teatro, narrativa y poesía.
“El teatro, por motivos obvios, está claro que ponerse frente a un público tan difícil de convencer requiere manejar el arte de hacerles creer en la belleza de lo que les cuentas, en la importancia de los hechos y los datos y su trascendencia. A modo de actores, los profesores nos plantamos en un escenario del que también tenemos mucho que aprender cada día y en el que creo que han de aplicarse las técnicas del teatro más moderno en el que el público debe ser partícipe.
La narrativa, porque me ha quedado claro en estos años de experiencia que soltar el discurso aprendido en una clase ni cala ni merece la pena en ningún sentido. Cuando conviertes el estudio de la literatura en un relato que les fascine, entonces les llega y puedes conseguir mucho más de ellos.
Y la poesía, puesto que a veces nos toca ser tan empáticos con ellos, como podríamos serlo al leer un poema, pues tenemos que aprender a ponernos en su piel, sus sentimientos, su edad, sus circunstancias y sacar de cada uno de ellos el poema que esconden tras su aparente actitud pasota“, afirma con lucidez Elvira Martínez Ropero, que es una apasionada y conocedora de lenguas antiguas como latín, griego, hebreo... y ejerce como traductora de textos jeroglíficos en el Museo Liceo Egipcio de León. ”Allí he podido asistir a conferencias, presentaciones de libros, clases con egiptólogos y diferentes especialistas, pudiendo completar mi formación como egiptóloga traduciendo y ahora he retomado las clases de hebreo... Considero que el estudio del pasado cercano o remoto es fundamental para aprender de nosotros mismos, para mantener viva la esencia del ser humano, las propias humanidades y la esperanza en un futuro mejor“, sostiene Elvira, convencida de que la labor que hace el Museo Liceo Egipcio en León es inconmensurable, ”tan dura como gratificante, porque traducir directamente de los documentos creados por los egipcios hace miles de años es un sistema que no es frecuente ver pero es, en mi opinión, el modo más fiel al texto. Parafraseando a Raúl López, director del Museo y mi maestro en la egiptología, que siempre nos dice que no bebamos del cántaro pudiendo beber de la fuente. Me entusiasma coger un fragmento, analizarlo, traducirlo y poder repetir en alto las palabras que quisieron que fueran eternas aquellos hombres que vivieron a la sombra de las pirámides“, aclara esta leonesa nacida en Trobajo del Camino, donde se crio jugando en sus calles y pasó toda su adolescencia -edad tan propensa a sentir las cosas profundamente- hasta acabar el máster de Literatura.
Desde el jardín de infancia las encontré mágicas, aquellas 27 letras podían hacer que dejáramos por escrito y de manera permanente cualquier cosa; después descubrí que el lenguaje con el que nos comunicamos cada día servía también para crear, imaginar, soñar... fue el colofón para agarrarme a los estudios de las lenguas y la literatura y no soltarme ya nunca
Reconoce que su sueño siempre ha sido quedarse en León porque sentía un miedo inmenso a tener que irse lejos a buscarse la vida. Y, aunque en alguna ocasión parecía que no le iba a quedar más remedio que irse fuera de León, su obstinación y su amor por su tierra le han llevado a estar cerca de su familia y de todo lo que significa para ella la capital de la provincia, que ha sido para ella el motor de muchas cosas. En este sentido, cree que en la provincia de León existen muchos autores reconocidos a todos los niveles y en todos los géneros.
León, un iceberg de la literatura
“Creo, además, que hay mucho más allá de los especialmente reconocidos, lo veo algo así como un iceberg del que vemos la punta pero hay muchísimo debajo, trabajando duro, sosteniendo el sistema con sus aportaciones.
Hay por ejemplo narradoras triunfando a nivel nacional como Noemí Sabugal o Nohelia Alfonso Sáez, que para más inri hace referencias continuas en sus relatos a la provincia. O poetas que ya se han hecho también con un reconocimiento importante como Julia Conejo, Víctor M. Díez o Susana Barragués“, comenta Elvira, consciente de la amplia cantera literaria leonesa, en la que gente muy joven está creando y recitando cosas fantásticas. Asimismo, están quienes fomentan la escritura de otros, ”creando redes maravillosas de la palabra en esta ciudad, en la que contamos con varias editoriales como Mariposa Ediciones, Eolas, Ediciones Menguantes (y seguro que se me quedan) inmersas en el mundo de la edición, apoyando a autores leoneses, con una calidad en sus ediciones envidiable. O escritoras como Mercedes Rojo, recuperando nombres de la literatura femenina de la provincia en un trabajo impagable“, especifica Elvira, entusiasmada con la creación de una red de escritores que mueven a su gente, que amplían miras a otros, que continúan aumentando en número y calidad el corpus de la literatura leonesa ”pero no solo para sumar en número sino para que la literatura siga viva, para que haya recitales, congresos, homenajes, publicaciones, etcétera“.
En la actualidad, tiene varios proyectos en mente, entre ellos su labor como docente, que es siempre su mayor proyecto, porque cree que los adolescentes con los que trabaja necesitan los conocimientos que les imparte, pero también comprensión, apoyo, otros conocimientos más prácticos y sobre todo necesitan a alguien dispuesto a guiarlos. Asimismo, continúa trabajando con un “maravilloso equipo” en un proyecto a largo plazo de traducción muy interesante en el Museo Liceo Egipcio de León.
“Ahora mismo también estoy embarcada en un proyecto relacionado con la literatura y la historia, pues todos los primeros sábados de mes realizo con Beatriz Cañas, directora del Museo Egipcio, una visita teatralizada nocturna, en la que recorremos las salas del Museo, convertidas en lugares relacionados con la muerte, la momificación, el inframundo, la resurrección... todo a la luz tenue de las velas, incluyendo fragmentos de los auténticos textos egipcios y haciendo participe al público”.
Y en el ámbito literario le gustaría publicar un cuento infantil relacionado con Egipto –al que le tiene especial cariño– que escribiera con su amiga Bárbara González, además de continuar escribiendo poemas.
Respecto a la situación mundial que estamos viviendo, tanto con la pandemia como la invasión rusa a Ucrania, Elvira lamenta la tragedia de miles de personas a las que además se ha tenido que decir adiós en un duelo diferente, en el que la distancia, las medidas y la soledad han reinado. “Por ello deberíamos tener el suficiente respeto a las medidas y a su memoria”.
La pandemia ha traído consigo, a su juicio, cambios en la sociedad, en nuestra manera de relacionarnos, se ha visto afectada la salud mental de muchísima gente por el miedo a la enfermedad, la soledad, la falta de atención y cuidados.
“Creo firmemente en que tenemos que empezar a ser más comprensivos y cuidar en el día a día a la gente con la que tratamos a todos los niveles, pues una palabra amable, un consejo, escuchar unos minutos no nos supone un esfuerzo y puede cambiar el día, la actitud o las decisiones negativas del otro. Como profesora, la pandemia la he vivido también dentro de las aulas con mis queridos adolescentes y he visto cómo sus años de instituto han resultado muy diferentes a lo acostumbrado tanto en sus estudios como en sus relaciones y por ello solo cabe felicitarlos porque pienso en mí a su edad y no me imagino lo duro que ha tenido que ser”, apunta Elvira, que siente empatía por las personas mayores que han tenido que permanecer alejadas de sus hijos, nietos..., de aquello que en sus últimos años les da la felicidad, “mayores a los que debemos quiénes somos y que quizá es el momento de aprender nosotros a cuidarlos”.
En cuanto a la invasión de Ucrania, no se siente capaz de abarcar mentalmente todo lo que supone... “Pero, dejando a un lado esa macropolítica, que nunca tendrá en cuenta a la humanidad, quien sufre de manera significativa y cruel las consecuencias de sus decisiones, cuando una de esas decisiones es una guerra entonces las consecuencias recaen sobre vidas humanas inocentes, que lidian con la pérdida de sus hogares, de su estabilidad y por desgracia de su propia vida y la de los suyos”.
A lo largo de toda la historia, en especial durante el último siglo, Elvira considera que las guerras, “no solo en Ucrania, que tal parece afectarnos mucho más por su proximidad tanto de territorio como de cultura”, han afectado de manera sangrante a la población civil.
Ahora mismo también estoy embarcada en un proyecto relacionado con la literatura y la historia, pues todos los primeros sábados de mes realizo con Beatriz Cañas, directora del Museo Egipcio, una visita teatralizada nocturna, en la que recorremos las salas del Museo, convertidas en lugares relacionados con la muerte, la momificación, el inframundo, la resurrección... todo a la luz tenue de las velas, incluyendo fragmentos de los auténticos textos egipcios y haciendo participe al público
“Me parece ejemplar el comportamiento de la ciudadanía en el apoyo a la población civil afectada por esta guerra, no tanto el apoyo a Ucrania, Rusia o personalidades políticas porque creo firmemente en que 'cuando leas una noticia asegúrate de quien paga la tinta'... También me hubiera gustado que esta generosidad y preocupación, que considero maravillosa, hubiera existido también cuando era el pueblo sirio quien pedía refugio a Europa, pues repitiéndome en mis palabras, estamos hablando de seres humanos que nada tienen que ver con macro-políticas ni guerras, que solo vivían su vida cotidiana como tú y como yo y a los que han truncado su vida”, concluye con rotundo y humano sentido Elvira.
Entrevista breve a Elvira Martínez Ropero
“La poesía es para mí el modo de encontrar las palabras precisas y adecuadas que el lenguaje cotidiano no nos da”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
'No digas que fue un sueño' de Terenci Moix. Trata sobre la historia de Marco Antonio y Cleopatra, de un modo hermoso y trágico, lleno de referencias históricas pero también de fantasía sobre su historia de amor. Un libro que representa para mí el amor por Egipto, que Terenci emanaba, con una historia tan fascinante como la de ambos personajes. Lo leí siendo adolescente, lo compré en una feria del libro antiguo y de ocasión y para mí antes de leerlo lo tenía todo, era de Egipto, el premio Planeta de mi año de nacimiento (a esa edad todo me parecían señales) y además en su primeras páginas se encontraba un poema precioso de Cavafis (de donde cogió el título para el libro) y un fragmento de la obra de Shakespeare sobre los mismos personajes. Empieza con “maldito sea amor que me asesina”, qué más podía pedir para llevármelo. Su lectura además me fascinó, pues la narrativa de Terenci Moix es sofisticada y muy hermosa. Lo volví a leer hace unos años y me percaté de que acaba con un proverbio que dice “El hombre teme al tiempo, y el tiempo teme a las pirámides”, frase que usé para cerrar una de mis visitas guiadas y que es el motivo de uno de los poemas de mi libro. Y creo que ahora voy a ir a buscarlo a la estantería y leerlo por tercera vez, ¿quién sabe que encuentre en esta ocasión en sus líneas?
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
Por defecto profesional diría que El Quijote porque representa la lucha por los ideales, la lealtad y fidelidad en los que creo. Pero, a mí siempre me ha llegado mucho el personaje de Adela, de 'La Casa de Bernarda Alba', su búsqueda de libertad, su mundo asfixiante y su final trágico nos dejan un legado del que aprendemos sobre esa lucha por la libertad y los sueños y también sobre cómo a veces la tragedia y las imposiciones sociales y educativas pueden truncar una vida más allá de todo lo que luche. No obstante, siempre merece la pena ser Adela en un mundo opresor, vivió más intensamente y feliz que ninguna de las mujeres que la rodeaban.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
'El código Da Vinci' de Dan Brown, no puedo decir que el autor sea insoportable porque no he intentado leer nada más de él, pero me regalaron en el instituto ese libro por un premio y jamás conseguí leer más de 10 páginas.
Un rasgo que defina tu personalidad.
Empatía. Me pongo siempre en la piel de los demás y procedo siempre teniendo en cuenta cómo se sentirán. Me refiero a cómo se sentirá el otro siendo el otro, no a cómo me sentiría yo en su lugar. No ponerme sus zapatos sino ponerme sus pies para caminar, que considero que es muy diferente.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La lealtad, porque creo que implica el compromiso en cualquier tipo de relación, también implica sinceridad, constancia y trabajar la relación, sea del tipo que sea.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
La política la veo como una vorágine, una tormenta con la que nos quieren despistar pero que a su vez arrasa nuestras vidas constantemente. En mi opinión, hay una parte de la sociedad dormida que prefiere no saber sin darse cuenta hasta qué punto toda esa tormenta puede afectar también a su hogar. Otra parte de la población es conocedora de todo pero no sabe cómo actuar, qué hacer para poder influir o cambiar las cosas y cuyo objetivo es principalmente vivir en paz. Y por último, otra parte de la sociedad es activa, luchadora y comprometida, ya sea con el prójimo lejano o de la puerta de al lado. La sociedad no debería encasillarse tanto solo en lo negativo, si insistimos en la fatalidad que somos lo seremos más que nunca; es como en la educación de un niño si siempre le dices que es tonto porque las cosas le cuesten, pues acabará siendo aún más “tonto”. Tenemos que insistir un poco más en lo bueno para silenciar a esa minoría “garbanzo negro” que hacen mucho ruido.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
Esto cambia en cada etapa de la vida. Siempre he disfrutado mucho de los conciertos, ya sean de música clásica o de rock y heavy metal, y sigo disfrutándolo mucho. Y de la lectura como diversión solitaria.
Ahora mismo, estoy en una etapa en la que lo que más disfruto es el tiempo con mi “peque” de dos años, que me ha enseñado a volver a jugar, a disfrutar de la imaginación, a tomarme mi tiempo para las cosas, a quitarle importancia a los problemas y a luchar a brazo partido por la vida.
¿Por qué escribes?
Creo que la poesía me sirve como una salida a todo aquello que no soy capaz de expresar de otra manera. Ya sea para hablar de algo más universal o de algo propio, la poesía es para mí el modo de encontrar las palabras precisas y adecuadas que el lenguaje cotidiano no nos da.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
No suelo subir a redes mis escritos, aunque si lo he hecho en alguna ocasión, sobre todo cuando se acercaba la publicación del poemario, ya que necesitaba ir mostrándome un poco antes del paso definitivo. Sí que es cierto que las uso para mostrar opiniones o escribir pequeños textos del día a día en los que expresar cómo me siento, reseñar un acontecimiento, etc. Las redes tienen cosas negativas no obstante y, de nuevo, me quedo con lo bueno.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Supongo que todas las lecturas que uno ha hecho acaban siendo su acervo cultural y quedando como poso de todo lo que escriba, incluso aquello que descartamos.
Por mi formación en Filología Hispánica los autores españoles son la base de mi conocimiento literario. El humanismo, la historia, los clásicos son parte de mi formación, pero también sigo a muchos escritores actuales que están haciendo cosas muy interesantes en poesía, como Carlos Salem, Elvira Sastre, Julia Conejo, Víctor M. Díez, incluso los más vinculados a las redes como Marwan.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
Sigo a varios creadores, me parece maravilloso entrar en redes y encontrarte primero con un rostro amigo y lo que tiene que decir y a la vez poder leer lo nuevo que ha escrito un autor que admiras. O conocer así nuevas o próximas publicaciones de libros, recitales, exposiciones. Sigo a varios poetas de todas las generaciones y estilos pero también a muchos noveles que muestran lo que hacen con igual, mejor o peor calidad pero con gran entusiasmo. Es una ventana abierta al mundo literario y con la ventaja de la inmediatez que parece regir ahora al mundo.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
Hemos venido a ser felices, no podemos dejar que nada nos entretenga de esa tarea.