Arte leonés de Navidad: el Nacimiento de Juan de Juni en el claustro de San Marcos

El altorrelieve que da la perspectiva a la Natividad de Juan de Juni es espectacular. // PaulaGM / Flicker

Jesús María López de Uribe

León tiene una colección de obras artísticas de alto nivel referentes al nacimiento de Cristo –como el nacimiento flamenco de la Catedral de León del que de estar en otro país se consideraría una pieza de renombre internacional– y este año ha recuperado una de las obras maestras del relieve renacentista español, la Natividad de Juan de Juni, con la restauración llevada a cabo por Paradores en San Marcos.

Situada en el claustro entre la iglesia y el Parador –la zona que han dejado como estaba tras una polémica restauración del edificio del Parador que ha dado mucho que hablar entre los leoneses–, el relieve del genio escultórico renacentista tiene algo especial, la forma de mostrar El Nacimiento de Cristo, como se titula realmente.

En concreto la perspectiva, algo muy difícil conseguir sobre la piedra y una técnica que no hacía mucho tiempo que se usaba en el arte pictórico y que era una novedad artística de primer nivel en el Renacimiento; no digamos de compejidad sobre materiales duros. Juni, según explicó Paradores cuando informó de su restauración, “no trata el tema del portal de Belén de la forma tradicional, sino que enclava la escena sobre un fondo marcado por soberbios edificios clásicos con un magistral estudio de perspectiva que consigue transmitir una gran profundidad enmarcado por exuberantes motivos frutales y cintas”.

Juan de Juni realizó esta Natividad entre los años 1533, cuando llegó a León procedente de Oporto, y 1540 cuando se sabe que trabajaba ya fuera de la capital en la que declaró ser vecino en 1537. La pieza, con casi quinientos años de antigüedad, ha sufrido importantes daños, algunos de ellos irreparables, debido al paso del tiempo y a los diferentes usos del edificio a lo largo de su historia. La rehabilitación se ha efectuado “siguiendo criterios de mínima intervención”, llevando a cabo “delicados trabajos de limpieza, consolidación y ligeras reintegraciones que permiten disfrutar en todo su esplendor de esta pieza única”, según la compañía nacional hotelera.

La restauración ha sido realizada por la empresa madrileña Garanza, y ha consistido en recuperar el nacimiento en la pared redescubriendo las inscripciones y las singularidades de la obra tal y como las concibió Juan de Juni en el Renacimiento. Para ello se han usado técnicas tradicionales y novedosas de rehabilitación, algunas de alta tecnología para intentar devolver la obra a lo más próximo de su estado original después de casi cinco siglos a la intemperie. Se ha procurado manter intacta su esencia “con materiales naturales y reversibles respetuosos con el original y aplicando productos con nanotecnología”, según informa Paradores.

“Una obra perspéctica absolutamente prodigiosa”

Para el profesor de Historia del Arte de la Universidad de León, César García Álvarez, la Natividad de Juan de Juni es una de las obras de arte más importantes del Renacimiento de España. “Una obra perspéctica absolutamente prodigiosa”.

Explica que la Navidad “es la celebración festiva del misterio esencial del cristianismo, de la encarnación del hijo de Dios en carne humana. Es, junto con la Pascua, la celebración culminante del ciclo litúrgico, que cristianiza numerosos elementos de los cultos mistéricos de la antigüedad relacionados con el invierno, muchos de los cuales se transmiten a la práctica belenística”, y recuerda que “la diferencia entre un belén y un nacimiento es que en el primero se pueden montar y desmontar, y en el segundo no”.

“Es también la representación de cómo se llega a la noche más larga del año y el ascenso hacia la luz. Todo ha quedado magistralmente representado en varias obras de la ciudad de León y en sus monumentos”, asegura, dando el contrapunto de que “el arte leonés manifiesta de modo constante un gusto por las imágenes que combinan lo anecdótico, lo humano, de carácter intensamente expresivo”. De lo cual la perspectiva que utiliza Juan de Juni, aparentemente completamente accesoria en una temática así y que en realidad es un virtuosismo artístico de primer nivel, es un ejemplo.

“La representación más destacada de San Marcos de Juan de Juni en la esquina del claustro, felizmente restaurado. Es una de las obras maestras de la primera mitad del siglo XVI en España referentes al Nacimiento. Tenemos una prodigiosa arquitectura perspéctica, realizada en un ligero esviaje”, describe el sabio historiador del Arte. “Hoy en día un poco cercenada, la Virgen está decapitada, no tiene manos, se ve a San José y al buey y el niño tampoco se encuentra en un gran estado de conservación. Pero lo que sí contemplamos es la integración escultórica más asombrosa de la escultura española de esta época de los conceptos relativos a la perspectiva”, apunta.

“Bastantes décadas antes de que Palladio y Scamozzi lo realizaran para el teatro olímpico de Vicenza, en León tenemos una representación de un espacio perspéctico absolutamente prodigioso, culminado por un conjunto de filacterias que tiene un carácter de guirnalda triunfal que asiste y rinde homenaje al niño Jesús como síntesis neoplatónica y humanística de los misterios de la filosofía antigua y del propio cristianismo, todo ello coronado por un ángel que sostiene una filacteria y por un conjunto de florones y una concha venera (referencia al Camino de Santiago ya que se basa en una vieira) que constituye una alabanza al Nacimiento de Cristo en una de las representaciones más importantes de la escultura española del Renacimiento”, deja claro César García Álvarez.

Juni, uno de los más grandes escultores del siglo XVI

Juan de Juni debió nacer sobre 1507 en la pequeña localidad de Joigny, un municipio en el límite entre las regiones francesas de Champaña y Borgoña, a principios del siglo XVI, según su entrada en la Real Academia de la Historia. Se cree que se formó en Italia y que uno de sus maestros pudo ser Miguel Ángel Buonarrotti, “puesto que de él aprendió el modo en el que se debían ejecutar las esculturas y el equilibrio de fuerzas de las mismas” aseguran, y llegó a la península ibérica a Oporto en su veintena, para construir el palacio episcopal y a los 25 o 26 llegó a León.

Aparece por primera vez nombrado en la ciudad de León, en 1535, “época en la que hay una gran actividad arquitectónica con la construcción de San Marcos e importantes obras en la catedral, donde se requiere la profesionalidad de escultores. En esa década se encuentran en la ciudad, varios escultores franceses entre ellos Juni”.

Juan de Juni participó, según el historiador Gómez Moreno “en los medallones de la fachada de San Marcos así como en algunos relieves de este mismo edificio; la mayor parte de los relieves de dichos medallones tienen un mismo estilo con el característico rostro levantado y un poco inclinado, la boca entreabierta y un hombro levantado, lo que hace pensar que si no los realizó todos él, sí estuvieron bajo su dirección” como El Descendimiento en uno de los dos lados de la portada de la iglesia, muy dañado a día de hoy “y la obra más importante en madera fue la realizada en la sillería también para san Marcos junto con Guillén Doncel y también la escultura de San Mateo, actualmente en el Museo de León, en barro cocido de color rojo, con una composición en hélice, de clara influencia de Miguel Ángel”.

Hay obras de Juni en la iglesia de Santa Marina: la Virgen de las Candelas realizada para la capilla funeraria de Catalina Pimentel y que se hallaba en el desaparecido convento de Santo Domingo. “Consta de las imágenes de la Virgen con el Niño y San Juan Bautista; tiene un claro sabor italiano, relacionándose con pinturas de Rafael como la Virgen del jilguero, la Virgen de la silla o La bella Jardinera. Esta escultura se muestra con unas formas dulces y sin dramatismo; a pesar de ser para León, la pieza se debió de ejecutar hacia 1549 cuando ya era vecino de Valladolid”, indica la Academia de la Historia.

También la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad de León posee una talla titular de Juan de Juni: un yacente popularmente llamado La Urna, al ir dentro de una urna dorada, procesionado en la Procesión del Santo Entierro del Sábado Santo de la Semana Santa Leonesa.

Juan de Juni se trasladó a Valladolid donde dejó sus cristos yacentes y varias obras en Medina de Rioseco, Medina del Campo y Salamanca como retablos, imaginería del Cristo Crucificado por la que es muy famoso y entierros de Cristo. Pero Nacimientos dejó este de León de San Marcos que bien merece una visita después de haber sido restaurado, y también para aprovechar y opinar sobre la restauración del Hostal, que tanto negro sobre blanco (en tinta y digital, y en los medios de comunicación y en las redes sociales) ha dejado para finalizar este infausto año 2020.

Y para celebrar la Navidad contemplando una obra de arte portentosa: una profunda perspectiva en piedra que en pocos lugares del mundo se puede disfrutar. Y en León se puede, como otras tantas maravillas a la que no se les presta la debida atención.

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