El Purple Weekend vive su edición número 36 reivindicando la cultura mod en León
Durante el puente de diciembre, León se transforma. Las calles se llenan de parkas, minifaldas sixtie, scooters relucientes y conversaciones cruzadas en inglés, italiano o francés. No es una estampa casual: es el efecto Purple Weekend, el festival mod por excelencia en España y uno de los más reconocidos del circuito europeo, que este año celebra su 36.ª edición convertido en una auténtica institución cultural para la ciudad y en un fenómeno social que atrae a miles de visitantes anuales.
Desde que Alex Cooper y Elena Iglesias, miembros de Los Flechazos, levantaron esta aventura a mediados de los 80 con apenas tres o cuatro bandas, el Purple no ha dejado de crecer, reinventarse y sobrevivir a todas sus etapas. Ha tenido años gloriosos, años complicados e incluso un paréntesis, pero la llegada del patrocinio de Estrella Galicia y el impulso del Ayuntamiento y Masgalicia marcaron una segunda edad de oro. Lo que nació como un homenaje al universo mod y a la explosión musical de los 60 se ha convertido en un festival poliédrico que abraza el soul, el garage, el power pop, la psicodelia, el britpop o el punk.
Un festival urbano que cambia la vida de la ciudad
Pocas cosas identifican tanto a León en diciembre como este festival. Su rasgo diferencial, subrayan los organizadores y quienes lo han vivido desde dentro, es su carácter profundamente urbano: todo ocurre en la ciudad, no en un recinto aislado. Y este 2025 añade un elemento especialmente simbólico: el Purple regresa a Espacio Vías como sede principal, después de varias ediciones concentrando los grandes conciertos nocturnos en el Palacio de Exposiciones. El cambio supone volver a un formato más compacto y reconocible para sus seguidores, más integrado en el tejido urbano y cercano al espíritu original del festival. También implica una reducción natural de aforos, que explica en parte la rapidez con la que se han agotado las entradas para viernes y sábado.
Espacio Vías como epicentro musical, su prolongación natural en el Barrio Húmedo, los alldayers y allnighters en clubs icónicos como el Babylon, el Chelsea, el Black Bourbon o el Vanity, exposiciones, mercadillos, scooters… El festival se despliega por la trama urbana y la ciudad se convierte en escenario.
Ese impacto trasciende lo cultural. Los hoteles cuelgan el cartel de completo, restaurantes y bares trabajan a un ritmo inusual y las tiendas de moda vintage o vinilo viven su mejor fin de semana del año. “Es un público de entre 40 y 60 años, muy fiel, muy entendido y con un buen nivel adquisitivo: vienen a disfrutar, a comer, a beber, a alojarse y a comprar”, recuerdan desde la organización. No es casualidad que comerciantes y hosteleros consideren el Purple como un revulsivo económico garantizado año tras año.
Edición 2025: cartel internacional y entradas casi agotadas
La edición de 2025 llega con cifras que confirman su excelente salud: entradas agotadas para viernes y sábado y solo las últimas disponibles para el domingo. Una señal inequívoca de que el público, local y foráneo, considera el Purple Weekend una cita ineludible.
La programación musical de este año vuelve a ser un viaje por distintos vértices del universo sixtie y sus herederos contemporáneos. Más de una docena de bandas internacionales aterrizan estos días en León, con nombres como The Chevelles, The Molotovs, The Horrors, The Spitfires, Nick Waterhouse, The Peawees, Drink The Sea —la nueva banda del fundador de R.E.M., Peter Buck— o The Boo Radleys como única fecha en España en su gira de 30 aniversario de Wake Up!.
A ello se suman los grupos locales, como los leoneses Brators, que siguen reforzando la conexión afectiva entre el festival y la escena cultural de la ciudad.
Mucho más que música
El Purple Weekend es música, sí, pero también es todo lo que sucede alrededor de ella. Es un ecosistema cultural que cada diciembre transforma León en un escenario vivo donde conviven generaciones, estéticas y formas de entender la cultura popular. Su identidad no se agota en los conciertos: se expande por las calles, los bares, los escaparates y los espacios culturales de la ciudad, donde todo respira ese aroma sixtie que convierte el festival en una experiencia total.
Uno de los grandes puntos de encuentro vuelve a ser el mercadillo vintage y la feria del disco en Espacio Vías, que se ha consolidado como un lugar de peregrinación para coleccionistas de vinilo, amantes de la moda retro y curiosos que buscan piezas únicas. Entre cajas de singles, chaquetas italianas, parkas militares y carteles originales de los años 60, el ambiente es tan relevante como la propia oferta cultural: es ahí donde se cruzan conversaciones improvisadas, reencuentros de habituales del festival y compras que amplían la banda sonora personal de cada visitante.
El pulso del Purple late también en los alldayers y allnighters que llenan los clubes leoneses con DJ llegados de toda Europa, especialistas en soul, boogaloo, freakbeat, garage o mod revival. Estas sesiones, que comienzan de día y se prolongan hasta bien entrada la madrugada, son una de las señas de identidad del festival: pistas abarrotadas, vinilos girando sin descanso y una comunidad entregada a bailar como si el tiempo no existiera.
Una de las imágenes más icónicas del Purple volverá a repetirse este año con la Scooter Run, el desfile de Vespas y Lambrettas que recorre las calles de León y obliga a detenerse a quienes se cruzan con ese convoy de color, ruido y estética impecable. Es quizá el momento más reconocible del festival para quienes no forman parte del mundo mod: un espectáculo urbano que convierte la ciudad en una postal viva de otra época.
A todo ello se suma la inauguración del fanzine y la exposición Le Scéne Purple Weekend 2024, obra del fotógrafo Alex Amorós, que este jueves abre oficialmente la edición en el Bellas Artes Café Bar. La muestra, acompañada de una mesa redonda sobre el Purple como movimiento subcultural, refuerza la dimensión documental y artística del evento, creando memoria visual de una comunidad que lleva décadas encontrándose en León.
El Purple también mira a las nuevas generaciones. El lunes 8 regresará Un viaje con Groove, un concierto familiar que se ha convertido en una puerta de entrada para el público más joven y que demuestra que el festival es, además de un homenaje a la cultura de los 60, una celebración intergeneracional que sigue ensanchando su base social año tras año.
En conjunto, todas estas propuestas hacen del Purple Weekend algo más que un festival: una ciudad vibrando al unísono, un espíritu que se vive dentro y fuera de los escenarios, y una identidad cultural que León ha adoptado como propia.
Una referencia nacional e internacional
El Purple Weekend es ya parte del ADN de León. Ha convertido a la ciudad en un faro cultural para miles de seguidores del movimiento mod en España, Portugal, Francia, Italia y Reino Unido. Muchos visitantes son recurrentes: “Incluso la gente mayor sabe que en el puente de diciembre ‘ya vienen estos modernos’”, recuerdan los veteranos del festival.
Con 36 ediciones a sus espaldas, el Purple Weekend es, junto con festivales como el FIB o el Primavera Sound, uno de los veteranos de la escena independiente española, pero con una personalidad irrepetible: su autenticidad, su estética, su coherencia musical y su conexión sentimental con León.
Y lejos de apagarse, el festival apunta alto: la organización aspira a mantenerlo, crecer y llegar a cumplir los 50 años. Por lo pronto, 2025 confirma una edición robusta, vibrante y con todo vendido, con León preparada para vestirse de música, estética y espíritu mod un año más.